por Cuauhtémoc Valdés
Hace treinta años, el modelo de salud en México inició su transformación más reciente y acaso más profunda. Hoy todavía el acceso pleno a los servicios de salud es un afán, y los avances enfrentan retos aún no suficientemente superados
En efecto, el 3 de febrero de 1983 la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos incorporó el Artículo 4º, mediante el cual toda persona tiene el derecho a la protección a la salud, y se ordena la definición de las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y la concurrencia de la federación y las entidades federativas en materia de salubridad general.
Hay que reconocer los avances importantes que se han alcanzado en la mejoría de los niveles de salud de la población mexicana en varios indicadores fundamentales: en la implantación de estrategias para combatir epidemias como la influenza y el dengue; en la ampliación de la oferta de servicios con nuevos hospitales regionales de alta especialidad, hospitales de segundo nivel y clínicas de primer contacto; en la creación de nuevos institutos nacionales de salud como los de Salud Pública, Medicina Genómica, Rehabilitación y Geriatría; y en el establecimiento del Sistema de Protección Social en Salud que ha abierto la movilización de recursos a poblaciones que antes no estaban protegidas por la seguridad social.
Pero los avances enfrentan retos como: la mortalidad materna, que es un punto rojo en la lista de las metas del milenio para el país; el embarazo a edades tempranas; la violencia intrafamiliar, en particular hacia la mujer, una prueba aún no superada; la persistente falta de acceso efectivo a los servicios de salud, no sólo a los especializados, sino incluso a los básicos; el embate de las enfermedades crónico- degenerativas, que continúa en ascenso y ya representa una carga importante del gasto en salud; la pandemia de la obesidad y la diabetes mellitus, que nos ubican en nada honrosos primeros lugares en el plano mundial; la carga de enfermedades como la hipertensión y la obesidad infantil, que afectan cada vez a más mexicanos; la falta de una atención integral al anciano, una constante en los servicios; y la incipiente promoción de una vida físicamente más activa.
Servicio de salud universales
Las nuevas avenidas de la política pública en salud apuntan a avanzar en forma más decidida hacia la universalidad de los servicios de salud en un afán de lograr un sistema unificado de salud y contribuir así al avance hacia la protección a la salud que merece todo mexicano.
La universalidad de los servicios de salud deberá atender a las necesidades esenciales de todos los mexicanos, con servicios equitativos, oportunos y de calidad. Ya se plantea generar y perfeccionar mecanismos estructurales y de gestión dentro de las instituciones públicas para el adecuado aprovechamiento de los recursos humanos, instalaciones, equipos y materiales, financieros y de información, así como de conocimiento que hagan efectivo, oportuno y con calidad el servicio que se brinda a la población, independientemente de su condición laboral, social y cultural.
Al mismo tiempo, se hace necesario fortalecer a las entidades federativas para avanzar a una equilibrada distribución de competencias de las responsabilidades en materia de salud pública y de atención a la salud de las personas. Además, es necesario garantizar recursos suficientes para la salud pública de forma adecuada en un balance con los que se requieren para la atención a la persona, con énfasis en los servicios preventivos. Ya se ha demostrado el costo-efectividad de las intervenciones preventivas sobre las curativas, de rehabilitación o tratamiento.
Avanzar hacia la universalidad habrá de contar con la valiosa participación del sector privado y de la sociedad civil para desarrollar asociaciones de inversión en infraestructura, abasto de insumos y medicamentos, obra social, sistemas de información y tecnología de comunicaciones, así como en la prestación de servicios. La apertura de los programas públicos a los servicios privados y a las organizaciones de la sociedad civil será un ingrediente necesario si queremos que el derecho a la protección a la salud sea una garantía efectiva de los ciudadanos.
Formar al recurso más importante
Por otra parte, un problema que requiere cuidadosa atención es el relativo al personal profesional de los servicios de salud, que reviste aspectos de índole cuantitativa y cualitativa: ingresos, matrícula y egresos de las instituciones formadoras de los profesionales de la salud; las plazas en el mercado laboral, principalmente en el sector público; el desequilibrio entre las especialidades y las necesidades de salud; la calidad de la educación que se ofrece, la de los establecimientos en donde se llevan a cabo y de los servicios que se prestan.
Los desafíos demográficos y epidemiológicos exigen de más médicos, más enfermeras y más profesionales de la salud, pero al tiempo se observan fenómenos de subempleo, desempleo y autoempleo profesional. Los que tienen trabajo remunerado se encuentran mal distribuidos a lo largo del territorio nacional y en algunos casos hay poblaciones, ciudades importantes, en donde las condiciones de seguridad pública los alejan de sus responsabilidades. Asimismo, las especialidades médicas ya no corresponden a las necesidades de salud: es urgente fortalecer la medicina familiar, y la geriatría compite en desventaja con las preferencias de los estudiantes por las especialidades tradicionales o las mejor remuneradas.
Si bien se ha ampliado la oferta de servicios con clínicas, hospitales y centros de alta especialidad, estos se encuentran subocupados; la certificación de las especialidades ha sido un mecanismo para acrecentar la calidad de los servicios, y se hace necesario fomentarla para alcanzar los mayores niveles de desempeño.. El personal médico, de enfermería y de apoyo, es el recurso más importante con que se cuenta para mejorar las condiciones de salud, y para garantizar la calidad técnica y el trato digno que demanda la población. Para ello, la formación de los profesionales, la educación continua, el reentrenamiento y la certificación de especialistas serán estrategias a reforzar por las instituciones formadoras y las prestadoras de servicios.
