Escrito por 12:00 am Bernardo Kliksberg, Igualdad de género

Género, una mirada de conjunto

El Día Internacional de la Mujer llegó con avances, pero hay muchos problemas abiertos. La discriminación de género no es un tema más


La Conferencia Mundial ONU 2017 sobre género estuvo dedicada al tema laboral. Es positivo que las cifras hayan mejorado, pero 76% de los hombres trabaja, frente a 49.6% de las mujeres, y las condiciones salariales son muy diferentes, ya que las mujeres ganan 23% menos que los hombres en una posición de trabajo igual.

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El índice global del Foro de Davos dice que a este ritmo tardarán 170 años en igualar a los hombres

También es muy lento su progreso en cuanto a llegar al board de dirección. A pesar de sus avances en años de escolaridad y en adquirir títulos universitarios se las excluye de los altos puestos directivos: son menos del 10% de los integrantes de consejos directivos empresariales en América Latina, y menos del 15% en Europa, con excepción de los países nórdicos.

Asimismo, el trabajo de la mujer en el hogar sigue sin reconocimiento alguno. Implica entre otros aspectos, cuidar de la educación de los niños, atender a adultos mayores, ocuparse de la gestión diaria del hogar, hacer las tareas domésticas. En América Latina las mujeres realizan más de 90% de dichas tareas. Sin embargo, todo ese mundo de trabajo, que para la mitad de las mujeres representa una doble jornada, porque tienen asimismo empleos, es desvalorizado. No se pagan salarios. No figura en las cuentas nacionales. No se contabiliza. No tiene mayor reconocimiento social.

Como lo resaltara un prominente especialista en grandes urbes, Manuel Castells, suele ser llamado como “las mujeres que no hacen nada”. Anota agudamente Castells: “si las mujeres que no hacen nada dejaran de hacer esa nada, todas las ciudades que conocemos se paralizarían inmediatamente”.

Junto a los problemas en el mercado de trabajo, sigue en plena vigencia el tema de la violencia. En América Latina se estima que hay 12 asesinatos de mujeres diarios, y más de un tercio de las personas del sexo femenino han sido objeto de violencia. En algunos países, como México y Guatemala, cifras de impunidad de 99% han acompañado a los feminicidios.

La situación de México ejemplifica la dificultad de lograr reducir realmente la violencia. De acuerdo con las cifras del INEGI,  21,045 mujeres fueron asesinadas de 2006 a 2015. El peor año fue 2012, cuando hubo 2,764 homicidios. En el quinquenio de 2010 a 2015 hubo 12,896 asesinatos. Un aumento de 85% entre el año 2000, con 1,028 homicidios, a 2015, cuando alcanzaron los 2,383.

Uno de los detonantes del feminicidio, tanto en México como otros países de la región, es la decisión de la mujer de separarse de la pareja por la que es maltratada para buscar otra. Cuando se les preguntaba por qué se separaron, 49% indicó que su cónyuge tenía otra pareja, 44.4% que era grosero o agresivo, 37% que tenía problemas con alcohol o drogas, 35.8% que vivía violencia. La violencia doméstica tenía la siguiente composición: 51% decía que la pareja le gritó, insultó o amenazó; 30% que la agredió; y 21% que agredió a otros integrantes del hogar.

A las cuestiones anteriores hay que agregar que se nota cierto estancamiento en la incidencia de la mujer en el plano político. Como lo ha resaltado Antonio Guterres, secretario general de la ONU, la igualdad laboral de la mujer es indispensable para el desarrollo sostenible. La superación del machismo que alienta las discriminaciones y la violencia es esencial para tener una sociedad sana.

Bernardo Kliksberg es asesor especial del PNUD/ONU    kliksberg@aol.com

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