por Adrián Acosta
1. Vale la pena recordarlo: el cambio político y social mexicano experimentado en las últimas tres décadas se estructuró sobre dos grandes ejes. De un lado, un conjunto de reformas y ajustes económicos claramente orientados hacia fortalecer las fuerzas del mercado y disminuir el papel simbólico y protagónico del Estado en la conducción de la economía. Son las reformas de mercado cuyo mascarón de proa fue el discurso neoliberal de modernización económica, libre comercio y competitividad internacional.
El otro gran eje fue la democratización política, con la creación de un sistema de partidos incubado en el contexto de un sistema electoral crecientemente competitivo, de un pluralismo moderado, que produjo fenómenos de alternancia política a nivel federal y a nivel estatal y municipal. Estos ejes, hay que insistir una y otra vez, no fueron producto del crecimiento económico o la estabilidad política del viejo régimen. Por el contrario, fueron las respuestas institucionales a situaciones de crisis económica y de legitimidad política, que estallaron de manera separada lo largo de los años ochenta y primero noventa del siglo pasado.
2. La política social moderna, la que surgió en este contexto de crisis y ajuste, de conflicto y de política, adquirió (casi) desde el principio un carácter compensatorio, residual y corporativo.
Si bien la política social del viejo régimen posrevolucionario nunca fue universalista, es decir, abierta a todos los ciudadanos independientemente de su condición y afiliación, en los años de la reforma económica y política se acentuó su carácter focalista, corporativo a veces, casuístico en otros, que derivó frecuentemente en comportamientos prebendarios, patrimonialistas y clientelares (es decir, pre-modernos) en muchas zonas de la vida social. Esta característica de la política social ha hecho muy difícil atacar las bestias negras del subdesarrollo mexicano: la desigualdad y la pobreza.
3. Mirada desde la experiencia regional, la política social es una experiencia de claroscuros. Jalisco es una entidad de desarrollo medio en relación al conjunto nacional. Sus niveles de ingreso económico, de calidad de vida y de bienestar social son superiores a los de muchos estados del país, pero inferiores a algunos. Durante las últimas dos décadas, Jalisco ha experimentado ciclos cortos de crecimiento económico con ciclos largos de estancamiento social. La desigualdad entre pobres y ricos, entre ciudadanos con pleno goce de derechos y ciudadanos en déficit permanente de derechos sociales, se ha incrementado de manera importante, entre clases y estratos sociales, entre individuos y entre regiones.
La pobreza extrema, aunque menor que en otras entidades y al promedio nacional, es una fuente constante de malestar y deterioro de la cohesión social, un motor de comportamientos anómicos pero también un rasgo indeseable de los déficits acumulados o persistentes de Jalisco en el siglo XXI.
4. Un estudio reciente emprendido por la Universidad de Guadalajara y el Consejo Económico y Social para el Desarrollo y la Competitividad de Jalisco (el CESJAL) muestra con detalle este panorama de zonas brillantes, oscuras y grises. El proyecto Jalisco a Futuro 2012-2032. Construyendo el porvenir es un esfuerzo interinstitucional orientado a proveer de información estratégica para la toma de decisiones públicas.
Es un estudio de diagnóstico y prospectiva elaborado desde una perspectiva de política pública, cuyo objetivo general es fortalecer la eficacia y la coherencia de la acción pública en la construcción de un futuro de bienestar social con desarrollo y democracia para los jaliscienses. Para decirlo en breve: es un esfuerzo por construir una política para el futuro, a partir de un balance de lo ocurrido en la entidad durante el pasado reciente (2000-2012), pero es también un esfuerzo de reflexión prospectiva para identificar los escenarios deseables, posibles e indeseables de nuestra entidad para los próximos años.
5. Uno de los resultados del proyecto es la propuesta de construcción de un verdadero sistema de ciudanía social para los jaliscienses, es decir, un sistema de protección universal, inclusivo y abierto para todos los habitantes de la entidad. Es un proyecto ambicioso, cuyo horizonte de cumplimiento es de 20 años (2032), que requiere de construir las condiciones adecuadas para su viabilidad (principalmente hacendarias y fiscales) y de tomar decisiones públicas para hoy y para los próximos años.
6. Este sistema de ciudadanía parte del hecho de que la desigualdad y la pobreza afectan directamente la naturaleza misma de la ciudadanía moderna, es decir, imposibilitan o dificultan significativamente los derechos básicos de la población más pobre de Jalisco y de todo el país: el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, al empleo digno, y a la seguridad social, que incluye, por supuesto, el derecho a una vejez digna.
Resulta inaceptable el hecho de que millones de jaliscienses de todas las edades sobrevivan en un entorno de precariedad, pobreza alimentaria, analfabetismo e inseguridad social. Aunque algunos programas sociales han atemperado la situación de los más pobres (a través de la implementación de programas federales, estatales y municipales), su situación sigue siendo muy grave.