Se requiere mantener estándares en la calidad de la formación, de ahí la importancia de órganos reguladores como el Consejo Mexicano para la Acreditación de la Educación Médica y el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior.
Los retos de la investigación
Por otra parte, México se ha distinguido por la investigación en salud que llevan a cabo sus instituciones de salud y las principales universidades del país. Sin embargo, aún se carece de recursos suficientes para mantener y elevar su calidad. La promoción de la investigación básica, clínica, epidemiológica, antropológica y de servicios de salud es tarea esencial en los años por venir, a fin de contar con el respaldo científico, la evidencia consolidada, el fundamento para perfeccionar las capacidades diagnósticas, la vigilancia epidemiológica, la intervención clínica, y la mejor organización de los servicios y ofrecer servicios asequibles, oportunos, eficientes y de calidad a la población mexicana.
Las políticas públicas requieren de una más fortalecida y renovada salud pública, sustentada en la generación de conocimientos para diseñar e instrumentar acciones que protejan a la población contra riesgos a la salud; por lo que toca a la atención a la persona, la generación de conocimientos actuales es necesaria para comprender mejor la etiología de los problemas de salud y, por tanto, para mejorar la efectividad de la práctica clínica y el desarrollo de intervenciones médicas y tecnológicas eficaces y eficientes; asimismo, la investigación debe contribuir a generar tecnología para la salud adecuada a las condiciones y problemas actuales, y en la generación de soluciones, vinculando a la academia, el sector salud, el sector privado e industrial para este fin.
Responsabilidad de todos
La tarea de la salud no es sólo una tarea de gobierno. La salud es responsabilidad de todos. Se requiere el concurso de una sociedad mejor informada, más conocedora de sus derechos y obligaciones, más demandante y exigente de los servicios que recibe o que no recibe. Requiere el concurso del sector privado y, sobre todo, de la sociedad civil organizada.
Los hogares, las escuelas, los centros de trabajo y los núcleos de convivencia de las comunidades son lugares idóneos para identificar, gestar y ejecutar acciones, sobre todo preventivas, para lograr una mejor salud. Más de 6,000 organizaciones de la sociedad civil llevan a cabo acciones de asistencia social; atención médica; rehabilitación; promoción de la salud; nutrición y alimentación; de fomento de la investigación y la actividad física; entre otras. Fomentar el nacimiento de nuevas organizaciones y contribuir a su fortalecimiento institucional, a su desempeño, son tareas que requiere impulsar el sistema de salud para avanzar hacia la universalidad de los servicios de salud.
México continúa con el doble reto de combatir padecimientos que se pueden prevenir, al tiempo que enfrenta ya el peso de las enfermedades crónicas y degenerativas. El combate a la pobreza y la atención a necesidades sociales no suficientemente atendidas incidirán en incrementos significativos de las demandas de la salud pública, la atención médica y la asistencia social, y para ello hay que facilitar y fortalecer la labor y contribución de las organizaciones de la sociedad civil desde ya.
Las tres décadas que han transcurrido desde la promulgación del derecho a la protección de la salud han generado una empresa colosal del Estado mexicano para contar con un Sistema Nacional de Salud, fruto de la continuidad en las políticas públicas; del quehacer persistente de las instituciones del sector salud; de la asunción de responsabilidades de los gobiernos de las entidades federativas; de un sector privado cada vez más comprometido en su concurso; de una sociedad civil más fortalecida; y de una población más consciente de su salud.
Hoy, el desiderátum y el compromiso persisten para avanzar a una sociedad que supere siete obstáculos para el mejor desempeño del sistema de salud, ya señalados desde principios del presente siglo: la inequidad; la insuficiencia; la ineficiencia; la inadecuada calidad; la insatisfacción; la inflación; y la inseguridad.
La protección a la salud debe comprenderse como una política de Estado, un derecho social crecientemente efectivo; un instrumento estratégico para el combate a la pobreza; un componente esencial de la democracia; una divisa de participación de la sociedad civil organizada; una estrategia fundamental para el desarrollo económico; y una responsabilidad de todos.•
Nota:
I. Las siguientes reflexiones derivan de documentos que han sustentado la reforma de salud en los últimos treinta años, que se consigna al final, y en donde el autor ha tenido la oportunidad de participar
Referencias:
I. Hacia un Sistema Nacional de Salud. Universidad Nacional Autónoma de México, 1983
II. Economía y salud. Propuestas para el avance del sistema de salud en México. Fundación Mexicana para la Salud, México, 1994.
III. Hacia un México más saludable. Una visión del sector privado. Fundación Mexicana para la Salud, México, 2001
IV. La salud de los mexicanos en el siglo XXI: un futuro con responsabilidad de todos. Fundación Mexicana para la Salud, México, 2005
V. La salud en México. Visión de FUNALUD. Fundación Mexicana para la Salud, México, 2006.
VI. Universalidad de los servicios de salud. Propuesta de FUNSALUD. Fundación Mexicana para la Salud, México, 2012.
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