Casi siempre los seres humanos planeamos sin considerar contratiempos. Planificamos sin tomar en cuenta enfermedades, accidentes, el fallecimiento. Es entendible, son contigencias, lo no presupuestado.
Algunas de esas dificultades, de las que más enchilan, son los delitos de los que podrías ser víctima; esos que te cambian el día, o la vida.
Una de las razones por las que el crimen genera tanta frustración —además de lo que afecta física, emocional, económica y socialmente— es que no debería suceder, y de darse, esperamos de la autoridad que imparta justicia, que nos proteja y vele por la reparación del daño.
En México, las cifras[i] nos dicen que esa impartición de justicia está, por lo menos, rebasada por los infractores. Porque muchas de las averiguaciones ni empiezan, y de las que empiezan muchas no concluyen satisfactoriamente. Hay ineficacia incluso considerando que la mayoría de los delitos no se denuncian, es la famosa cifra negra.
En el 2017, nueve de cada diez delitos no se denunciaron. Ese es el promedio, porque hay delitos como el secuestro, la violación, la extorsión, el fraude, incluso el robo parcial de vehículo, donde en el 95% de los casos o más no hay denuncia.
¿Por qué no denunciamos?
Entre otras razones, porque resulta muy frustrante ser víctima de un delito y además ir a gastar más tiempo en un Ministerio Público para que no se haga nada, para que te pidan mordidas o que te vayan a identificar los delincuentes y te salga peor.
También podríamos pensar que se denuncia poco pero no se cometen tantos delitos en nuestro país. Mala hipótesis: a nivel nacional se estimó que en el 2017 hubo 33 millones 600 mil delitos que afectaron a 25 millones 400 mil víctimas. Y solo estamos considerando a las víctimas de 18 años o más. Una tasa de 29,746 víctimas por cada cien mil habitantes. Una vez más, rompimos récord.
Si con lo poco que se denuncia hay ineficacia en la impartición de justicia, imaginemos si se denunciara el doble.
El costo de la inseguridad y el delito se calcula en 300 mil millones de pesos solo para el año 2017, de los cuales, casi 90 mil millones se fueron en medidas preventivas y 210 mil millones en pérdidas propias de la victimización. Esto es lo cuantificable. Del dolor, la tristeza, la frustración, el miedo… de eso mejor ni hablamos.
Los delitos más cometidos fueron el robo o asalto en la calle o transporte público, que, además, recientemente se ha vuelto más violento; la extorsión; el fraude; el robo total o parcial de vehículos, y de ahí para adelante.
Por este panorama es por lo que en 2017 nos sentimos más inseguros que nunca, al menos en la historia de los registros de esta encuesta: ocho de cada 10 personas consideran que vivir en su estado es inseguro a causa de la delincuencia.
Es entendible que, en opinión de los mexicanos, la inseguridad sea el principal problema del país. En este escenario es fácil suponer dónde estarán algunos de los principales reactivos que evaluarán al gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
[i] La mayoría de las cifras pertenecen a INEGI: ENVIPE, 2018.
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