Las aguadas y sus recursos intangibles en Calakmul
La Selva Maya es considerada el segundo macizo forestal más grande de América después del Amazonas. Está conformada por tres países: Belice, Guatemala y México. Sin embargo, el “corazón de la Selva Maya” se encuentra en la Reserva de la Biosfera Calakmul con una extensión de aproximadamente 723,185 hectáreas localizadas en el estado de Campeche al sureste de México. La Reserva de la Biosfera Calakmul, las zonas sujetas a protección ecológica de Balam Kú y Balam Kin y el Área de Protección de Flora y Fauna Bala’an K’aax conforman la Reserva de la Biosfera Región de Calakmul con 1’366 765 hectáreas.
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Las selvas de la región de Calakmul tienen la característica de carecer de grandes cuerpos de agua en la superficie como lo son ríos y lagos. Esto se debe a que el relieve es kárstico, aspecto que confiere alta permeabilidad por lo que sus escorrentías superficiales son intermitentes y merma la formación de cuerpos de agua (1). A pesar de ello, regularmente cerca de los antiguos asentamientos mayas y, en los extremos de los bajos o depresiones kársticas, que generalmente contienen arcilla, yeso y/o piedra para mejorar la retención de agua, se encuentran las aguadas (2).
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¿Qué son las aguadas y por qué son importantes?
Las aguadas son cuerpos de agua temporales y/o permanentes de origen natural o cultural prehispánico que se forman a partir de agua de lluvia con características biofísicas que permiten una permeabilidad de los suelos kársticos de la Selva Maya (3). En la actualidad, las aguadas son la única fuente superficial de agua para la fauna y las comunidades humanas durante la temporada de sequía en la región de Calakmul (4). Proveen sustento y refugio a poblaciones de mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces e invertebrados donde destacan especies que se encuentran en peligro de extinción como el tapir centroamericano, el jaguar, el pecarí de labios blancos y el zopilote rey. En las comunidades humanas las aguadas significan bienestar y seguridad debido a que son recurso de agua para diversas actividades domésticas y económicas como la agricultura, la apicultura y la ganadería.
Las aguadas, cambio climático y plan de acción
En los últimos años, las aguadas de Calakmul han sufrido cambios negativos originados por los efectos del cambio climático. Ante esto, la Reserva de la Biosfera Calakmul ha propuesto nuevos planes de conservación para prevenir la pérdida de especies, hábitats e inseguridad alimentaria debido a la sequía de las aguadas de la zona.
Uno de los planes para la conservación de las aguadas en Calakmul es promoverlas para formar parte de la Convención Internacional de Humedales Ramsar por medio de un gran polígono conformado por la Reserva de la Biosfera Calakmul, las Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación y las zonas sujetas a protección ecológica de Balam Kú y Balam Kin. Las aguadas podrían ser incluidas en la Convención de Ramsar por sus características físicas, ecológicas y por los servicios ecosistémicos que proveen a la fauna y a las comunidades humanas de la región como son el agua, el alimento, el patrimonio cultural, la recreación y la mitigación al cambio climático.
El valor intangible de Calakmul para una gobernanza ambiental territorial
Las aguadas de Calakmul poseen considerables valores socioeconómicos e intangibles para las personas que hacen uso de ellas. La conservación de las aguadas debe ser algo prioritario, teniendo en cuenta que son grandes aliadas para enfrentar el cambio climático en un mundo donde cada día la presión por el recurso hídrico aumenta.
Para ello, es necesario actuar desde una gobernanza que tome como base el valor intangible de Calakmul que atienda de manera urgente políticas a nivel regional y nacional para transformar los modelos económicos, sociales y financieros que han generado las tendencias que han recrudecido la pérdida de la diversidad biológica; para estabilizarlas en los próximos años y permitan una recuperación de los ecosistemas naturales de manera sostenida hacia el futuro (5). La gobernanza lanza el llamado a la participación de todas y todos para las acciones que mitiguen el cambio climático, para establecer prioridades y asignar recursos financieros y de otro tipo, para internalizar el valor de la naturaleza y reconocer el costo que tiene no tomar medidas.
Reconocer el valor intangible de Calakmul empieza por una política territorial donde se unan esfuerzos de la sociedad toda, pero también de los pueblos indígenas y las comunidades locales, la sociedad civil y el sector productivo, para generar una agenda de medidas urgentes que nos permitan preservar el segundo pulmón más importante de América, pero esencialmente salvar las aguadas, fuente de vida y biodiversidad. Que las aguadas sean reconocidas como humedales dentro de la Convención Internacional de Humedales Ramsar pudiera ser la primera medida de la gobernanza territorial. Ese es el camino hacia una agenda territorial ambiental de recursos intangibles.
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Sobre las autoras:
Isabel Serrano Mac-Gregor es Bióloga y Maestra en Ciencias
Cecilia Liotti es politóloga, Politóloga integrante de la Red de Politólogas #NoSinMujeres Redes Sociales: Facebook: @cecilialiotticonsultores Twitter: @CeciliaLiottiCo Instagram: cecilialiotticonsultores
Referencias
1-García-Gil, G., G. Palacio-Prieto & J.L Ortiz Pérez. 2002. Reconocimiento geomorfológico e hidrográfico de la Reserva de la Biosfera Calakmul, México. Investigaciones Geográficas (Mx) 48: 7–23.
2-Wahl, D., T. Schreiner, R. Byrne. & R. Hansen. 2007. A Paleoecological Record from a Late Classic Maya Reservoir in the North Peten. Latin American Antiquity 18:212–222.
3- Serrano-Mac-Gregor, I & M. Weston-Flores. 2021. Las aguadas de Calakmul y el cambio climático: ¿Qué son las aguadas?. Ciencia y Mar XXV (74): 95-100
4-Reyna-Hurtado, R., E. Naranjo, C. Chapman & G.W. Tanner. 2010. Hunting patterns, population density, group size, and conservation of the white-lipped peccary (Tayassu pecari) in the Calakmul region of Mexico. Oryx 44:88-96.
5- La Organización de las Naciones Unidas plantea metas para los próximos 10 años (para 2030) para una recuperación de los ecosistemas naturales en los siguientes 20 años, lográndose mejoras netas para 2050 a fin de lograr la visión del Convenio sobre la Biodiversidad Biológica de “vivir en armonía con la naturaleza para 2050” (P. 3). Véase Organización de las Naciones Unidas (ONU). (Julio, 2021) Convenio sobre la Biodiversidad Biológica. Recuperado de internet