En México, la mortalidad por CACU ocupa desde 2006 el segundo lugar entre las mujeres mayores de 25 años, superada únicamente por el cáncer de mama
No basta saber, hay que aplicar
No basta querer, hay que actuar
A principios de esta década se reportaron a nivel mundial más de medio millón de casos nuevos anuales de Carcinoma Cervicouterino (CACU) y una mortalidad de alrededor de 275,000 por año. En nuestro país, de 1990 al año 2000 se registraron en total 48,761 defunciones por CACU, iniciando en 1990 con 4,280 muertes en el año y terminando en 2000 con 4,620, lo que representaba un promedio aproximado de 12 mujeres fallecidas cada 24 horas. A fines de 2014 la Secretaría de Salud (SS) reportó que las acciones de prevención y detección oportuna ayudaron a disminuir un 32% la mortalidad por CACU en la última década.
Conocimiento científico de su causa
Se inició a principios del siglo XIX con los estudios de piezas quirúrgicas y las autopsias realizadas en mujeres fallecidas por esta enfermedad, surgiendo múltiples tratamientos con malos resultados. Años después se demostraron cambios celulares reconocibles al estudio microscópico, siendo un conjunto de células del cérvix uterino enfermas las responsables de las manifestaciones visibles.
En 1924 se diseñó un microscopio para visualizar el cérvix uterino (colposcopio), buscando descubrir pequeños cánceres invasores no perceptibles a simple vista, contribuyendo al conocimiento del tracto genital inferior y el empleo de cirugía y radioterapia en su tratamiento.
En 1943 se demostró la posibilidad de detectar el CACU por medio del estudio citológico cervical ideado por Papanicolau y Traut, el que continúa siendo hasta la fecha el estudio por excelencia en la detección oportuna del CACU. Se debe realizar una vez por año, y si en tres ocasiones continuas resulta negativo, puede hacerse de forma más espaciada con un intervalo de hasta tres años.
En México existe la modificación a la NOM- 014-SSA2-1994 “para la prevención, detección, diagnóstico, tratamiento, control y vigilancia epidemiológica del CACU”, publicada el 18 de mayo de 2007 en el DOF, en la que se menciona que se encuentran en desarrollo alternativas terapéuticas y de prevención primaria (vacunas preventivas). Todo médico debe conocerla y aplicarla.
En 1977 Harald zur Hausen reportó que los cambios de las células cervicales podían estar relacionados con una infección por virus, iniciándose las investigaciones a nivel mundial con este fin. México participó en forma importante en esta tarea por conducto de los doctores Alexander Meisels, graduado de la UNAM en 1951, y Horacio Zalce.
En 1997 se publicó el trabajo definitivo que establece que el Virus del Papiloma Humano (VPH) es una causa necesaria para la génesis del CACU. Se han aislado más de 100 variedades de VPH -quizás no son más de 23 los que infectan a los humanos-. Estos virus afectan los órganos genitales, tanto del hombre como de la mujer y pueden dar origen a un cáncer en dichas áreas (existen técnicas para la búsqueda de VPH de alto riesgo en el cérvix y vagina). La infección por VPH es una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS), y cuando no desaparece puede causar CACU. Desde esa fecha se señaló que el virus es una causa necesaria para la génesis de la neoplasia, pero no es suficiente, por lo que otros factores etiológicos o de riesgo no deben despreciarse. Por sus trabajos sobre la relación del VPH y el CACU le fue otorgado el Premio Nobel de Medicina 2008 a Harald zur Hausen.
Combatirlo y disminuirlo
El CACU es un proceso multifactorial, en el cual otro elemento fundamental es el sistema inmunitario del huésped, de tal manera que una supresión inmunológica instaura un campo propicio para el desarrollo de una neoplasia, debido a que predispone a la infección por virus oncogénicos y permite que la proliferación neoplásica escape a los mecanismos reguladores del huésped.
