Alimentarse, comer, beber y compartir el momento de los alimentos es uno de los actos más humanos y más importantes del día a día. Cada pueblo, país o región, hace de los alimentos parte de su cultura y en México, alimentos y cultura son una combinación privilegiada.
Escrito por: Ana Luisa Nerio Monroy
Desde un enfoque de derechos humanos la alimentación consiste en que todas las personas tengamos acceso físico y económico, individual y colectivamente, de manera regular y permanente, a una alimentación de calidad y en cantidad suficiente para garantizarnos una vida física y psíquica satisfactoria y digna. Asimismo, debemos tener acceso a los medios para producir los alimentos, mismos que deben ser inocuos (no poner en riesgo nuestra salud) y culturalmente aceptables.
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El 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, fecha que nos recuerda la importancia de erradicar el hambre en el mundo; producir alimentos de manera sustentable y suficiente para la población mundial; y promover la alimentación saludable y adecuada para todas las personas. Esta fecha también nos invita a reconocer la complejidad de este derecho. Me explico, además de estar interrelacionado y ser interdependiente con el resto de los derechos humanos como la salud, el trabajo, la educación y el medio ambiente, la alimentación requiere de acciones por parte del Estado para que se respete y garantice la producción y distribución de alimentos, asunto relacionado con la soberanía alimentaria.
Además, la complejidad del derecho a la alimentación puede observarse en su componente cultural, mismo que nos demuestra que no es una cuestión de ingesta de nutrientes y calorías, costos y distribución, o de vigilar el peso y talla de la población. La alimentación culturalmente aceptable es una de las características que, la Observación General 12 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, reconoce como parte del contenido (característica fundamental), de este derecho humano. Es decir, la OG 12 reconoce que la relación con los alimentos es distinta para cada pueblo y cada cultura. Por ejemplo, en algunas culturas, los alimentos tienen propiedades curativas y funciones místico-religiosas.
Alimentación y cultura son derechos hermanados a través de una gran cantidad de rituales sociales: el café con las amigas y amigos, una comida de negocios, el pastel de boda; la cena de la celebración de noche buena; o la cena para celebrar un cumpleaños. En México, a manera de un claro ejemplo del componente cultural del derecho a la alimentación, tenemos una tradición mexicana que ha cobrado proyección mundial: la ofrenda de Día de Muertos.
Esta tradición arraigada sobre todo en la zona centro del país se ha extendido a otras regiones gracias a la influencia de las redes sociales y medios de comunicación. En una mezcla de religiosidad, estética y alimentos, la ofrenda es colocada con la idea de que nuestros seres queridos ya fallecidos, nos visitan los días 1 y 2 de noviembre. Mediante la ofrenda les honramos y les recordamos colocando aquellos alimentos que les gustaban en vida: su dulce, guisado, postre o fruta favorita. Por supuesto se incluyen bebidas como chocolate o café y en muchos casos bebidas alcohólicas (tequila, mezcal, por ejemplo). En la ofrenda se representan los cuatro elementos: aire, fuego, tierra y agua. El papel picado simboliza el aire y representa la alegría del color; las velas son el fuego y luz, simbolizan fe y esperanza e iluminan el camino de ida y vuelta. Siempre debe haber un vaso con agua pues ella es vida y calma la sed después del viaje que nuestro ser querido ha hecho para visitarnos. La tierra está representada con la sal para que el cuerpo no se corrompa en su trayecto.
En toda ofrenda podemos encontrar, con algunas variantes, el pan de muertos adornado para representar el cráneo y huesos humanos; calaveras de azúcar para recordar que lo único seguro en la vida es la muerte; flores de cempasúchil para dar alegría y porque simbolizan la luz y calor del sol; copal o incienso para atraer los buenos espíritus y guiar a las almas.
Porque los alimentos son vida, son amor y son una forma de mostrar nuestro cariño; porque son alivio, son fuerza y son tradición, el derecho a la alimentación es un derecho complejo y fascinante en su componente cultural. Mediante sabores, colores y olores expresamos saberes, aprendizajes colectivos, creencias y tradiciones. Por ello, el derecho a la alimentación es sí, básico para la reproducción de la vida humana, pero es también indispensable como parte de lo que nos hace personas. Ejercer y gozar nuestro derecho a la alimentación de manera integral con todos sus características y componentes, es parte de lo que nos permite tener un nivel de vida adecuado y vivir con dignidad.
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