Una propuesta frente a la desigualdad

En su monumental libro “Estrategia: una historia”, el laureado profesor de Historia y de Ciencia Política de la Universidad de Stanford, Lawrence M. Friedman concluye después de hacer una profunda revisión histórica ,que estamos ante un pantanoso término cuya definición puede encuadrarse más como un arte que como el de una técnica racional que es posible encapsular en planes y programas que bajo el adjetivo de “estratégicos” olvidan la misma capacidad de adaptación que la estrategia ha de tener ante una realidad por demás cambiante. Hoy más que nunca.

Puedes seguir al autor José Ojeda Bustamante: @ojedapepe

Cuando lo estrategia se racionaliza en exceso, dice el profesor Friedman, paradójicamente pierde su fuelle inicial y su grado de efectividad.

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De una manera mucho más coloquial, pero no por ello menos verdadera lo enunció el dos veces ganador del título mundial de los pesos pesados Mike Tyson, a quien se le atribuye la siguiente frase: “Todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean a uno en la cara”.

Tal cual. Los planes y la estrategia son fundamentales hasta que chocan con la terca realidad, la cual demanda cierto arte y capacidad de adaptación más allá del establecimiento de elaborados programas.

Estrategia, de acuerdo con el profesor de Standford, ha de entenderse de una manera más humilde, pero no por ello menos efectiva como un flujo; una manera de enfrentar una situación creando poder y garantizando la supervivencia de cara al paso siguiente; aprovechando la fuerza en la debilidad y siendo consciente de la debilidad en la fuerza.

Todo lo anterior viene a colación porque el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, pareciera guiarse más por este estilo de gobernar que el estilo lógico racional tan norteamericano, el cual durante cerca de dos sexenios fue la tónica de hacer administración pública y también de gobernar en México sí, pero también en muchas naciones del mundo conocido como occidente, en particular nuestro vecino país del norte.

De esta manera, y con un toque de “suerte” coyuntural pero también en el mejor entendimiento de lo estratégico, AMLO acudió el martes 11 de noviembre al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en New York el cual nuestro país preside durante el mes de noviembre.

No es la primera vez que México preside dicho Consejo, sino la quinta vez, pero sí se trata de la primera presentación de López Obrador ante el organismo mundial, esto en apenas su segundo viaje al extranjero desde que fue investido como presidente hace ya tres años.

Conforme a la definición de estrategia planteada ¿De dónde obtener fuerza narrativa y coherencia en el discurso planteado por el presidente ante la ONU? De lo hecho en México como propuesta para hacer frente a una gran problemática que México vive, pero que también a nivel mundial es una lacerante realidad: la de la profunda desigualdad que ocasiona un sistema económico que hoy hace posible la existencia de 750 millones de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios.

De ahí el llamado del presidente Andrés Manuel López Obrador por proponer en lo inmediato a la Asamblea General de las Naciones Unidas la implementación de un Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar con el objetivo de garantizar el derecho a una vida digna.

La propuesta de México para establecer el Estado Mundial de Fraternidad y Bienestar se financiaría con un fondo procedente de al menos tres fuentes:

  1. El cobro de una contribución voluntaria anual del 4 por ciento de sus fortunas a las mil personas más ricas del planeta.
  2. Una aportación similar por parte de las mil corporaciones privadas más importantes por su valor en el mercado mundial y finalmente:
  3. Una cooperación del 0.2 por ciento del PIB de cada uno de los países integrantes del Grupo de los 20.

De cumplirse esta meta de ingresos, el fondo podría disponer anualmente de alrededor de un billón de dólares y los cuales en la propuesta planteada serían entregada de manera directa sin intermediarios a los más de 750 millones de beneficiarios.

Llama la atención la propuesta planteada por el presidente porque sin decirlo con esas palabras la iniciativa planteada es un intento claro de establecer una propuesta de renta básica universal a nivel mundial (RBU).

Una postura que goza de consenso y que ha sido impulsado por figuras tan disímiles como Elon Musk, Mark Zuckerberg, Richard Branson; o pensadores clásicos como Tomás Moro o John Stuart Mill, cada uno desde diferentes aristas.

Decía José Martí, un invitado frecuente en los discursos del presidente Obrador que “No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo”

La pregunta que hacemos desde las antípodas es ¿Ha llegado el momento de plantear una renta básica universal?

El presidente, así lo cree. Ya lo veremos.

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