Con la identificación del VPH como causa necesaria para el CACU, surgió de inmediato la búsqueda de una vacuna profiláctica, la que en 2002 se convirtió en realidad con sorprendentes resultados satisfactorios. De ahí siguieron otros informes de dos vacunas que demostraban sin lugar a dudas una eficacia de alrededor de 95% para evitar la infección incidental por los VPH. La mejor respuesta inmune ocurre en niñas (o niños) de entre 9 y 13 años. Estas vacunas han sido aprobadas en México por la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS).
Nuestra Cartilla de Vacunación 2015 incluye 14 biológicos, y entre ellos menciona el de VPH para menores de 12 años, no señala el esquema completo. El 19-III-15 (Excélsior) anunció una reducción del presupuesto en Salud Reproductiva del 38%.
Actualmente las opciones para combatir y disminuir el CACU a niveles poco significantes son posibles. En 2008 EUA y Canadá tuvieron una mortalidad por CACU de 1.7 calculada por 100,000 mujeres de todas las edades, a partir del empleo de la vacuna VPH. En México ese mismo año la mortalidad fue de 14 con una tasa actual en 2014 de 5.95. A fines de 2014 la SS reportó una disminución del 32% en la mortalidad por CACU en la última década.
México es pionero y líder histórico de vacunación en América -Dr. Balmis, principios del siglo XIX-. El pasado marzo organizaciones civiles en México se pronunciaron a favor de que el país dé el siguiente paso, al reforzar sus acciones y sus leyes para otorgar a la inmunización el rango de Derecho Humano garantizado, sin interrupciones, así como en la iniciativa de reformar la Ley General de Salud en materia de vacunación que propone considerar la vacunación como un derecho.
¿Por qué no nos vacunamos?
Es increíble que, contando con vacunas para evitar el CACU, las personas no hagan uso de tan notable y valioso recurso terapéutico que previene su aparición y multiplicación en todo el mundo. La ausencia de aprovechamiento de la vacunación debe considerarse como un fracaso de la medicina preventiva, en donde intervienen varios factores: un hábito deseable e insustituible consiste en educar a la mujer para que acuda con regularidad a consultar a su médico entre los 16 y 30 años de edad y practicarse el Papanicolau; con mayor frecuencia en las adolescentes sexualmente activas, quienes tienen mayor riesgo de contraer ETS; mujeres con múltiples compañeros sexuales; o las que emplean anticonceptivos.
El empleo de la vacuna para el VPH es la prevención primaria y los medios para el diagnóstico temprano la prevención secundaria.
En USA el rechazo a la vacunación ha crecido: 46 Estados permiten objeciones religiosas a la exigencia de la vacunación y 14 objeciones filosóficas. Las inmunizaciones son la intervención médica que más vidas han salvado en la historia y las de mayor costo-beneficio.
Hasta un 70% de los casos de CACU acuden a recibir atención médica en etapas avanzadas de la enfermedad, ¿qué se necesita para corregir esta situación? Consideramos prioritario aplicar programas de comunicación educativa en salud como lo están haciendo regularmente CEIDAS y la SS en todos los niveles socioeconómicos, enfatizando la estrategia “todas las mujeres una prevención integral”, que se ha estado realizando en municipios con menor Índice de Desarrollo Humano.
De manera simultánea, ¡educando a quien nos cura!, insistir en las escuelas de medicina del país el enseñar los Programas en Salud Reproductiva (Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva), así como supervisar el funcionamiento del primer nivel de atención en salud: centros de salud (aproximadamente el 60% está a cargo de pasantes de medicina) y medicina familiar a nivel institucional. Necesitamos profesionales bien formados para atender la sociedad en la que viven y para la que adquieren sus conocimientos.
Manuel de J. Campa G. Especialista certificado “In Tempore” por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia. Es Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana (U.V.) desde 1966; fue Comisionado de Arbitraje Médico del Estado de Veracruz de 1999 a 2008. |
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