Escrito por 3:00 am Destacados, En Portada, Mario Luis Fuentes, Salud • Un Comentario

80 años del IMSS

La creación del Instituto Mexicano del Seguro Social fue uno de los más grandes logros de los gobiernos posrevolucionarios. En medio de la Segunda Guerra Mundial, el Estado Mexicano decidió avanzar por la ruta de varios países europeos en la construcción de instituciones garantes de uno de los derechos más preciados en el orden jurídico nacional de entonces, y por supuesto, aún ahora.

Escrito por:   Mario Luis Fuentes

La promulgación de la Ley del IMSS en 1943 fue también un momento definitorio para el país, porque a pesar de las oposiciones que se dieron en su momento, el Instituto logró rápidamente convertirse en uno de los elementos más importantes en el imaginario nacional, dando sentido de cohesión social en muchos sectores de la población, dada la cada vez más amplia gama de servicios a los que se tenía acceso una vez que se lograba la afiliación.

A pesar de su fortaleza, el IMSS ha atravesado por diferentes crisis, determinadas en su mayoría por la insuficiencia en el crecimiento económico y la escasez de recursos para potenciarlo; esto a la par de una permanente incapacidad de la economía para generar empleos que den acceso a la derechohabiencia, pero que también contribuyan a fondearlo vía las aportaciones obrero-patronales.

Te invitamos a leer: Vicios públicos: el plagio

El acceso a la seguridad social es tan relevante, que el carecer de ella es un indicador de pobreza para millones de personas. Para ilustrar lo anterior basta con citar el dato relativo a que, una niña o niño que vive en el sector rural mexicano o es parte de alguno de los pueblos originarios y que simultáneamente habite en una vivienda con piso de tierra y sin seguridad social, enfrenta un 95% de probabilidades de estar ubicado entre la población en pobreza.

En los últimos años se han llevado a cabo esfuerzos importantes para ampliar la cobertura y la afiliación de personas. Así por ejemplo, la apertura de la posibilidad de que las personas trabajadoras del hogar puedan afiliarse; o bien la protección a personas cuya pareja tiene el mismo sexo. Pero es evidente que estos avances, siendo relevantes, siguen siendo insuficientes para lograr que todas las personas puedan beneficiarse de esta institución.

En ese sentido, la discusión que debería darse ahora en torno al IMSS tiene dos vertientes fundamentales: ¿cómo hacer crecer su infraestructura y mecanismos de afiliación, para que independientemente del estatus laboral de las personas, la derechohabiencia sea una oportunidad para toda aquella persona que así lo deseara? Y lo segundo, ¿cómo construir un gran sistema nacional de protección social y de salud, del cual los servicios médicos y las prestaciones sociales y económicas sean dos de sus pilares fundamentales?

Si algo hizo evidente la pandemia de la COVID19 fue precisamente la desprotección de la población nacional frente a los viejos, pero también frente a los nuevos riesgos sociales. Porque si bien se logró la reconversión de clínicas y hospitales para atender la emergencia, esto no evitó la muerte de más de cerca de 700 mil personas y, como efecto colateral, llevó a la profundización de la crisis del diferimiento de consultas, cirugías y procesos de rehabilitación de millones de personas.

Todo ello nos ha colocado en una crisis sin precedentes, pues el resultado que tenemos es un país que, entre los años 2020 y 2022 ha perdido a poco más de 3 millones de personas, de los cuales, al menos la mitad de ese número de defunciones se podrían ubicar en lo que se denomina como “muertes evitables” y “muertes en exceso evitables”.

Nunca antes en la historia del país habíamos tenido tal cantidad de defunciones en tan corto tiempo. Y esto obliga a pensar necesariamente en la urgente reforma fiscal que permita resolver tres cuestiones fundamentales en la construcción de un país de derechos humanos y bienestar generalizado: a) garantizar cobertura universal; b) garantizar pensiones dignas en la vejez o asociadas a procesos discapacitantes; y c) redistribuir con mayor equidad social la riqueza del país a fin de atemperar las profundas desigualdades que nos dividen y en no pocas ocasiones también nos confrontan.

Debe considerarse que el sistema nacional de cuidados que se ha planteado debe incluir mecanismos de protección social particularmente dirigidos a la niñez: guarderías y centros de cuidado, seguros y de calidad; así como centros de cuidado y mecanismos de protección para personas adultas mayores, lo cual debe incluir instrumentos para garantizar, cuando es posible, el envejecimiento activo.

Debe considerarse que México enfrenta uno de los procesos de envejecimiento más acelerados del mundo; que en ciudades como la de México, el Índice de Envejecimiento ya rebasa los 100 puntos, y que de aquí a 2030 habrá cuando menos otras cinco entidades en ese nivel.

Pensar a un IMSS renovado, potente y con más y nuevas capacidades, implica tener la capacidad y la audacia de pensar en horizontes de largo plazo. Su edificación debe ser un proceso permanente que nos lleve gradual, pero aceleradamente, hacia un país incluyente, justo y generoso en los próximos 100 años.

No debe olvidarse además que el IMSS es depositario también de programas complementarios, como lo fue en su origen el IMSS-COPLAMAR proyecto que era parte de una gran estrategia de desarrollo regional, y que luego de múltiples transformaciones, a la fecha es lo que ha permitido al Gobierno de la República replantear el esquema general de afiliación.  Desde esta perspectiva no es exagerado decir que el IMSS y la UNAM constituyen dos instituciones centrales del Estado Mexicano y que, por su vocación y sentido social, permitirían reconstruir un proyecto nacional de gran calado.

Tener un sistema de seguridad social como el planteado es factible. Su costo financiero puede ser afrontado en el corto y el mediano plazo; pero ello requiere redefinir prioridades; llevar a cabo inversiones de gran calado para rehabilitar su infraestructura y equipamiento; ampliarla donde sea más urgente hacerlo, y tener un plan bien articulado para pensar que, en 10 años, toda mexicana y mexicano pueda estar cubierto por la solidaridad social que están implícitas en su logotipo institucional. 

La existencia del IMSS es la diferencia para millones de personas, entre la vida y la muerte; así ha sido por décadas. Por ello la responsabilidad del Estado es velar por su preservación y trabajar con todas las capacidades posible, para que estos sean solo los primeros 80 años de vida de una de las Instituciones más importantes en el panorama social de México

También podría interesarte: Salud a la danesa ¿en México?

Investigador del PUED-UNAM

(Visited 222 times, 1 visits today)
Cerrar