El cambio climático está afectando la disponibilidad, el acceso, y el contenido nutrimental de los alimentos: se trata de un problema de seguridad alimentaria que, en mayor medida, afectará a los países de bajos recursos.
De acuerdo con el último informe sobre La Tierra y el Cambio Climático que publicó el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático que difundió la ONU, el incremento de la temperatura media del planeta está provocando que el rendimiento agrícola disminuya, específicamente en los trópicos.
Esta baja en el rendimiento del sector agrícola a nivel mundial, ha generado que se incrementen los precios de los productos alimenticios y que incluso, se interrumpa el suministro de algunos de ellos. Adicionalmente, se ha dado una reducción en la calidad nutrimental en los alimentos del sector primario.
Si bien las consecuencias serán distintas en cada país, los impactos más severos se esperan en África, Asia, América Latina y el Caribe.
Pero esta inestabilidad en el sistema alimentario es solo una parte de las consecuencias que trae consigo el incremento de la temperatura global: también se espera un aumento en el número de incendios (cono los que ya se han viso en el ártico); se incrementa el riesgo de la escasez del agua, y el deshielo de los polos con todos los riesgos que ello implica.
La magnitud de la amenaza del cambio climático
De acuerdo con el estudio del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, estos riesgos son muy altos incluso con un aumento de 1.5°C, sin embargo, los riesgos se intensifican si el incremento de la temperatura alcanza los 2°C, por lo que mantener el calentamiento global por debajo de este nivel resulta indispensable.
De acuerdo con los expertos, la única manera para evitar que el aumento de la temperatura media del planeta no llegue a los 2°C es reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los sectores, incluidos la tierra y los alimentos.
Para los expertos del Panel Intergubernamental, el uso de la tierra juega un papel muy importante el calentamiento global, ya que actividades como la agricultura, la silvicultura (entre otras relacionadas con el uso de la tierra) representan casi un cuarto del total de las emisiones de gases de efecto invernadero (el 23%).
Adicionalmente, los expertos de este organismo advierten que, los procesos naturales de la tierra absorben un tercio el dióxido de carbono generado por las industrias y por los combustibles fósiles; estos procesos naturales se ven afectados con el cambio del uso de la tierra.
Cuando la tierra se degrada, fundamentalmente pasan dos cosas: en primer lugar se vuelve menos productiva y se generan los problemas que ya se mencionaron en cuanto al suministro, calidad y precios en los alimentos, y en segundo lugar, se reduce la capacidad para absorber carbono, lo cual influye en el cambio climático y a su vez, contribuye aún más a su degradación.
Además, el aumento de lluvias más intensas, también contribuye a la erosión de las tierras de cultivo. De ahí que la gestión sostenible del uso de la tierra funcione como un mecanismo para proteger a las comunidades de los efectos que trae consigo la degradación del suelo.
Sin embargo, hay un límite, ya que en algunos casos el daño y la degradación puede ser irreversible.
El número de personas afectadas no es menor, ya que el Panel Intergubernamental estima que, casi 500 millones de personas viven en áreas que actualmente están pasando por un proceso de desertificación. En especial, las zonas desérticas son las más vulnerables al cambio climático y a situaciones como las sequías, las olas de calor o las tormentas de polvo.
¿Qué podemos hacer para evitar el cambio climático?
Desde esta perspectiva, el estudio La Tierra y el Cambio Climático destaca que hay dietas que requieren más agua y más tierra, por lo que generan más emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático; las dietas varían entre culturas e incluso, entre niveles de ingreso de los países.
En términos ambientales, la diferencia en la alimentación se encuentra en las dietas balanceadas con más alimentos a base de granos, legumbres, frutas y verduras y con alimentos animales producidos de manera sostenible. Este tipo de alimentación representa una oportunidad para poner un límite al cambio climático.
El informe también destaca que, hay maneras de bordar los riesgos a fin de que se logre disminuir las vulnerabilidades de los sistemas de producción y distribución de los alimentos y del uso de la tierra.
Adicionalmente, es indispensable reducir la desigualdad, incrementar los salarios y la seguridad alimentaria en zonas en las que la tierra es menos productiva, lo cual es un factor que contribuye a que las comunidades puedan adaptarse a los impactos del cambio climático.