Las fake news, esas noticias forjadas para engañar a la opinión pública, desviarla de los problemas reales y desdemocratizar las sociedades, avanzan en las redes sociales, y constituyen un peligro público.
El Amazonas está ardiendo en llamas. Registró 84 mil incendios entre enero y agosto de 2019, 75% más que el año pasado. Es el pulmón mismo del planeta. Contiene la gran mayoría de las selvas tropicales que dan oxígeno, humedad, lluvias, agua, y actúan como un gran absorbente del dióxido de carbono el gas venenoso que genera el calentamiento global. Llovieron las protestas internacionales.
El problema no solo afecta al Brasil sino causas serios perjuicios en todo el mundo. Entre otros, se estima que los incendios boscosos son las causas directas del 10% de las emisiones de dióxido de carbono.
Una fake new, una noticia falsa, diseminada por las máximas autoridades brasileras a las que el mundo reclamaba, empezó a diseminarse en las redes. Decía que los incendios habían sido causados por las ONG ambientalistas descontentas por el corte de los apoyos que recibían para su labor.
Como muchas fake news, echaba la culpa del problema a quienes más hacían por resolverlo. Se trataba de desviar la opinión pública de los verdaderos responsables.
El chequeo de las evidencias más básicas mostró la falsedad de la noticia. Un fiscal federal afirmó que un 70% de los incendios se deben a la acción intencionada de grupos criminales. Innumerables evidencias mostraron que detrás está la mano de los interesados en librar la tierra de bosques y suplantarlos por explotaciones agrícolas o ganaderas en gran escala. Se busca aprovechar para quedarse ilegalmente con las tierras públicas en que están los bosques.
Ante las repercursiones internacionales y la amenaza de la Unión Europea de rescindir el acuerdo de libre comercio que termina de firmar con América Latina, lo que causaría grave daño a la alicaída economía brasilera, el gobierno tuvo que abandonar la fake new, y dictó un decreto prohibiendo por dos meses los incendios.
Las fake news, esas noticias forjadas para engañar a la opinión pública, desviarla de los problemas reales y desdemocratizar las sociedades, avanzan en las redes sociales, y constituyen un peligro público.
Pueden tener su origen en gobiernos que quieren defender políticas indefendibles, grupos racistas, xenófobos o neonazis que quieren promover el odio y la violencia contra las inmigrantes y las minorías, y con ello ganar poder. O en grupos de intereses económicos que quieren defender de cualquier modo la contaminación ambiental, o impulsores de todo tipo de operaciones antidemocracia, procorrupción o semejantes.
Están utilizando medios cada vez más diversificados y potentes. Al inicio fue simplemente inventar y diseminar noticias falsas. Ahora ya es crear imágenes falsas, videos ficticios, grabaciones falseadas; es decir, usar todas las herramientas de internet y redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, YouTube y otros, para engañar, desorientar y manipular multitudes de usuarios, quienes creen en la red.
Entre las historias famosas recientes, se halló la circulación de un video apócrifo que mostraba a la presidente de la Cámara de Representantes de USA, Nancy Pelossi, uno de los más respetadas líderes políticas del país, de 78 años edad, en estado de ebriedad.
También se hicieron videos falsos con fines pornográficos de actrices de primera línea, como Emma Watson, Scarlett Johansson y otras.
Un leitmotiv favorito de las fake news es la negación del Holocausto nazi. En las redes hay un gran número de espacios que dicen que nunca existió, o que las cifras reales de víctimas fueron muy reducidas.
Los negadores inventan testimonios falsos y pruebas imaginarias. Hitler asesinó en los campos de concentración, las cámaras de gases, en fusilamientos masivos de pueblos enteros, a seis millones de judíos, un millón de gitanos y a buena parte de las personas con discapacidad de la misma Alemania. Hoy están identificados los nombres de casi todos. Los creadores de las fake news negando el Holocuasto están tratando de matarlos por segunda vez.
Un circuito cada vez más frecuente de acción homicida de las fake news es el que protagonizan los asesinos en serie de judíos, musulmanes o niños escolares en USA. Se preparan ideológicamente a través de páginas con puro fake new de los supremacistas blancos u otros grupos neonazis, que educan porque hay que odiar y eliminar a los inmigrantes y las monirias, y porque Hitler en definitiva tenía razón.
Allí toman contacto con guías para usar armas de guerra contra poblaciones indefensas. El reciente asesino de 47 musulmanes que oraban en una mezquita en USA maximizó el efecto. Autofilmó la masacre que perpetró, subiéndolo a la red mientras la ejecutaba, donde fue visto por millares de personas. Quería inspirar con su ejemplo a asesinos en potencia y, en efecto, poco después otro formado en las mismas fake news repitió su modelo de matar.
Las fake news pueden servir también para distorsionar elecciones. La diseminación de rumores falsos y calumnias para favorecer a los candidatos preferidos por las mafias es de la más estricta actualidad.
Hoy, mientras arden los bosques de la Amazonia, un nuevo huracán muy poderoso amenaza con perjuicios gravísimos a extensas publicaciones de América, avanza la emergencia climática global y siguen circulando con toda fuerza fake news que dicen que todo ello es casual, coyuntural y que el cambio climático no existe.
Es imprescindible defender a la opinión publica de las fake news. Urgen regulaciones de los medios sociales y nuevas metodologías que permitan eliminarlas.
Asimismo, hay que educar a los ciudadanos para que puedan reconocerlas y aumentar la presión sobre las grandes redes porque refuercen los mecanismos para identificarlos e impidan que las penetren.
Lo que se juega en definitiva es la democracia misma, y los pilares en los que, según el texto bíblico, está apoyado el mundo. Ellos son la verdad, la justicia y la paz. Sin verdad, seriamente amenazada por las fake news, se erosionarán agudamente la justicia y la paz.
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