La renovación periódica de elecciones obedece a diversas disposiciones constitucionales y legales inscritas en un sistema democrático como el que gozamos, esto permite que la fuerza de la decisión sobre quién o quiénes nos gobiernen recaiga en las y los ciudadanos que se encuentran inscritos en el listado nominal de electoras y electores.
Articulo del Mtro. Fernando Díaz Naranjo
Por ello, los partidos políticos o bien, las alianzas que se conformen a través de las figuras denominadas coaliciones, así como las y los candidatos registrados en los periodos de las campañas electorales respectivas, buscan como su objetivo principal convencer a la ciudadanía de que son la mejor opción que los beneficiará respecto de sus principales demandas.
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Consecuentemente, las campañas se vuelven auténticas batallas entre las y los competidores usando todo tipo de estrategias para ganarse la simpatía de las y los electores quienes eventualmente, el día de la jornada electoral, podrían votar por quienes obtuvieron el convencimiento respectivo.
En este sentido, resulta fundamental conocer a la ciudadanía en un contexto amplio, para comprenderla, conocer sus necesidades, identificar su situación actual, entre otros aspectos. Entre los rubros más destacados que cada competidor deben conocer de las y los electores se encuentran los siguientes:
- Las principales demandas de la ciudadanía, por zonas, por rubros o temas, por responsabilidad administrativa (en cualquiera de sus tres órdenes de gobierno) o legislativa, entre otros, con el objetivo de integrar posibles propuestas para atenderlas.
- El nivel educativo, socioeconómico, condiciones de servicios en los que vive según entidad y comunidad; datos que pueden ser recabados de forma pública del INEGI por ejemplo y con dicha información, cruzar diversas variables que nos den más información cuantitativa.
- Los antecedentes electorales, es decir, la forma en que las y los electores votaron; la participación ciudadana en las urnas; los incidentes presentados, entre muchos más.
- El desempeño de los demás competidores de la contienda electoral, etcétera.
Al respecto, me referiré al rubro del tamaño de ciudadanía con la que hoy contamos. Así, de acuerdo con información pública del Instituto Nacional Electoral (INE), con corte al 17 de junio, contamos con 92 millones 239 mil 321 ciudadanas y ciudadanos inscritos en la lista nominal. De este universo y agrupados por rangos de edad tenemos que los que tienen 65 años y más representan 11,458,952 registros (12.4%), seguidos de los jóvenes con 11,108,567 registros (12%).
Por grupos de edades por rangos de 10 años, tenemos que la mayor población electoral se concentra en las edades de 20 a 29 años con 29,969,756 registros que equivalen casi al 24% de las personas inscritas en la lista nominal.
Si nos vamos hasta el rango de los jóvenes de 39 años, contabilizando también a los jóvenes de 18 y 19 años, es decir, de los 18 a los 39 años tenemos un total de 44,844,601 electoras y electores que representan casi el 50% de la fuerza electoral del país. Dicho de otro modo, en los jóvenes, desde mi punto de vista, deben de concentrarse parte importante de las propuestas que partidos políticos y coaliciones formulen en sus respectivas campañas electorales.
No obstante, en un estudio realizado por el INE “Estudio muestral sobre la participación en las elecciones federales de 2018“, esperando que pronto tengan el correspondiente a 2021, se observó que, entre un rango de edad de 18 a los 59 años, la porción de votantes que menos participan se ubican justamente entre el rango de 19 a 40 años por lo que deben establecerse nuevas estrategias para convencer a este importante sector de la población a participar en los procesos electorales. Caso contrario sucede con las personas adultas mayores de 60 años y más que llegaron a registrarse hasta un 72% de participación.
En el mismo sentido, si bien, en términos generales el 52% de las personas inscritas en el listado nominal corresponden a mujeres y el 48% al género masculino, el mismo estudio reflejó que las mujeres participan más que los hombres en elecciones.
Esta variable analizada de forma general y breve, el de las personas registradas en el listado nominal, nos permite observar que, rumbo al proceso electoral de 2024, son muchas las proyecciones y variables por analizarse, de entrada, aquí apunto una que ha mantenido una cierta tendencia: la baja participación de los jóvenes que son a quienes los actores políticos y las instituciones electorales tendrán que convencer de participar y, en especial, a las mujeres jóvenes. A veremos.
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