Notas

Ansias de fin de ciclo

En México no hemos renunciado al culto a la personalidad y al cesarismo en nuestra relación con los gobernantes en turno. No importa si nos referimos a los espacios federal, estatal o municipal. Pero en particular, en lo que se refiere al ejecutivo federal, este fenómeno sigue manifestándose con la misma fortaleza de cuando los novohispanos recibían a los virreyes enviados por la corona española con arcos del triunfo, himnos, misas de Te Deum laudamus, desfiles y corridas de toros. Por cierto, ceremoniales no muy diferentes de los que antes habían rodeado a los tlatoani —“el que habla”— aztecas y a los caciques locales en Mesoamérica. Desde entonces, y por partida doble, somos idólatras del poder, y eso lo entienden bien nuestras élites políticas, sobre todo en el fin de ciclo de cada mandato.

Puedes seguir al autor  Luis Miguel Rionda en Twitter  @riondal

Ya en tiempos porfirianos y posrevolucionarios, la figura presidencial fue consolidada como el eje rector de la vida política nacional, con base en el modelo presidencialista que ordenaron las constituciones federalistas. Jorge Carpizo describió muy bien cómo ese presidencialismo, con sus “facultades metaconstitucionales”, sirvió de elemento aglutinador en tiempos de división y enfrentamiento entre los grupos de poder o de interés. Hubo cierta racionalidad en su perpetuación dentro de una “dictadura perfecta” como la mexicana, pues el prohombre providencial, el gran taumaturgo, se constituía en el eje alrededor del que giraban los actores antitéticos y las aspiraciones de los grupos corporativizados en el Estado nacional.

Te invitamos a leer: GOBERNABILIDAD DE AMLO ¿Vino nuevo en odres viejos?

La transición democrática y la alternancia

Pero la transición democrática que culminó con la alternancia en la presidencia de la república en el 2000 implicó —al menos en lo formal— un giro de 180 grados en los delicados equilibrios entre esos agentes opuestos. Se requería ahora de canalizar los conflictos por vías institucionales y plenamente formalizadas en el marco de un estado de derecho. El personalismo presidencial se evidenció anacrónico y los sucesivos titulares del ejecutivo debieron aprender nuevas reglas del juego, que marcaron linderos inéditos a su actuación. Parecía que México, por fin, transitaba a su maduración como estado democrático, con instituciones vigorosas que pronto supieron imponer equilibrios y defender los derechos humanos en expansión.

Desgraciadamente estos avances están en un riesgo creciente. El cesarismo, en su vertiente populista, ha regresado montado a hombros del descrédito de los partidos tradicionales. Las viejas élites de izquierda y derecha, reconstituidas en una nueva estafeta partidista bajo un mesianismo providencial reloaded, recogieron la bandera caída del nacionalismo revolucionario para exprimirle sus últimos jugos aspiracionales: las promesas olvidadas de la utopía del colectivismo y la propiedad estatal monopólica. Aspiraciones que la realidad de una economía mundial posmoderna había obligado a replantear.

Lo que viene en el “fin de ciclo” del sexenio

Es inquietante lo que se avizora para la segunda mitad del sexenio presidencial. Usualmente, los ejecutivos de la posrevolución desplegaban sus afanes reformistas en la primera mitad de su periodo, y la segunda la dedicaban a consolidar, tranquilizar y administrar su sucesión. Las excepciones fueron los gobiernos de Echeverría y López Portillo, que hicieron lo contrario y generaron enormes crisis de fin de sexenio. Mucho me temo que nos dirigimos a un escenario similar. La 4T se ve angustiada porque no ha podido consolidar su contrarreforma y busca acelerar la deconstrucción del orden (neo)liberal.

Se percibe la ansiedad en los afanes de trascendencia de su líder, que ahora se ha atrevido a lanzarse a los escenarios mundiales, como lo hizo Echeverría con su malograda Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados de 1974, y su sueño de presidir la ONU. Mala señal.

También te podría interesar: Positiva presencia de AMLO en la ONU

(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León. riondal@gmail.com ­– @riondal – FB.com/riondal – https://luismiguelrionda.academia.edu/ –­ https://rionda.blogspot.com/

Frase clave: fin de ciclo

mexico_social

Entradas recientes

Derechas e izquierdas

Este miércoles pasado tuve la oportunidad, por invitación del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato,…

2 horas hace

La Voz de las Mujeres / ¡Chiapas tristemente líder en embarazos de adolescentes!

Preocupante se ha vuelto el tema de los embarazos en adolescentes en Chiapas, debido a…

2 horas hace

Día Mundial de la Televisión: Historia, Críticas y el Futuro en la Era de las Redes Sociales

El Día Mundial de la Televisión, celebrado cada 21 de noviembre, es una fecha que…

3 horas hace

Conocer México: la riqueza cultural del Estado de Nuevo León

El estado de Nuevo León, ubicado en el noreste de México, es conocido por su…

3 horas hace

El retorno de Trump: ¿Qué Significa para México?

La reciente reelección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos es un hecho…

10 horas hace

El crítico estado mundial de la infancia

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) presentó, en el marco de…

1 día hace

Esta web usa cookies.