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2 de junio: una lectura.

Comparto aquí una lectura breve de algunos de los resultados de la elección más grande de la historia reciente de México, y de sus implicaciones y significados, tomando como referencia el PREP y la reciente encuesta de salida de El Financiero.

Escrito por: Roberto Castellanos *

La jornada electoral del pasado 2 de junio arrojó resultados que dejarán un fuerte impacto, de luces y sombras, en la historia política nacional. Si bien por el momento solo contamos con resultados preliminares (del PREP) y éstos aún se revisarán en los cómputos distritales que arrancan este 5 de junio, es difícil que pueda haber cambios mayúsculos a lo que ya sabemos.

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  1. Alcanzar 59.3% de la votación es indicador de un apoyo abrumadoramente mayoritario hacia Morena (más que al PT y el PVEM), hacia su candidata, ahora presidenta electa, Claudia Sheinbaum (CS), y también, al presidente de la República. A los tres y no necesariamente en ese orden. 33.2 millones de ciudadanos o uno de cada tres de los electores potenciales es una cifra contundente de la preferencia del electorado hacia una opción política. Lo que en 2018 se pudo leer como una firme convicción colectiva, hoy parecería una entrega total.
  • La avasallante preferencia política de la ciudadanía a favor de CS estuvo mediada y parcialmente se explica por una campaña que tuvo en el presidente a su principal impulsor. 4 de cada 5 electores que aprueba el trabajo del presidente votó por CS e incluso 9% de los quienes desaprueban su trabajo también votaron por ella. Casi nada pudieron hacer ante la omnipresencia del presidente y sus declaraciones, las más de 50 medidas cautelares impuestas por la autoridad electoral, inédito en la historia electoral del país, y que fue solo una de las muchas evidencias del peso que dejó sentir el presidente y el gobierno federal en esta campaña. Esta fue una elección estrictamente legal, pero inequitativa, quizá tanto, o incluso más que la del 2006.
  • Pero sería miope afirmar que la inequidad en la contienda (mañaneras, trabajo territorial con los servidores de la nación) explica por sí sola el resultado del 2 de junio. 57% de quienes votaron usando como criterio las ideas y propuestas de las candidatas presidenciales, lo hizo por CS (solo 29% por Xóchitl Gálvez, XG). Incluso entre aquellos ciudadanos que buscaban un cambio, 40% lo hizo por CS, frente a 42% por XG.
  • El resultado de la elección federal del 2021 y sobre todo la local en la CDMx alentó la idea del voto de clase: los pobres votaron por Morena y la clase media, castigando los malos resultados del gobierno de López Obrador, votó por la oposición. Esta interpretación pierde sustento con los resultados del 2 de junio. Si bien 71% de la ciudadanía que se define de clase baja votó por CS, 59% de la clase media y 49% de la media-alta lo hizo también por la opción Morenista. Más de la mitad de la clase media y media-alta se decantó por CS, no por XG, quien solo concitó el voto de alrededor de un tercio de este sector de la población. CS les ganó a las otras opciones presidenciales en todos los rangos de clase social.
  • Fortalece el punto anterior el hecho de que la entrega de apoyos sociales no parece haber hecho diferencia significativa a favor del oficialismo. Es cierto que 69% de los que reciben apoyos sociales votaron a favor de CS, pero también lo hizo 49% de los que no reciben apoyo. Recordemos, además, que diversos análisis han evidenciado que en la administración de López Obrador los apoyos sociales, aunque siguen siendo progresivos (se da más a quien menos ingresos tiene), lo son un poco menos que antes, en parte, por el carácter universal, no focalizado de esos apoyos, que también benefició a sectores de mayores recursos relativos.
  • El nivel de escolaridad puede ser un indicador equiparable al nivel de ingreso de la población, pero también es referencia del nivel de acceso a información y de una aproximación más crítica a las campañas. En todos los niveles de escolaridad, CS superó a la oposición. Lo hizo, incluso, entre las y los universitarios: 48% votó por CS, frente a 41% a favor de XG.
  • Movimiento Ciudadano (MC) supo hacer campaña, enfocada en los jóvenes universitarios. Fue una decisión estratégica. No solo incrementó su votación total (de 1.7% en 2018 [sin candidato propio] y 6.9% en 2021 [elección de diputados] a 10.4% en 2024), sino superó la votación del PRI (9.6%). El efecto final parece haber tenido resultado: los jóvenes de 18 a 24 años de edad votaron en la misma proporción por Jorge Álvarez Máynez (JAM) que por XG, 24%. Otra discusión será, el efecto del doble discurso opositor de MC en la campaña de XG: en contra del oficialismo y de los partidos “de siempre”.
  • No deja de sorprender que un gobierno que ha promovido la presencia de las fuerzas armadas mucho más allá de las tareas de seguridad y que en general tiene poca evidencia para llamarse de izquierda, haya recibido el apoyo abrumadoramente mayoritario, de 80%, de quienes se ubican en dicha orientación ideológica. Se trata de un claro triunfo de la engañosa narrativa de izquierda-derecha que se impuso desde la presidencia, pero también de la dificultad o incapacidad de la oposición para evidenciar la falacia de ese discurso.
  • Una síntesis del voto a favor de XG y de la dimensión de su derrota es que solo le favoreció mayoritariamente quienes votaron para defender la democracia (56%), quienes desaprueban el trabajo del presidente (75%), los que están en contra de la 4T (78%) y quienes se consideran de derecha (51%).
  1. Es un logro mayúsculo que hoy tengamos una mujer presidenta. Los techos de cristal, tabúes, mitos y sesgos que con este resultado se fracturan son ejemplo de un avance político fundamental en un país aun predominantemente machista como lo es México. Pero hay nubarrones que ensombrecen este resultado. Uno de ellos es la violencia política de género, que se incrementó cinco veces en estas elecciones respecto de las del 2018 (las quejas en esta materia pasaron de 13 a 79).

