por Jonathan Rubio
Termina 2018 y, aunque la población mexicana considera que le espera una mejor situación económica en los próximos 12 meses, esto podría cambiar debido a la amenaza de la inflación, la cual desde hace dos años ha alcanzado niveles históricos
Medir la confianza de los consumidores permite conocer lo que piensan sobre su situación económica y la de sus familias, así como la percepción que tienen sobre la economía nacional.
Un alto nivel de confianza indica que existe estabilidad económica y política, y se genera un entorno de armonía en los mercados, ya que se espera un buen funcionamiento de la economía.
Cuando no hay confianza, hay incertidumbre. Un ambiente de incertidumbre en la economía puede obstaculizar inversiones, postergar decisiones de consumo e incluso provocar crisis.
En México, la confianza del consumidor es calculada por el Inegi mediante la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor. Esta encuesta se levanta en 43 ciudades representativas de todo el territorio nacional, al menos una por cada estado. A continuación presentamos sus resultados.
Un futuro mejor
En un año de coyuntura como lo fue 2018, el índice de la confianza del consumidor es una muestra de las perspectivas que se generaron entre la población frente al proceso electoral que se vivió este año.
Hacia finales de 2017, cuando comenzaron las precampañas electorales, el 57% de la población mexicana mayor de 18 años consideró que en su hogar la situación económica era igual a la que tenía un año antes, el 25% que era peor, en tanto que el 2% afirmó que era mucho peor.
En contraste, el 15% señaló que económicamente su situación había mejorado y solo el 1% que había mejorado mucho.
Debe señalarse que en nuestro país ha sido mucho más frecuente que las personas consideren que su situación económica es exactamente la misma que la que tuvieron un año antes. Al menos desde enero de 2015 y hasta octubre de 2018, así lo consideró entre el 50 y 60% de la población.
Destaca que una vez terminado el proceso electoral, el porcentaje de personas que tienen esta percepción comenzó a incrementar, pasando del 50% en junio a 57% en octubre.
En tanto, el porcentaje de población que consideró que su situación económica había empeorado en el último año descendió de julio a octubre, pasando de 32% a 25 por ciento.
Paralelamente, se observa un fuerte incremento en el porcentaje de personas que afirman que económicamente estarán mejor dentro de un año, pues de junio a julio de este año, es decir, en solo un mes pasó de 27% a 38 por ciento.
En contraste, disminuyó el porcentaje de población que piensa que su situación económica empeorará el siguiente año. En abril, así lo consideró el 25% de las personas encuestadas, dos meses después el 21%, y en agosto el 12% (el mínimo histórico registrado). La encuesta de octubre arrojó que esa cifra incrementó 2 puntos porcentuales para ubicarse en 14 por ciento.
En relación con la situación económica del país, se observa un importante incremento en el porcentaje de personas que afirman que ésta mejorará en los próximos 12 meses. En enero de 2018 únicamente el 9% de la población lo consideró así; en junio, el 18%; mientras que en julio (luego de conocer los resultados electorales), esa cifra se disparó al 39%; en tanto que para octubre fue de 35 por ciento.
En contraparte, quienes en enero consideraban que para principios de 2019 podríamos estar mucho peor representaron el 20%; hacia julio esa proporción ya había disminuido al 10% y llegó a su mínimo histórico en agosto, con sólo un 4% de la población nacional.
Paralelamente, hubo un cambio de únicamente 2 puntos porcentuales en la proporción de quienes pensaban que la situación económica del país estaría igual, ya que mientras que en enero este año fue de 31%, en octubre fue de 33 por ciento.
De este modo, los incrementos en las perspectivas positivas acompañados de las disminuciones en las perspectivas negativas llevaron a que el índice de confianza del consumidor alcanzara su máximo nivel registrado desde hace 10 años.
La amenaza de la inflación
No obstante los niveles de confianza que se han presentado durante los últimos meses, los consumidores se han tenido qué enfrentar al incremento de precios que desde hace dos años ha alcanzado niveles históricos.
Desde la liberalización de los precios de las gasolinas que entró en vigor en enero de 2017 se generó una presión al alza en el nivel precios que al cierre ese año alcanzó el 6.77 por ciento.
Sin embargo, entre 2015 y 2016 los niveles inflacionarios ya presentaban presiones al alza. En 2016 se registró un incremento de la inflación de 3.36%, superior por 1.23 puntos porcentuales a la registrada en 2015, cuando fue de 2.13 por ciento.
Un factor que podría estar relacionado con el incremento de la confianza de los consumidores que se observó durante los primeros meses de 2018, es la disminución de los precios que tuvo lugar a principios de este año: para junio el incremento fue de 4.8%, comparado con el 5.5% que se registró en enero.
Después del mes electoral, los índices de precios tendieron a incrementar: para octubre hubo un incremento de 4.9% comparado con el mismo mes de 2017.
En suma, entre enero de 2012 y octubre de 2018, los precios acumularon un incremento de 29 por ciento.
Gasolina para la inflación: el incremento no cesa
El incremento de precios que se ha dado durante los dos últimos años está relacionado con la liberalización de los precios de las gasolinas, que se dio el primero de enero de 2017.
De acuerdo con el sistema de consulta de precios promedio del Inegi, en 2012 el precio promedio por litro de la gasolina de bajo octanaje era de 10.27 pesos, mientras que el de la de alto octanaje fue de10.92 pesos.
Entre 2012 y 2014, este combustible mantuvo un incremento promedio de 10%; en 2015 se dio un incremento en el precio de 5% y en 2016 el precio se mantuvo casi igual: 13.27 para la gasolina de bajo octanaje y de 14.18 para la de alto.
En 2017 el precio promedio se disparó a 15.80 y 17.61 pesos por litro para las gasolinas de bajo y alto octanaje, lo que representó un incremento equivalente al 19 y 24% respectivamente.
Hacia julio de 2018 el precio de la gasolina de bajo octanaje era de 18.17 y de 19.72 pesos para la de alto octanaje; de esta manera, entre 2012 y octubre de 2018, el precio promedio por litro de este combustible acumuló un incremento del 89% en términos nominales.
Si bien aún se mantiene una alta confianza del consumidor derivado de los resultados electorales, este indicador ha disminuido en los meses posteriores. Adicionalmente, se podría dar una fuerte contracción de la confianza si los niveles inflacionarios no logran disminuir.
El desgaste de la confianza de la población, acompañada de un incremento constante en los niveles de precios podría acortar las previsiones de crecimiento económico para el corto plazo, y derivado de ello, las decisiones de inversión.
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