Esta es la tercera de las ocho partes que componen al ensayo “La balada del carnero y la Hidra de Lerna. Se analiza en este caso la vida y la tragedia.
Sigue al autor Jesús Vaca-Cortés[1] en Twitter: @kronosjvc
Quien entienda que la memoria no se nutre de los nietos liberados sino de los abuelos esclavizados habrá comenzado con buen paso su camino (Mate). Pero la memoria de los propios sufrimientos, e incluso este fenómeno actual que supone el recordar de forma artificial y de segunda mano, padecimientos no experimentados en primera persona, no hace que las personas sean más generosas, amables o receptivas al dolor de los otros.
Al contrario, propicia que los descendientes de las víctimas se comporten de modo cruel con los descendientes de quienes perpetraron crueldades, y se utiliza como un certificado de prepago que justifica la propia insensibilidad, y que es un cheque en blanco sobre el que se va a escribir la propia inhumanidad, (Bauman 16-17).
Utilicemos un esquema analógico que distingue las semejanzas entre la definición de tragedia con el canto o la balada del carnero y su relación con la Filosofía del mal. Referido a los sacrificios de machos cabríos, chivos que expiaban pecados, cabras atravesadas por sicas y dagas, el término tragedia proviene del griego antiguo tragoedia, compuesta de trágos, carnero y oide, balada, canción mágica, conjuro, encantamiento, la tragedia es la balada del carnero, el carnero que bala.
Ante la realidad de la tragedia, las y los amantes de la sabiduría, tienen el presentimiento de que por debajo de dicha realidad y de toda realidad en que vivimos yace otra realidad distinta. Entorno contemplado por un número relevante de entes enamorados por conocer, por indagar más sobre la tragedia, como Friedrich Nietzsche quien 20 años antes de que apareciera “La Interpretación de los sueños” de S. S. Freud; escribió: La relación que el filósofo mantiene con la realidad de la existencia es la que el hombre sensible al arte mantiene con la realidad del sueño; la contempla con minuciosidad y con gusto: pues de esas imágenes saca él su interpretación de la vida, mediante esos sucesos se ejercita para la vida, y remata:
“Y no son sólo acaso las imágenes agradables y amistosas las que él experimenta en sí con aquella inteligibilidad total: también las cosas serias, oscuras, tristes, tenebrosas, los obstáculos súbitos, las bromas del azar, las esperas medrosas, en suma, toda la -divina comedia- de la vida, con su Inferno, desfila ante él, no sólo como un juego de sombras -pues también él vive y sufre en esas escenas- …”. (Nietzsche, s.f., pág. 12).
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Otro destacado filósofo de la tragedia, Arthur Schopenhauer, en su texto: El mundo como voluntad y representación (2003, Pág. 46), escribe sobre el enorme espanto que se apodera de los seres humanos cuando les dejan perplejos las formas de conocimiento de la apariencia y el entendimiento, de sus formas, razones y sinrazones. La tragedia en su expresión total.
La tragedia que, al parecer, es junto con la filosofía la creación más original del genio helénico; sus personajes son dolientes, “justos dolientes”, aniquilados bajo el peso de una extraña fuerza, de un remolino que todo arrebata y que les deja ante enigmas de nada fáciles soluciones. Acudimos a la tragedia en lo viejo y en lo nuevo, con Cronos y Zeus, en San Agustín y en Schopenhauer, en Nietzsche y en Homero, en Nezahualcóyotl y en Kierkegaard, en Ayocuán y en Karl Jaspers.
Lo mismo en la Ilíada y la Odisea, en Edipo Rey, en los éxodos judíos, en el caminar de los gloriosos aztecas salidos desde el mítico Aztlán, con el Popol Vuh y Gilgamesh, en las eddas y sagas de los islandeses y en las leyendas heroicas de todos los pueblos de la Tierra, desde Groenlandia hasta la Antártida, desde México hasta Nagpur.
A fin de cuentas la tragedia es un diálogo, una manera de entenderse, para que la posibilidad de una futura armonía avance, “el dolor y la vejez enseñan” son la verdadera escuela, maestro es en verdad el infortunio.
Puedes leer la segunda parte de este ensayo aquí
La violencia generalizada afecta la convivencia, el desarrollo humano y económico de una región cuando se expresa con combinaciones de impunidad, delincuencia, corrupción, programas fallidos de seguridad poblacional, desconfianza hacia los cuerpos policíacos o los sistemas de justicia, racismo, clasismo, discrecionalidad en la aplicación de las leyes. Fácil acceso hacia armas de fuego, falta de servicios y satisfactores sociales en materia de salud, empleo, educación; orillan a buena parte de la sociedad mexicana a padecer embates de grupos e individuos quienes, al no tener algo o nada que perder, encaminan sus vidas hacia la criminalidad.
Sumemos a lo anterior, la difusión positiva y constante de ciertos modelos delictivos, la apología de ellos, series televisivas que invitan a muchas y muchos jóvenes para seguir una vida de adrenalina y aventuras peliculescas, conformando estereotipos con falsos anhelos, estructuras de carácter impropios, falta de atención, solidaridad e interés para con los demás pobladores. (Vaca-Cortés, 2017, p. 166).
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[1] Doctor en Filosofía y Ciencias Humanas; Maestro en Ciencias (Psicología Social); Especialista en: Psicología Forense y Jurídica; Victimología; Prevención del delito, Perfilador Criminal. Creador del Modelo Multifactorial para la Resolución de Delitos Recurrentes (MURDER) y del algoritmo para la investigación delictiva: O = [ D + + I (f/d/t) + VF]. Contacto: jvc.vaca@gmail.com www.jesusbvaca.wordpress.com
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