Los animales que son involucrados en actividades turísticas viven en condiciones alarmantes de maltrato y debemos cambiar el paradigma sobre prácticas que los involucran para atraer visitantes: experto UNAM
Aunque nuestro país alberga en su territorio más de 60% de la diversidad biológica del mundo, estamos muy lejos de ser un ejemplo de preservación y protección de nuestro patrimonio natural; de acuerdo con la Conabio, “el patrimonio biológico de México manifiesta síntomas de un impacto antropogénico profundo que ha generado una crisis ambiental, por lo que es apremiante hacer cambios en las formas de crecimiento económico y el fomento de actividades productivas”.
En ese sentido es que Álvaro López, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, alerta sobre el maltrato que viven diversas especies en lugares como zoológicos, acuarios, ferias y corridas de toros, en los que son sometidos a condiciones deplorables como encierro, condicionamiento de alimentos, sobrealimentación e incluso violencia.
“Es necesario dejar de considerar como algo normal este proceder y razonar que los animales también sufren”, alertó López en un boletín emitido por la UNAM, y explicó que los animales cuentan con un sistema nervioso central, por lo que son capaces de experimentar dolor y bienestar.
Alertó que uno de los lugares donde más se observa esta situación son los zoológicos, en los que los obligan a vivir en espacios muy reducidos que no corresponden a su hábitat natural.
Asimismo, las especies utilizadas como parte de espectáculos en ferias, parques de diversiones y acuarios son sometidas a condicionamientos alimenticios, lo cual constituye una forma de maltrato cotidiano, y muchas de ellas también viven en lugares muy reducidos, como jaulas, lo cual puede causarles daños permanentes.
Sobre las corridas de toros, el experto destacó el claro sufrimiento al que son sometidos los toros, el cual no ha importado frente a los grandes intereses económicos que este “deporte” o “espectáculo” significa para países como España, México y otros de América Latina.
“No debemos valorar los recursos naturales en función de las necesidades humanas, porque poseen un valor por sí mismos; sobre todo, los animales, tienen necesidades y derecho a vivir con bienestar y sin sufrimiento”, concluyó.