Tal vez no lo sabes, pero los mexicanos somos profundamente barrocos. El barroco nació a finales del siglo XVI en Italia, en el contexto de la contrarreforma religiosa. El lema del barroco (por así decirlo) es miedo al vacío, el Horro vacui. Las obras de este periodo se caracterizan por la teatralidad, los claros obscuros, pero, sobre todo, por la gran cantidad de detalles, de elementos y formas. Incluso pueden ser sinónimo de lo recargado, lo rebuscado.

Por: Diego Adrián Marroquín Rodríguez

En nuestro país, al barroco le fue de maravilla y Carlos Fuentes considera que duró más tiempo que en Europa. Aquí ese estilo europeo se fusionó con la mano indígena y por supuesto con la cosmovisión de las culturas prehispánicas. De ese afortunado mestizaje cultural y artístico surgieron ejemplos tan extraordinarios como la Capilla del Rosario, el Templo de Santo Domingo en Oaxaca y Santa María Tonantzintla.

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Yo estoy convencido que has estado en un edificio barroco. El Sanborns de los Azulejos de la calle de Madero, con su fachada repleta de la talavera poblana es un ejemplo. La Catedral de la Ciudad de México y la de Puebla también lo son, así como el Palacio de Iturbide y el Palacio de los Condes de San Mateo Valparaíso. En fin, en la arquitectura hay muchos ejemplos y puedo llenar estas líneas con más ejemplos. Pero también el barroco llegó hasta nuestro plato y vaya que gustó.

El mole, pero sobre todo el poblano (ese que es dulce y picoso a la vez), es bien caprichoso, como nuestras iglesias y forma de ser. Las recetas son variadas, pero un mole requiere más de una docena de ingredientes y eso que también hay una variedad enorme en Oaxaca y en otros estados. La comida mexicana en general tiene esa particularidad, es un boom de sabores y olores, que explotan en la boca.

Pero ese gusto por lo recargado también se reflejó en cosas tan específicas como las leyes. Dicen los abogados y especialistas que las leyes mexicanas son rebuscadas y churriguerescas (más barrocas que el barroco). Incluso la Constitución es recargada, peca de ser exhaustiva y extensa. Quién lo diría, los mexicanos somos tan recargados como un chile en nogada capeado.

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