Escrito por 12:00 am Especial, Revistas

Agosto 2013

La asistencia social en México tiene literalmente una historia de siglos. Desde la época prehispánica hasta nuestros días, la nación mexicana se ha caracterizado por su capacidad de promover y ejercer la solidaridad, la ayuda mutua, y la cooperación comunitaria para hacer frente a muchos de los dilemas y problemas sociales que se enfrentan de manera cotidiana.

A lo largo de los últimos 500 años se han construido diferentes esquemas de atención e instituciones para la protección de las personas vulneradas, los cuales han evolucionado desde el paradigma de la caridad cristiana, hasta las modernas visiones y construcciones teóricas y de política pública, en torno a la asistencia social entendida como uno de los principales ejes de responsabilidad estatal en el marco de la Política Social.

Como bien lo explicaba Gilberto Rincón Gallardo, la asistencia social se ha consolidado como parte del mundo de las instituciones, pero también como parte de los principios elementales de actuación de las personas, de tal forma que pareciera a veces que siempre está o va a estar ahí. En ese sentido, con un solo día que las instituciones “ya sean públicas o privadas” de asistencia social dejaran de funcionar, su ausencia y vacío sería de tal magnitud que, sin exagerar, podría ocasionarse un grave conflicto social.

Desde esta óptica preocupa que, en la mayoría de los espacios públicos y privados vinculados a los temas sociales, se minimice y desprecie a la asistencia social, a la cual se le califica ahora como mero “asistencialismo”, confundiéndole con el “paternalismo” o el “clientelismo” que ha caracterizado a diversos programas sociales.

Frente a lo anterior, debe comprenderse que la asistencia social es uno de los instrumentos privilegiados con que cuenta el Estado mexicano para dar cumplimiento al mandato constitucional de garantizar para todas y todos el acceso al pleno cumplimiento de los derechos económicos, sociales, culturales, y ambientales. En esa lógica es necesario asumir a la asistencia social como el conjunto de medidas y decisiones de política pública, que deben ser diseñadas con un doble propósito: 1) detener el proceso de vulneración de derechos de quienes se encuentran en condiciones de exclusión; y 2) restaurar sus capacidades para la exigencia y ejercicio de los derechos garantizados en la Constitución.

Dada la relevancia que tiene para el país la asistencia social, en esta edición presentamos las visiones de expertas y expertos que, desde diferentes perspectivas, coinciden en un punto central: es un elemento insustituible en el marco de las políticas sociales, y a la par, constituye uno de los sectores que requieren de mayor fortalecimiento, a fin de potenciar sus capacidades tanto en el ámbito nacional como en el estatal y municipal, para proteger los derechos de las personas que viven en mayores condiciones de vulnerabilidad social.

En particular le agradezco profundamente, a nombre del Consejo Editorial, a Sara Sefchovich su generosidad y trabajo, con base en el cual se seleccionaron los temas, pero, sobre todo, se logró la extraordinaria convocatoria para la construcción de este número; nuestro reconocimiento también para: Clara Jusidman, Clara Scherer, Teresa Incháustegui y Sara Murúa por su compromiso de siempre con esta agenda.

Adicionalmente, incluimos un fragmento del Prólogo escrito por Gilberto Rincón Gallardo, al libro “La Asistencia Social en México: historia y perspectivas”, en el entendido de que la visión ahí planteada por Gilberto constituye una guía clarificadora respecto de la complejidad implícita en la categoría de la “asistencia social”.

Es importante destacar que a partir de esta edición México Social inicia una etapa de colaboración con el Museo Nacional de Arte (MUNAL) y con la Asociación Civil “Amigos del MUNAL”, a través de la cual estaremos ofreciendo a nuestras y nuestros lectores diversos textos e imágenes mediante los cuales buscaremos mostrar, desde la mirada del arte, la complejidad de la cuestión social y cómo ha sido creada y recreada por artistas nacionales.

De ahí la portada que presentamos este mes de agosto: “La Caridad Romana”, del maestro Luis Monroy, obra en la cual se sintetiza la potencia y “por qué no decirlo también” la dimensión estética de fenómenos de alta complejidad tales como el hambre, la injusticia, la solidaridad y la capacidad de asumir una responsabilidad infinita con los demás.•

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