Escrito por 12:00 am Agendas locales, Saúl Arellano

Encuestas: modelo estadístico vs modelo de negocio

Hay varios errores e imprecisiones en torno a lo que son las encuestas; mismos que se magnifican cuando los resultados presentados públicamente por varias casas encuestadoras yerran en lo que estimaron como “estado de la opinión pública” respecto de lo que ocurre efectivamente en la realidad. Por eso es importante dejar claro en primer lugar, qué es una encuesta, y para qué sirve; cómo se construye y cuáles son los elementos clave para su correcto diseño


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Una encuesta es un estudio diseñado científicamente para conocer el estado de la opinión pública respecto de un fenómeno determinado, en un momento o periodo también determinado.

Para llevar a cabo una encuesta resulta fundamental, como primer elemento, que su muestra sea representativa y estadísticamente generalizable en sus resultados. Lo primero significa que la muestra que se selecciona debe incluir a la diversidad y pluralidad de visiones y opiniones de una sociedad o grupo de estudio. Lo segundo, que la selección de las personas que se entrevistan se lleva a cabo con base en el azar, pues esto permite garantizar que los resultados que se obtienen son generalizables; y que se tiene, adicionalmente, control sobre el error estadístico esperado.

La otra cuestión crucial es qué y cómo se les pregunta a las personas. En ese sentido, se puede pensar en un esquema que presentaría una especie de “paradigma de Lasswell modificado”, bajo la fórmula: ¿quién le pregunta a quién, con qué fines, con qué medios y procedimientos, y con qué resultados?

Este factor, el qué y cómo se les pregunta a las personas es tan relevante como el modelo estadístico que se utiliza en el diseño de la muestra. Pensado desde lo más elemental, habría que decir que la selección de la o el entrevistador es crucial: ¿Quién acude a preguntar a un domicilio es lo suficientemente confiable como para que la persona que abre la puerta le diga qué piensa en torno a un tema determinado? ¿Está capacitado para preguntar? ¿El cuestionario se diseñó apropiadamente? ¿Se llevó a cabo un análisis semántico, lingüístico, respecto de los términos apropiados para preguntar en torno a los temas “a”, “b” o “c”?

De esta forma, si se tiene una muestra rigurosamente diseñada, y si se tiene un instrumento pertinente para levantar la información, una encuesta seguirá siendo el mejor método de “topología social” del que disponemos hasta la fecha.

¿Qué es lo que ocurre entonces con las encuestas electorales? ¿Por qué a diferencia de otro tipo de estudios demoscópico, la mayoría de las encuestas en torno a preferencia e intención de voto resultan tan distantes de lo que ocurre al momento de la emisión de los votos?

Al respecto hay problemas técnicos para los cuales se han diseñado ya algunas alternativas teóricas y soluciones de procesamiento estadístico; así el manejo de la llamada “no respuesta” o del “voto oculto”, ya ha sido de algún modo abordada por las y los expertos.

Sin embargo, quedan otras cuestiones que poco o nada tienen que ver con cuestiones matemáticas: se trata del modelo de negocio en que se han convertido la mayoría de las casas encuestadoras, pues a diferencia de lo que ocurre en procesos mercadológicos o en estudios de corte académico o de política pública, cuando se trata del ejercicio político como tal, la cuestión cambia.

¿Quién y para qué paga una encuesta? ¿Se trata de contrataciones genuinas para la toma de decisiones o se trata del desarrollo de instrumentos para su uso propagandístico?

Una encuesta no es un modelo de pronóstico; pero es totalmente falso que no pueda asumirse que sus resultados, sobre todo en fechas cercanas a las votaciones, no deberían tener grados de certidumbre, asertividad y congruencia lógica con lo que ocurre realmente.

Ética es la palabra clave en todo esto, y para dimensionarla no hay ni números ni indicadores; todo lo demás, debe poder explicarse en el margen de error establecido.

@saularellano

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