Luisa Cotoner y Carmen Riera sostienen que la literatura desplegada por María de Zayas es auténticamente subversiva, no sólo por plantear una serie de tesis relevantes para la historia del feminismo, sino sobre todo porque asume a la escritura como acto de liberación; porque hace lo que a las mujeres les estaba vedado y vetado: pensar y escribir libremente.
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De acuerdo con ambas autoras, la novela Amar solo por vencer formaría parte de a “segunda etapa de producción” de María de Zayas, en la que el contenido esencial de las obras está impregnada de soluciones de mucho mayor practicidad a los dilemas que enfrentaban las mujeres, respecto de la primera etapa, en que la mirada y el planteamiento de acciones son calificadas de “posibilistas”, en tanto que tienen una mayor probabilidad de ser puestas en práctica en la vida cotidiana.
En la obra de Zayas, Cotoner y Riera encuentran una tipología de personajes femeninos, para los cuales identifican, en general, tres opciones de “salvación” para las mujeres, ante la astucia, maldad, violencia y abuso sistemático ejercido por los hombres: a) En primer lugar, actuar de la misma manera, sagaz y astuta, como lo hacen los hombres: mentir como norma y en general, devolver inmoralidad por inmoralidad cometida en su contra; b) educarse en la misma medida y ámbitos que los reservados tradicionalmente a los hombres. Ésta es, de acuerdo con las autoras, la más apropiada y deseada salida planteada por Zayas, pues es la que en mejor medida puede garantizar una vida en igualdad y en libertad para las mujeres; y, c) refugiarse en la vida conventual, en la que se está a salvo de la amenaza permanente de los hombres, y donde se tiene la posibilidad de estudiar, al abrigo y compañía de otras mujeres.
En este contexto, destaca el recurso del travestismo que mencionan ambas autoras; acción que puede ser y es desarrollada tanto como hombres como por mujeres. En el primer caso, como en la novela de Amar sólo para vencer, la estrategia de vestirse de mujer la lleva a cabo “Don Esteban”, quien se disfraza de “Estefanía” con el insano propósito de estar cerca de Laurela, cortejarla y pretender su amor; en el segundo, cuando las mujeres se disfrazan de hombres, lo hacen con la intención de liberarse y poder participar de eventos o acciones que, de otro modo, les estarían prohibidas. Esta segunda estrategia se encuentra, por cierto, presente en numerosas obras de la literatura occidental; un caso paradigmático, por ejemplo, sería la comedia de La asamblea de las mujeres, de Aristófanes.
Con todo, hay una tesis fuerte en María de Zayas, que recuerda a lo visto de manera similar en la obra de Teresa de Ávila: nada hay en los designios de dios, que impida que las mujeres puedan tener un alma racional y libremente pensante. Y en el caso particular de Zayas, lo que se encuentra es la idea de que las almas humanas no son ni hombre ni mujer; es decir, el espíritu de la persona es asexuado, lo que en sentido estricto exige el reconocimiento de la igualdad ontológica, intelectual y moral entre mujeres y hombres.
Como en toda obra, en María de Zayas se encuentran elementos de vanguardia respecto de lo que se piensa y exige de las mujeres en su época, y otros que están impregnados de la ideología y mentalidad propia de su tiempo. Entre los primeros, están los ya señalados respecto de la crítica hacia la violencia y opresión en que vivían las mujeres; pero entre los segundos hay varios a destacar:
1) La negación de la posibilidad del amor entre personas del mismo sexo, y particularmente entre mujeres. Esto se expresa en el hecho de que, en la novela Amar sólo por vencer, a pesar de que todo el tiempo se refiere a “Estefanía”, como si fuese mujer, siempre hay algún elemento que nos recuerda que se trata de “Don esteban” y que el amor que siente y despliega ante Laurela es claramente el de un hombre dirigido hacia una mujer
2) La preminencia de la autoridad religiosa sobre prácticamente todos los aspectos de la vida social y el reconocimiento de tal autoridad en tanto ordenadora y organizadora legítima de la existencia humana; así como reguladora y sancionadora final de las relaciones humanas.
3) La prevalencia de un modelo de organización familiar patriarcal. Esto se expresa en Amar sólo por vencer, en el hecho de que Laurela siempre está buscando la autorización del padre; y una vez tomada la decisión de aceptar el amor de “Don Esteban”, evitar su sanción, tanto moral como jurídica.
4) En el mismo sentido de lo anterior, hay en esa novela la relativa aceptación del estado de cosas, en lo relativo a la asignación de tareas y funciones “propias del género femenino”, tales como bordar, cantar, tejer o cocinar; las cuales se desarrollan en las obras de María de Zayas como parte del “paisaje natural” de la vida cotidiana, sin poner nunca en tensión que efectivamente esas, y no todo el espectro de posibilidades humanas, son accesibles para las mujeres.
A pesar de lo anterior, lo que es claro es que en María de Zayas hay una incipiente posición que busca el reconocimiento de derechos para las mujeres; es decir, no se trata de la búsqueda de “concesiones varoniles” respecto de “inquietudes de las mujeres”; sino que en la exigencia del reconocimiento de la igualdad entre ambos sexos, está implícita la posibilidad del reconocimiento de la misma dignidad y el mismo estatuto de capacidades intelectivas y morales.
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