Una cobertura sanitaria universal debe incluir atención médica y servicios de salud que no impliquen riesgos económicos para la población; sin embargo, México es el segundo país de la OCDE con mayor proporción de gastos de bolsillo en los hogares, con un 41% adicional del gasto en salud.
Por: Laura Ilarraza / @IlarrazaLaura
Según la OCDE, “5.5% de los hogares en México experimenta un gasto catastrófico en salud, y los hogares pobres se ven afectados de manera desproporcionada”.
Además, únicamente el 52% de la atención médica en el país la financia el gobierno. Esta cifra contrasta con el promedio de los países que conforman esta Organización, que es de 73%.
De acuerdo con el documento “México, ¿cómo se compara? (Health at a Glance 2019: OECD Indicators)”, aunque “aproximadamente el 90% de la población está cubierta por un conjunto básico de servicios de salud. Esta es la cobertura más baja en la OCDE, en donde la mayoría de los países brindan una cobertura total”.
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que, a través de una cobertura sanitaria universal (CSU), todas las personas pueden recibir todos los servicios de salud “sin tener que pasar penurias financieras para pagarlos”. Por ello, que los países logren una CSU forma parte de los principales objetivos a cumplir a nivel mundial.
Esta CSU debe incluir atención médica servicios de salud esenciales de calidad que abarquen desde prevención, el tratamiento, la rehabilitación hasta los cuidados paliativos.
De esta manera, se protege a las personas de gastos catastróficos en salud, derivados de enfermedades que pueden poner en riesgo económico a las familias, al requerir tratamientos en periodos largos y con altos costos.
Según la OMS, la CSU se alcanza cuando un país logra tener un sistema de salud sólido, con un sistema de financiación de los servicios de salud y acceso a medicamentos y tecnologías esenciales, además de contar con personal capacitado.
Es importante señalar que la OMS especifica lo siguiente: “la CSU no implica la cobertura gratuita de todas las intervenciones sanitarias posibles, independientemente de su costo, ya que ningún país puede permitirse ofrecer todos los servicios gratuitamente de forma sostenible”.
En este sentido, cabe recordar que el objetivo de la cobertura sanitaria universal es que la población reciba atención médica de calidad sin pasar por problemas económicos como consecuencia de ello. Y esto se logra a través de sistemas sólidos de financiación:
“Si la gente tiene que pagar la mayoría de los gastos de salud de su propio bolsillo, los pobres serán incapaces de obtener muchos de los servicios que necesitan, e incluso los ricos se verán expuestos a dificultades económicas en caso de enfermedad grave o prolongada. El acopio de fondos procedentes de fuentes de financiación obligatorias (como las contribuciones obligatorias al seguro médico) permiten repartir los riesgos financieros relacionados con una enfermedad entre la población” (OMS).
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