Escrito por 12:00 am Mario Luis Fuentes, Mundo

Más allá de Donald Trump

La elección del día de mañana en Estados Unidos de América es, sin duda, de una relevancia mayúscula para nuestro país, empero, asumir que su resultado es el principal factor explicativo de nuestra fragilidad económica y financiera es un argumento que debe revisarse.


Más allá de la especulación, no hay ningún argumento económico que permita explicar con seriedad por qué nuestra moneda puede someterse a un proceso de depreciación, como el que estamos viendo, ante la posibilidad de que Donald Trump resulte elegido.

Lo que el “affaire Trump” ha puesto de manifiesto son, antes bien, los perniciosos efectos de la corrupción y de la impunidad en todos los niveles, la incapacidad para crecer más allá del 2% anual en los últimos 30 años y nuestras incapacidades estructurales para generar un quiebre tanto de la desigualdad como de la pobreza, así como de la inmensa depredación de gobiernos estatales y municipales y su reiterado saqueo a las arcas públicas.

Así, lo que debe decirse es que gane o pierda Donald Trump no puede aceptarse como argumento que en ello se cifra la posibilidad de una crisis mayor para el país, porque de hecho ya la estamos padeciendo y ello se expresa en múltiples formas.

Quizá el más complejo y urgente de los problemas que enfrentamos es el relativo a la inseguridad. Por ejemplo, el dato relativo a los homicidios dolosos muestra un peligroso repunte en este año, respecto de los dos previos. En efecto, en 2013, de acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se registraron 18 mil 332 homicidios dolosos.

Para el año 2014, la cifra oficial se ubicó en 15 mil 643, es decir, un 15% menos respecto del año anterior; en 2015, el dato tuvo un repunte a 17 mil 34 casos, es decir, un 9% más respecto del año previo. Finalmente, con fechas a septiembre de este año se han registrado 15 mil 201 homicidios dolosos y, de acuerdo con la tendencia anualizada, podrían rebasarse los 20 mil, es decir, un retorno a las cruentas cifras que conocimos entre los años 2010 y 2012.

En lo que va de 2016 se han presentado 1.15 millones de denuncias ante los Ministerios Públicos del fuero común, entre ellos, 417 mil 503 corresponden al delito de robo, y entre ellas, 123 mil 51 casos fueron catalogados como robo con violencia.

La cifra negra reportada por el Inegi es increíblemente elevada, lo cual nos ha llevado a una situación límite en la que el hartazgo ante la inacción y, en muchos casos, la indolencia de la autoridad, adicionados a la pobreza, la desigualdad y la precariedad económica de millones de familias han creado una peligrosa escalada de violencia en la que no pocas personas han decidido tomar la justicia con sus propias manos.

Frente a ello, la distancia de los políticos es incomprensible: desde los legisladores que alardean ser consumidores de trata de personas hasta los que cantan en la tribuna del Senado de la República son muestra de la indiferencia e insensibilidad con que se mueven frente a los dolorosos problemas que aquejan cotidianamente a las personas y sus familias, y que exigen una comedida responsabilidad republicana.

Las decenas de miles de muertes prevenibles y evitables que ocurren cada año, la economía que no crece y no redistribuye, la violencia que no cede, el crecimiento de las adicciones, una expansiva pandemia de obesidad y la persistencia de la desnutrición, la impunidad del crimen organizado y otros tantos males nos muestran en conjunto que el tema “Donald Trump”, en realidad, puede verse como un asunto marginal.

Estamos ante la evidencia de que el Estado ha perdido, en varios territorios, el monopolio de la violencia legítima, y cuando en lugar del diálogo lo que suenan son las balas, puede sostenerse que la sociedad está realmente en peligro.

@MarioLFuentes1 Barack Obama presentó su último “discurso a la nación” el pasado marte

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