Sobre todo, y esto es lo más importante, el género no despeja las posibilidades de que se cristalice un gobierno con inclinaciones autoritarias. Recordemos, de nuevo, que el paquete de reformas constitucionales que presentó el presidente el 5 de febrero pasado fue refrendado por la propia presidenta electa. El Plan C, como también se le llama a ese conjunto de reformas, desaparece la representación proporcional en el Congreso, y somete al INE y al poder judicial, incluido el tribunal electoral, a la lógica partidista de la elección popular de sus titulares.

En diciembre de 1983, al asumir el poder presidencial de Argentina y acabar con la larga noche de la dictadura militar en aquel país, Raúl Alfonsín dijo: “la democracia es un valor aún más alto que el de una mera forma de legitimidad del poder, porque con la democracia no sólo se vota, sino que también se come, se educa y se cura”. La frase condensa los anhelos que todas las transiciones a las democracias han buscado desde hace décadas: la libertad para decidir quién gobierno y también, mejores condiciones materiales de vida.

México lleva tan solo 30 años de elecciones democráticas, con una autoridad electoral autónoma, con contrapesos construidos a trompicones y abigarramientos, pero ha avanzado. Lo que no hemos hecho es mejorar significativamente las condiciones materiales de vida de la población. La pobreza y la desigualdad de ingresos siguen ahí. Luego de 3 décadas de democracia, esta no le permitido comer, educarse y curarse a millones de mexicanos, como habría anticipado Alfonsín.

Si algo ha de reconocerse a la administración de López Obrador es que ha contribuido a mejorar el salario mínimo, el ingreso laboral de millones de mexicanos y ampliar las oportunidades de trabajo (incluso si es informal). Tras décadas de gobiernos incapaces de mejorar las perspectivas económicas de la población, este gobierno, con su amplio cúmulo de defectos, arbitrariedades y amenazas a la vida democrática, y al deterioro en las capacidades del Estado para dar seguridad, salud y educación de calidad, ha logrado que millones de familias tengan acceso a satisfactores que antes solo imaginaban.

Quizá algo de eso ayude a entender el resultado de estas elecciones. Es probable también que con la defensa de la democracia ocurra algo similar al cambio climático. Es muy complejo articular la acción colectiva a favor de un bien común, cuyos beneficios no se aprecian en lo inmediato, sino hasta que se pierden, y cuando las necesidades cotidianas, de hoy y del día siguiente, son tan apremiantes para tantas personas. No se trata de abandonar la defensa de la democracia (o la lucha contra el cambio climático, para el caso), sino de renovar su defensa, aceptando la realidad.

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* Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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