7. El estudio sobre el tema de “sociedad”, elaborado por Agustín Escobar y Laura Pedraza (investigadores del CIESAS-Occidente), muestra imágenes contrastantes de lo que ha ocurrido en Jalisco en la primera década del siglo XXI: un incremento de la concentración de la pobreza general en la ZMG (en términos absolutos) que ocurre en un contexto de enormes disparidades municipales, donde la pobreza extrema (medido con un “indicador compuesto de pobreza extrema” propuesto por los investigadores) es muy acusada en 10 municipios rurales de Jalisco (entre los que se encuentran Bolaños, Mezquitic o Jilotlán de los Dolores) y menos grave, proporcionalmente, en municipios como Zapopan, Guadalajara, o Tepatitlán (II).
Quizá ello explica, en parte, el hecho de que los índices de violencia proporcional (en relación con la cantidad de habitantes) por narcotráfico, por ejemplo, se concentren en los municipios más pobres y aislados de Jalisco, y disminuyan en aquellos considerados menos pobres.
8. ¿Qué significado tiene este hecho/situación para la sociedad en su conjunto? ¿Es sólo un problema de moralidad pública, como suele ser visto en ciertos círculos políticos, empresariales y sociales? ¿Es un problema económico? ¿Es un asunto de ineficacia institucional?
Ésas serían, en cualquier caso, sólo algunas dimensiones del problema. Pero hay una dimensión política más importante: muchos estudios contemporáneos han mostrado que la desigualdad y la pobreza inciden directamente en el bienestar social en su conjunto. En otras palabras, la desigualdad afecta no solamente a los sectores más pobres y excluidos de la sociedad, sino que también afecta a lo más ricos e “incluidos” de la vida social.
Una reducción en los niveles de pobreza y desigualdad social mejora significativamente la competitividad económica, la producción de capital social, la mejora de la cohesión e integración de grupos e individuos, fortalece las prácticas y hábitos democráticos, y la generación de mejores expectativas sobre el futuro de los ciudadanos. El combate a la pobreza y la desigualdad es entonces una decisión política (casi) químicamente pura. Ningún esfuerzo filantrópico, asistencialista, normativo o moral será suficiente para asumir a cabalidad el carácter político de la lucha contra la desigualdad y la pobreza.
9. Según es fama, Charles Dickens, el gran escritor británico, fue quien indirectamente, a través de sus novelas, narraciones y relatos sobre la pobreza londinense a finales del siglo XIX, influyó en la creación del Estado de Bienestar inglés, que asumió por vez primera en la historia del capitalismo contemporáneo que el problema de la pobreza y la desigualdad eran un problema del Estado democrático, no del mercado ni de los individuos.
El impulso a los derechos políticos, económicos y sociales universales (los tres “estados de ciudadanía” identificados en su estudio clásico por Thomas Marshall (III)) configuraron la base del Estado Social europeo, ése que permitió el desarrollo económico y social del continente occidental, a pesar de las guerras y los conflictos bélicos conocidos. Esa experiencia se tradujo pálidamente en México y en América Latina, con la creación de sistemas de integración precaria y corporativa de los derechos sociales, en un contexto de economías con ciclos inestables de crecimiento económico y bajo desempeño institucional.
10. Es tiempo de aprender de nuestra propia experiencia pasada, remota y reciente. El ejercicio de elaboración del PND es un ejercicio de política para las políticas públicas, no un ritual de legitimación de decisiones ya tomadas, y muy frecuentemente no argumentadas ni suficientemente explicadas.
En términos de la inclusión social tenemos más déficits y rezagos que haberes y logros. La experiencia mexicana y jalisciense de los últimos años muestra que el camino hacia la creación de un sistema de inclusión universal no sólo es un asunto de buenas intenciones, sino también de capacidades institucionales, económicas, fiscales y hacendarias. Un enfoque territorial y sectorial de combate a los rezagos sociales es indispensable para construir un sistema universal e inclusivo, efectivo y legítimo, de ciudadanía social.
Los próximos años serán cruciales para tomar decisiones políticas y públicas al respecto en los niveles federal, estatal y municipal. Y quizá habría que tomarlas releyendo al viejo Dickens en clave mexicana, cuando se refería al escenario que rodeaba el “gran corazón” de Londres de 1841 (la vetusta iglesia de Saint-Paul): “Riqueza y mendicidad, vicio y virtud, hartura y el hambre más atroz, todos ellos pisoteándose y amontonándose…”(IV). Esos rasgos de la infame pobreza londinense de finales del siglo XIX que hoy se han consolidado como parte del paisaje social mexicano urbano y rural en los inicios del siglo XXI.•
Notas y referencias:
I. Esta es una versión revisada de la ponencia presentada por el autor en el marco del Foro de Consulta en Jalisco para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. El tema fue presentado en el eje de inclusión social. El evento se realizó en Guadalajara, el 16 de abril del presente año.
II. El estudio forma parte de los resultados del proyecto Jalisco a futuro, 2012-2032. Construyendo el porvenir. Universidad de Guadalajara, 2013 (en prensa).
III. Marshall, Thomas (1964); Citizenship and Social Class and Other Essays, Cambridge University Press; Cambridge, United Kingdom.
IV. “El corazón de Londres”, en Dickens, Charles; Relatos londinenses; ed. Gadir, Barcelona, 2012; p.14.
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