Pese a que las consecuencias del COVID-19, como el duelo, el aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo devienen en problemas de salud mental, o los pueden agravar si ya existían, con la pandemia, estos servicios se han visto interrumpidos o alterados.
Según información de la ONU, los resultados de una encuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizada recientemente en 130 países indican que los servicios cruciales de salud mental han sufrido interrupciones o trastornos a raíz del brote de la pandemia de COVID-19.
La encuesta de la OMS se llevó a cabo entre junio y agosto de 2020, con el objetivo de determinar cómo cambió la prestación de servicios mentales, neurológicos y de uso de sustancias debido al COVID-19.
Asimismo, analizó los tipos de servicios que se vieron interrumpidos y cómo se han tenido que adaptar los países a la nueva realidad tras la pandemia.
Servicios de salud mental interrumpidos
Sus resultados indican que en el 70% de los países se adoptó la telemedicina o la teleterapia para superar las interrupciones de los servicios en persona. “Más del 80% de las naciones de renta alta implementó esas medidas, mientras que menos del 50% de las de ingresos bajos lo hizo”, señala la organización.
“El COVID-19 ha interrumpido los servicios esenciales de salud mental en todo el mundo justo cuando más se necesitan”, subrayó el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
Según la encuesta, el asesoramiento y la psicoterapia se interrumpieron en el 67% de los países, el 65% informó de un impacto en los servicios críticos de reducción de daños y el 45% en el tratamiento de la dependencia de opioides.
En este contexto, Tedros Adhanom exhortó a los líderes mundiales a que invertir más en los servicios de atención a la salud mental y programas de salud con urgencia, pues de esta manera se pueden salvar muchas vidas.
En el 35% de los países hubo interrupciones en servicios cruciales como las intervenciones de emergencia, “incluidas aquellas para personas que experimentan convulsiones prolongadas, síndromes graves de abstinencia por consumo de sustancias y delirio, a menudo una señal de una afección médica subyacente grave”.
Asimismo, en tres de cada diez países se interrumpió el acceso a medicamentos para trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias.
Hay que apostarle a la salud mental
Buscar el bienestar de la salud mental en época de COVID-19 es fundamental, pues entre las consecuencias del estrés generado por la pandemia se encuentran el incremento de consumo de alcohol y drogas, insomnio y ansiedad.
A ello se suman las complicaciones que la misma enfermedad genera en los propios pacientes, ya que entre sus efectos se encuentran complicaciones neurológicas y mentales como delirios, agitación y accidentes cerebrovasculares.
“Las personas con trastornos mentales, neurológicos o por uso de sustancias preexistentes también son más vulnerables a la infección por SARS-CoV-2 y corren un mayor riesgo de enfermarse gravemente o incluso morir”, advierte la OMS.
No obstante, de acuerdo con los resultados de la encuesta, solo 17% de los países tienen fondos adicionales para atender la salud mental y brindar apoyo psicosocial a su población.
La OMS ha adviertido reiteradamente que es inevitable que crezca da demanda de programas y servicios de salud mental, por lo que es urgente destinar una mayor cantidad de recursos a ese rubro en todos los países.