por Xóchitl Ramírez
En noviembre de 2016 México será la sede de la decimotercera reunión de la Conferencia de las Partes (COP13), órgano rector del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB). Su lema o tema principal es “Integrando la Biodiversidad para el Bienestar”, enfocado a la vinculación de la conservación de la biodiversidad con el desarrollo en el sector productivo: agrícola, forestal, manejo de pesquerías y turismo. Además de ser un país megadiverso, México fue seleccionado para ser sede de la COP13 por su conocimiento y capacidades institucionales en materia de conservación y uso sustentable de su patrimonio natural, en lo que se tienen muchos avances aunque aún hay retos importantes para avanzar en el cumplimiento de los cinco objetivos estratégicos de Aichi
En nuestro país se alberga entre el 8% y el 12% de las especies del mundo en alrededor del 1.5% de la superficie terrestre del planeta, y es uno de los países considerados centro de origen y diversificación de las plantas cultivadas. Este enorme capital natural es resguardado por los pobladores más pobres del país.
En contraste, en las zonas con mayor desarrollo o mayor PIB, el capital natural se ha degradado y en ocasiones desaparecido. Es claro que el modelo de desarrollo económico no ha logrado proteger y potenciar los valores ambientales que lo sustentan. Tampoco el modelo de conservación del patrimonio natural ha logrado el desarrollo económico y de los medios de vida rural, en particular de los pequeños productores del campo.
La intervención pública para el campo y para la conservación ambiental no ha generado el desarrollo sustentable esperado porque actúa de manera desintegrada, dispersa, sobre paisajes fragmentados, y no ha estado alineada a objetivos territoriales. Las áreas destinadas y aisladas para propósitos exclusivamente de conservación se encuentran bajo amenaza de infuencias externas y su escala es inadecuada para conservar la biota en el largo plazo, más aún considerando que la mayor parte de la biodiversidad del país se encuentra fuera de las áreas naturales protegidas. Ciertos valores de conservación o servicios ambientales no pueden prestarse a nivel de las unidades de manejo convencionales (parcela, polígono, unidades de manejo forestal), por lo tanto, los paisajes con manejo fragmentado son deficientes y muchos de los problemas de degradación ambiental o de los medios de vida surgen por la incapacidad de reconciliar los requerimientos de la conservación con los de las comunidades humanas.
Municipios de las zonas de atención prioritaria por su alta biodiversidad, municipios de la cruzada contra el hambre y zonas de atención prioritaria
Al mismo tiempo, los actores sociales a cargo del manejo del territorio están debilitados, con pocas capacidades técnicas y de gobierno sobre los recursos naturales. La falta de acuerdos colectivos produce, para todos los actores, resultados inferiores a su capacidad óptima. Además, los programas públicos favorecen la desintegración comunitaria porque fomentan el diseño y la aplicación de proyectos productivos en unidades productivas aisladas, desorganizadas y desvinculadas entre sí.
México requiere transitar a un enfoque que remonte esta forma de intervención pública hacia una gestión integrada del territorio. Es indispensable diseñar puentes en la agenda social, particularmente la alimentaria y la de sustentabilidad, en donde el buen uso y preservación de la biodiversidad y sus servicios ambientales sean la única vía para una efectiva superación de las condiciones de pobreza.
La gestión territorial puede enfrentar las crónicas limitaciones del vínculo entre agendas públicas y sus instrumentos, que provocan la pérdida y degradación de ecosistemas y sus servicios ambientales y la profundización de la pobreza. Además, como la gestión territorial nace de la construcción de acuerdos locales, el tejido social se fortalece, con ello se incrementa la capacidad local para establecer reglas internas de gobernanza sobre los recursos naturales y se ordenan las actividades productivas.
El desarrollo territorial permite aprovechar sustentablemente el capital natural y los múltiples servicios que ofrece para eliminar la desnutrición, mejorar y aumentar la producción agropecuaria y pesquera a través de buenas prácticas, aumentar el ingreso de pequeños productores agrícolas e impulsar la competencia económica con productos y servicios sustentables (a través de la certificación, etiquetado, estándares, arreglos asociativos de mercados, capacidades de emprendimiento, sistemas de información, financiamiento, mejora de capacidades, etcétera). Con el enfoque territorial incorporado a las políticas públicas, las interacciones entre los sistemas ambientales, sociales y políticos son reconocidas y atendidas.
México ha conseguido algunos avances normativos para aplicar el enfoque territorial en el campo y en las localidades en donde habita la población más vulnerable, tales como la Ley de Desarrollo Rural Sustentable y el Decreto que establece el Sistema Nacional para la Cruzada contra el Hambre. Además, los programas públicos de fomento productivo incluyen párrafos transversales para favorecer a la población más pobre y para aplicar recursos de manera conjunta interinstitucionalmente.
Una de las limitaciones más importantes para operar estos avances normativos es la escasa información que se tiene a nivel local que permita contestar preguntas básicas para la adopción de buenas prácticas productivas, y medir los impactos de la intervención:
• ¿Cuánto incrementa la productividad de las actividades sustentables frente a las convencionales?
• ¿Cómo se encadena la actividad productiva al mercado?
• ¿Con qué tecnología se incrementa la producción?
• ¿Qué consumen las localidades, municipio, región?
• ¿Cuál es el ingreso no monetario de las familias?
• ¿Cómo se fortalecen las actividades de autoconsumo y se cubre el déficit de alimentos?
• ¿Cuáles actividades tienen potencial y cuáles son solamente extractivas y provocan pérdida de capital natural y la riqueza a futuro?
La COP13 discutirá el papel de los sectores productivos en la conservación de la biodiversidad y buscará el compromiso de los países para que se reconozca que la base de los sistemas productivos son los reservorios de la biodiversidad agrícola y los bienes y servicios de los ecosistemas forestales y pesqueros, que el presente y el futuro alimentario del planeta depende de la conservación de ese capital natural.
Xóchitl Rámirez Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente |
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