por Ramón Torres Enríquez
A partir de la década de los noventa han adquirido importancia los esfuerzos internacionales en pro del cuidado de los recursos naturales enfocados a establecer mecanismos y sinergias para brindar un desarrollo sustentable sin comprometer los recursos naturales de las siguientes generaciones; iniciativas que han sentado las bases para retomar el tema de los combustibles no fósiles como una alternativa para cuidar los recursos y abatir el cambio climático
Recientemente, con las estrategias acordadas para combatir el cambio climático se intensificaron los esfuerzos por buscar alternativas al uso de combustibles fósiles, replanteando a las fuentes de energía renovables y en especial los biocombustibles como una opción con potencial para sustituir la dependencia del petróleo, que se tiene que desarrollar sin afectar los recursos destinados para la producción de alimentos y preservando el medio ambiente.
Tiempos y compromisos incumplidos
El desarrollo de todo el marco normativo representó un esfuerzo para favorecer el surgimiento de la industria de biocombustibles nacional de una manera integrada, articulada y paulatina, asegurando el respeto a la vocación de tierras dedicadas a la alimentación para que no fuesen destinadas a la producción de energía y dando tiempo para que el sector agrícola articulara y consolidara los programas para cubrir los volúmenes pactados en los programas. Sin embargo, hasta el momento no se han cumplido con los tiempos y compromisos establecidos en los programas.
En 2006 se publicó la modificación de la NOM-086-SEMARNATSENER-SCFI-2005, Especificaciones de los Combustibles Fósiles para la Protección Ambiental. La norma especifica el contenido azufre en las gasolinas y diesel a nivel nacional, para aprovechar los sistemas más avanzados de control de emisiones, dando origen a las gasolinas y diesel Ultra Bajo Azufre UBA. La norma también especifica los niveles de oxígeno contenido en las gasolinas para mejorar su combustión y reducir las emisiones de compuestos químicos sin quemar la atmósfera.
Asimismo, en 2008 se publicó la “Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos” con los siguientes objetivos:
• Diversificar las fuentes de energía, bajando la dependencia en el petróleo y al mismo tiempo disminuir los efectos derivados de la fluctuación internacional de los precios del petróleo.
• Establecer procesos de producción sustentables, que efectivamente sustituyan el uso de petróleo por fuentes de energía renovable bajo esquemas donde el balance neto de energía y de emisiones sea favorable, protegiendo la biodiversidad y los ecosistemas.
• Desarrollo agrícola al fomentar la creación de cadenas productivas, junto con la aumento de la oferta de trabajo y consecuente aumento del ingreso en zonas rurales.
El espíritu de la Ley busca asegurar el surgimiento de un mercado de biocombustibles, donde Petróleos Mexicanos compré etanol para mezclarlo con las gasolinas que comercializa, y se estableció a modo de incentivo dirigido para incorporar la producción del campo mexicano, favoreciendo a los productores nacionales al incluir en la fórmula de precio un componente por el costo de transporte del etanol hasta las instalaciones de mezclado y distribución.
Otro aspecto importante de la ley es que relaciona la investigación y el desarrollo tecnológico, como una estrategia que permitirá una transición más suave hacia la producción e integración de biocombustibles en la vida cotidiana, sentando las bases para incorporar a la cadena de consumo nacional la producción de biocombustibles de segunda y tercera generación, basados en actividades agropecuarias, forestales, algas, procesos biotecnológicos y enzimáticos del campo mexicano que no pongan en riesgo la seguridad alimentaria.
En el contexto de la nueva ley se publicó el Programa de Introducción de Bioenergéticos, que aprovecha la coyuntura de la NOM-086 sobre las especificaciones del contenido de oxígeno en las gasolinas, el cual se puede alcanzar al mezclar 6% en volumen de etanol. El programa presentó al etanol de origen agrícola como un insumo que PEMEX puede adquirir para cumplir con las especificaciones de la norma, cumpliendo con el objetivo de disminuir la contaminación ambiental y al mismo tiempo apoyar al desarrollo de la nueva industria de biocombustibles.
En mayo 2008 la Secretaría de Energía publicó el Programa de Introducción de Bioenergéticos señalando al cuarto trimestre de 2011 como la fecha de inicio para la comercialización de biocombustibles. Estableció la necesidad de mezclar alrededor de 3,000 barriles diarios de etanol, equivalentes a 176 millones de litros anuales en las gasolinas que se comercializan en la Zona Metropolitana de Guadalajara y alrededor de 8.7 millones de litros anuales de Biodiesel, para ser usados como aditivo de lubricidad en el Diesel uba que produce la refinería de Cadereyta.
Al mismo tiempo, la Secretaría de Agricultura (SAGARPA) publicó el Programa de Producción Sustentable de Insumos para Bioenergéticos y de Desarrollo Científico y Tecnológico (PROINBIOS), y presentó a la caña de azúcar, el sorgo dulce y la remolacha como los cultivos elegibles en el campo mexicano para producir etanol, y la Jatropha la higuerilla y la palma de aceite como cultivos elegibles para producir biodiesel. Adicionalmente, anunció la meta de reorientar 108,000 hectáreas de superficie para finales del 2012 y producir 810 millones de litros por año de etanol para cubrir las metas de los programas con Petróleos Mexicanos, en las ciudades de Guadalajara, de Monterrey y el Distrito Federal.
A partir del último trimestre del 2009 Petróleos Mexicanos decidió adquirir etanol bajo el esquema de licitación pública para mezclarlo con las gasolinas, captando la participación de diversas empresas nacionales interesadas, sin embargo, las condiciones del mercado y los tiempos de procura establecidos no permitieron la conclusión exitosa. Los resultados obtenidos obligaron a replantear las metas, reduciendo de 176 millones de litros anuales a 100 millones de litros para el año 2012. También se reajustó la forma de establecer el precio por litro de etanol anhidro, en función del costo de oportunidad del productor nacional, el precio internacional del etanol anhidro, y de los ajustes por logística del transporte, almacenamiento y de la distribución correspondiente.
El gran reto se centra en el desarrollo continuo de capacidades nacionales para producir insumos para la producción de biocombustibles a costos competitivos sin comprometer los cultivos agrícolas destinados a la producción de alimentos, integrando nuevas cadenas productivas que sirvan de polos de desarrollo y por el lado energético avanzar en la incorporación de fuentes de energía no fósil.
Es indispensable asegurar que Petróleos Mexicanos adquiera etanol y biodiesel. El sector azucarero mexicano cuenta con la capacidad productiva para cubrir la demanda nacional y anualmente exporta los excedentes, pero requiere la innovación y desarrollo tecnológico para aumentar tanto la productividad como la rentabilidad en los ingenios que asegure el mercado nacional de biocombustibles de primera generación.•