El profundo y dañino error de los aranceles - Mexico Social

Escrito por 3:00 am Economía, En Portada, Enrique Provencio, Política • Un Comentario

El profundo y dañino error de los aranceles

La ruptura que para el mundo significa la decisión de Trump de imponer aranceles diferenciados y generalizados superiores al 10 por ciento, anunciada el 2 de abril desde la Casa Blanca, marca un viraje económico de magnitud superior a lo previsto. Puede ser una disrupción parecida a la que provocó el choque petrolero de principios de los años setenta del siglo pasado, con efectos diferidos durante varios años y con repercusiones que irían más allá del comercio internacional.

Escrito por:  Enrique Provencio D.

Desde el año pasado se adelantaba que el proteccionismo sería una de las marcas de un posible nuevo gobierno de Trump. El anuncio del 2 de abril fue peor de lo esperado, estuvo plagado de ocurrencias y dispuso aranceles calculados con una metodología descabellada para justificar decisiones dictadas por impulsos políticos, no por cálculos comerciales ni por estimaciones racionales.

Ante las advertencias de los posibles efectos negativos de su decisión, el presidente republicano fue claro: no le importan, y sostuvo que siempre será preferible pagar algunos costos inmediatos ante la perspectiva de que en el futuro mejoren las cosas. La revista The Economist describió las consecuencias de las nuevas tarifas como desastrosas, delirantes, disparatadas, sin sentido ni justificación, y consideró que podrían terminar fortaleciendo a China.

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Se trata, según la misma revista, de “la mayor ruptura en la política comercial estadounidense en más de un siglo, y el error económico más profundo, dañino e innecesario de la era moderna… y regresa las políticas comerciales al siglo XIX”. Las comparaciones varían y por ahora no son seguras, pero en el mejor de los casos, los nuevos promedios arancelarios se parecen a los que había en 1909, cuando el comercio internacional era notablemente menor al actual.

De nada ha valido el conocimiento de la historia, las evidencias de que los periodos de mayor proteccionismo causaron mucho daño a la economía de Estados Unidos, las estimaciones de profesionales que realizan estimaciones con las mejores técnicas de análisis, la existencia de reglas comerciales pactadas o la vigencia de tratados comerciales.

Lo que se ha impuesto es una lógica implacable de poder unilateral, de pulsiones aislacionistas para validar la popularidad de la base electoral republicana. Los promotores de la apertura comercial a partir de 1945, los propagadores de las teorías del libre comercio y los constructores de instituciones destinadas a facilitar los flujos comerciales, abandonaron intempestivamente su doctrina y lo hicieron con los peores argumentos, en una extraña mezcla de amenazas políticas, ideológicas y económicas.

La fuerte caída de las principales bolsas de valores los siguientes días del anuncio es solo el anticipo de una desaceleración económica que perjudicará no solo a Estados Unidos sino a la mayor parte de los países. La OECD estimó a fines de marzo que el crecimiento estadounidense se reduciría sensiblemente si se aplicaran tarifas superiores al 10%, y este escenario parece estar en vías de cumplimiento.

Las consecuencias completas de esta nueva etapa proteccionista están por conocerse, pero las primeras reacciones desde diferentes latitudes van en dos direcciones principales. Por un lado, se perfila un reforzamiento del regionalismo económico y comercial, sobre todo en los países asiáticos, los más afectados por los nuevos aranceles, pero también en Europa. Por otro lado, varios países optan por fortalecer sus mercados internos para compensar el menor impulso o el estancamiento de sus exportaciones, y la posible reducción en el flujo de inversiones extranjeras.

México no tiene opciones realistas que no sean las de la región norteamericana, así que su regionalismo no es otro que el del TEMEC. Sí tiene necesidad, en cambio, de fortalecer la economía nacional y de articular mejor sus cadenas productivas para incrementar el contenido nacional de las exportaciones, que es, en lo esencial, lo que propone el Plan México. Por comodidad se le llama a esto una sustitución de importaciones, aunque se trate de algo muy diferente a lo que ocurrió en el periodo de intenso crecimiento de los años cuarenta a sesenta del siglo pasado.

Lo que a fin de cuentas amortiguó para México el golpe arancelario del 2 de abril, en comparación con los países más afectados, fue la integración económica alcanzada con estados Unidos, sobre todo en los últimos 30 años. Tras dos meses de amagos y amenazas, tras los aranceles ya concretados en varios rubros de las exportaciones mexicanas, hasta ahora nada es seguro y en las próximas semanas y meses pueden intensificarse los castigos, según transcurra la popularidad de Trump y según este vea la necesidad de seguir radicalizando su discurso.

Los anuncios de la presidenta Claudia Sheinbaum el 3 de abril para potenciar el Plan México contienen acciones necesarias y justificadas. Será necesario fortalecer el salario, el consumo y el mercado interno; impulsar la soberanía alimentaria y energética, mejorar la producción nacional si elevar el déficit externo y reforzar programas sociales.

Hay un problema en los medios para lograr todo eso: que al menos 12 de las 18 líneas de trabajo enunciadas dependen de que crezca la inversión pública o de que se ofrezcan apoyos o subsidios, pero el presupuesto federal programable tendrá este año una considerable reducción en comparación con 2024, y que según las estimaciones recientes presentadas por la Secretaría de Hacienda, en 2026 todavía se mantendrá el ajuste del gasto público y de la inversión.

Las restricciones serán mayores si se concretan los escenarios de bajo crecimiento esperados para 2025, y si se mantiene la incertidumbre económica durante el resto del año. Nos pudo ir peor el 2 de abril en el anuncio de la Casa Blanca, sin duda, pero es probable que se adelante la renegociación del TMEC, o lo que quede de este, y lo más probable es que continuemos en una ruta de semi estancamiento por algún tiempo.

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