Su cuerpo fue ultrajado, fue víctima de abuso sexual, pero su mente siempre lo negó todo. El niño nunca creyó que una mujer podía ser capaz de someter a un hombre.
Por Nico Barya
El abuso sexual infantil es una experiencia traumática, pero Erick nunca imaginó siquiera que su prima pudiera haberlo lastimado. Seguro esos tocamientos eran algo que le podía pasar a cualquier hombre, tan “normales” como que su papá mandara en casa o que su mamá cocinara.
“No sabía que una mujer podía abusar de un hombre, sino ellos de ellas o un hombre de otro hombre”, explica Erick, quien a los cuatro años tuvo un descubrimiento intransferible y solitario sobre su sexualidad.
En ese entonces, su prima Elena, de 26 años, acababa de dejar su pueblo para vivir en su casa y era como su segunda mamá. Sus tíos, que trabajaban casi todo el día, la recibieron con los brazos abiertos y la dejaron a cargo del niño.
Así, lo llevaba y recogía del kínder, lo bañaba, le daba de comer y le ayudaba con las tareas, por lo que la confianza creció rápidamente. Tanto, que incluso algunas veces dormían juntos.
Todo se puso extraño cuando una noche Elena, quien parecía haberse quedado dormida, movió su mano lentamente para acariciar los genitales del niño.
Aunque a él le gustó la sensación y la quería mucho, sabía que algo no estaba bien; la historia se repitió seis o siete veces más, mismas en las que ella llegó a practicarle sexo oral.
Los años pasaron, pero él nunca pensó que esas caricias silenciosas podían tratarse de un abuso sexual. Solo alcanzó a sospechar de eso hasta que cursó la universidad, por los movimientos feministas que crecían día con día, la terapia psicológica que recibió por algún tiempo y las campañas que nacían en medios de comunicación ante el creciente mal que afecta menores en todo el mundo.
Hoy en día, el abuso sexual infantil ya no es estudiado como casos aislados, sino que es un tema de salud pública, que afecta a millones, principalmente a niñas, y en su mayoría es perpetrado por hombres. Sin embargo, ese tipo de violencia también sucede de manera inversa, aunque expertos afirman que la reacción de los hombres suele ser menos traumática.
En un mundo heteropatriarcal como en el que vivimos, donde el género masculino tiene una clara supremacía, las mujeres son consideradas como seres débiles, con un instinto maternal presente las 24 horas del día. Así, pueden tener contacto físico con los niños sin que se sospeche de alguna conducta inapropiada.
Para el sociólogo David Finkelhorld, “(…)a pesar de la similaridad en la forma de la experiencia, no se produce el mismo tipo de reacción en los niños (que en las niñas), y aquí es donde reside la diferencia clave. Las mujeres provocaron mucho menos temor en los niños a los que se acercaron, que los hombres”.
Existe una renuencia general a hablar de abuso sexual infantil, especialmente si la víctima es hombre, señala el autor del libro “Abuso sexual al menor”, donde a través de estudios reales relata que hay niños que incluso han reportado la experiencia como positiva.
Ante la gran cantidad de hombres que han vivido este tipo de abusos siendo menores, se ha vuelto necesario estudiar la problemática de manera más profunda. Se busca conocer las diferencias que involucra el atropello para ambos género, y poner atención en la afectación que pueden sufrir los hombres, muchas veces ignorados, pues la gran mayoría de casos son de niñas.
Erick, hoy 34 años de edad, recuerda que cuando iba en la preparatoria vio un comercial en el que una mujer abusaba de un niño, lo cual le sorprendió bastante. No pensaba que ellas podían ser capaces de eso. En cambio, sus amigos, que estaban con él, no dejaban de burlarse del niño, no lo bajaban de ‘jotito’ por haber acusado a la agresora, platica Erick, buscando el porqué de nunca haber hablado con alguien de esta situación.
La experiencia amorfa suele no tener nombre, hasta pasados muchos años, y más si ocurre en hombres, quienes tienen la concepción de que todas las mujeres son seres delicados, incapaces de violentar a un hombre, aunque este sea un niño.
Las víctimas, al ser tan pequeñas, sean hombres o mujeres, no llegan a identificar la mezcla de sensaciones que nacen en ellos y que van de la culpa o el miedo, al placer y el cariño.
Para el Observatorio de igualdad de género, con datos de la Organización Mundial de la Salud, “(…) la violencia sexual contra los hombres es un área de estudio descuidada y muy sensible”.
Estudios recientes de dicha institución, realizados en Asi, han descubierto que los hombres son tan afectados como las mujeres por el abuso sexual infantil. De esta forma, aunque la problemática tenga diversas causas, individuales, relacionales y comunitarias, como señala el Observatorio, en lo relativo a los factores sociales, es necesario cambiar el estigma de que este solo es un signo de masculinidad.
Un menor puede ser presa de abuso sexual a manos de cualquier adulto, sin considerar su género. Sin embargo, en los pequeños, el abuso sexual infantil pareciera tener un significado diferente, aunque es igual de determinante en el desarrollo de su vida sexual.
Las consecuencias psicológicas que se han relacionado con la experiencia pueden perdurar a lo largo de la vida de un menor. Así, configurar en la edad adulta, efectos a largo plazo en los que los daños físicos no son nada comparados a los psicológicos.
“Nunca lo platiqué (el abuso sexual) ni con amigos, ni con mis papás, ni con mis hermanos, con nadie…”, explica Erick, quien hoy es servidor público. Incluso dice que después de tiempo, cuando tenía 18 años de edad, Elena regresó a vivir a sus casa, ya con un hijo, pero tampoco dijo nada, lo mejor era callar, pues esto no había significado nada para él, según recuerda.
Para Ricardo Ayllón, uno de los fundadores de Gendes, asociación que trabaja las masculinidades con un enfoque de derechos humanos, aunque son los hombres quienes generan mayor violencia contra los grupos vulnerables, “no solo en cantidad, sino en impacto”, debemos tener presente las relaciones de poder que involucran esos abusos.
“El motivo del ataque sexual no es primordialmente el placer o la satisfacción, indiferentemente de si la víctima es masculina o femenina, sino que tiene que ver con poder, control, dominación y humillación”, dice Ayllón tras añadir que, en este tipo de casos, los niños no saben qué está pasando, pues confían en una persona adulta que abusa de su poder.
Aunque las consecuencias de un abuso sexual pueden variar de persona a persona, es importante reconocer que este también afecta a hombres. Así, al difundir este mal, podemos crear consciencia al respecto y tratar de evitar la espiral de violencia que provocan experiencias tan traumáticas, que a veces son borradas de la mente como defensa, o replicadas, en el peor de los casos.
Lee también: “LOS MAESTROS: PIEZA CLAVE CONTRA EL ABUSO SEXUAL”
Finkelhor, David. Abuso sexual al menor. 2005, editorial Pax México. 302 pp
Organización Mundial de la Salud. Comprender y abordar la violencia hacia las mujeres. Recuperado de https://oig.cepal.org/sites/default/files/20184_violenciasexual.pdf
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