1919 fue un año de retos para el gobierno mexicano encabezado entonces por el presidente Venustiano Carranza
Recién empezaba el año y en el país se dejaba sentir la agitación política con motivo de la sucesión presidencial, la cual no sucedió sino hasta el asesinato de Carranza en 1920 y el consiguiente nombramiento de Adolfo de la Huerta como presidente interino.
De acuerdo con la bibliografía especializada, el gobierno carrancista se caracterizó por sus esfuerzos para pacificar al país, reconstruir el tejido social devastado por la guerra y reactivar la economía.
En el ámbito social, nuestro país había perdido un millón de habitantes pues de acuerdo con el Censo de la Dirección General de Estadística, en México había en 1910 15.2 millones de mexicanos, mientras que para 1921, la población ascendió a 14.3 millones.
Las causas han sido estudiadas por historiadores como Javier Garciadiego, quien ha señalado que no todas las muertes fueron por la lucha armada, sino también por la gran epidemia de influenza que afectó al país a finales de 1918 y que dejó entre 300 mil y medio millón de muertos.
La epidemia de influencia que ingresó por la frontera norte y por algunos puertos, se diseminó con gran rapidez por el territorio mexicano y pronto afectó a toda la población, aunque de manera particular a los jóvenes de entre 20 y 40 años.
Ya en años previos a la epidemia, nuestro país había sido afectado por la enfermedad y el hambre. De hecho, buena parte de la mortandad en ese decenio fue por estas causas.
Esta reducción demográfica se explica también en otras causas como la emigración a Estados Unidos, país que durante la Primera Guerra Mundial demandó mano de obra preferentemente agrícola. Cabe destacar que de acuerdo con Garciadiego dicho conflicto bélico había impedido que el comercio y la inversión extranjera fluyeran a México lo que imposibilitó la reactivación económica de nuestro país.
Es de destacar que, de acuerdo con el historiador Javier Garciadiego, el factor clave para el cambio demográfico en aquella época, fueron las bajas tasas de natalidad, pues afirma que sin Revolución, el censo de 1910 proyectaba que México habría tenido alrededor de 17 millones 300 mil habitantes para 1920, y que si la cifra fuese correcta, el costo social por los que no nacieron habría sido de dos millones de mexicanos.
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