Escrito por 12:00 am 2015, Cultura, MS en Excélsior

La discriminación y el uso del tiempo

por Mario Luis Fuentes

La distribución del trabajo, remunerado y no remunerado, sigue siendo profundamente inequitativa entre mujeres y hombres: del total de horas laboradas con remuneración en el país, los hombres desarrollan el 65%; en contraste, el trabajo no remunerado en los hogares es desarrollado en un 77% por las mujeres. Ellas destinan 26.2 horas semanales al cuidado de la salud de los otros integrantes del hogar, mientras que los hombres aportan un promedio de 14.6 horas. Es hora de generar un cambio sustantivo.


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Existe evidencia en torno a que los estereotipos son una de las principales fuentes de las prácticas y actitudes discriminatorias. En lo particular, en lo que se refiera a las diferencias entre mujeres y hombres, a pesar de algunos avances relevantes, en los hogares siguen predominando prácticas y ejercicios de violencia sustentados en prejuicios y estereotipos inaceptables en torno a lo que socialmente “se espera” de las niñas, adolescentes y mujeres adultas.

Uno de los instrumentos más recientes que ha generado información al respecto es la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT, 2015), levantada en conjunto por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).

En esta Encuesta se revelan datos que no dejan de asombrar y de indignar, pues continúa una muy pesada carga de inequidad en la distribución de las actividades domésticas no remuneradas, además de la inmensa mayoría de actividades relacionadas con la economía del cuidado.

Estas condiciones de desigualdad e inequidad pueden ser imputadas directamente a la discriminación y los estereotipos de género. En esa lógica, y considerando que el día de ayer, lunes, fue el Día Nacional contra la Discriminación, se describe el panorama general del país en esta materia.

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La composición de los hogares

De acuerdo con la ENUT, 2015 hay en el país un total de 33.09 millones de hogares, en los cuales se agrupan los 120.2 millones de habitantes que ya somos; de esta suma, 11.12 millones de hogares se ubican en localidades con menos de 10 mil habitantes; mientras que 21.9 millones se ubican en localidades con 10 mil habitantes o más.

En los hogares ubicados en las localidades con menos de 10 mil habitantes se agrupan 42.72 millones de personas, lo cual implica un promedio de 3.8 integrantes por hogar; en el caso de las localidades con más de 10 mil habitantes, la población total que los integra suma 77,834,939 personas, lo cual arroja un promedio de 3.5 integrantes por hogar.

Apoyos del gobierno

De acuerdo con los datos del INEGI, de los 33 millones de hogares, habría en 2015 una suma de 12.8 millones que reciben algún tipo de apoyo gubernamental. El más extendido es el Programa Prospera, el cual llega a 6.39 millones de hogares; en segundo sitio está el Programa de Atención a las personas Adultas Mayores, con 3.85 millones de hogares beneficiados; y en tercer lugar está el Programa de subsidio a la Leche LICONSA, con 2.69 millones de hogares.

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Llama poderosamente la atención que aun cuando éstos y los otros programas de más amplia cobertura tienen algún componente alimentario, el número de personas en vulnerabilidad por carencia de acceso a la alimentación ronde, según los datos del CONEVAL, los 30 millones de personas; lo cual es indicador de dos cosas: o los programas no se están focalizando apropiadamente, o las condiciones de vulnerabilidad y pobreza son mucho más profundas y extendidas que lo que podemos percibir a través de las estadísticas de que disponemos.

La economía del cuidado

Uno de los ámbitos en que se registra una mayor desigualdad entre mujeres y hombres en los hogares es la inequitativa distribución de la carga de cuidado de sus integrantes.

Por ejemplo, en lo que respecta al capítulo de “Cuidados especiales a integrantes del hogar por enfermedad crónica, temporal o discapacidad”, las mujeres reportan que invierten un promedio de 26.2 horas semanales (nótese que es equivalente a media jornada laboral completa); en contraste el promedio para los hombres es de 14.6 horas.

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En lo relativo a los cuidados de integrantes del hogar de 0 a 5 años, las mujeres disponen, en promedio, 12.9 horas a la semana; mientras que los hombres destinan 5.3 horas.

Es importante destacar también que en lo tocante al cuidado en el hogar de las personas mayores de 60 años, las mujeres destinan 17.4 horas, mientras que los hombres lo hacen en promedio con 15.2 horas semanales, siendo este rubro en el que se presenta una menor inequidad entre ambos sexos.

Ellas trabajan más

De acuerdo con la ENUT, las mujeres trabajan más horas a la semana que los hombres; la diferencia se encuentra en el tipo de trabajo que desarrollan. Por ejemplo, del total de horas trabajadas a la semana en el país, las mujeres aportan el 58% del total.

Sin embargo, cuando se secciona el tipo de trabajo remunerado se tiene que el trabajo para el mercado es desarrollado en un 65% por los hombres; cuando se trata de producción de bienes de uso exclusivo para el hogar la distribución es prácticamente paritaria pues las mujeres desarrollan el 49%; mientras que, en sentido inverso, del total de horas dedicadas al trabajo no remunerado las mujeres desarrollan el 77%.

*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 20- Octubre- 2015, p.23

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