En este nuevo artículo, Ricrdo de la Peña, (presidente de Investigaciones Sociales Aplicadas) realiza un análisis sobre el uso de las definiciones sobre los casos activos y recuperados de COVID19. Sustenta que no hay conguencia con las definiciones de las autoridades sanitarias en México, respecto de las construidas por organismos internacionales.
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“Cuando yo uso una palabra —dijo Humpty Dumpty con un tono de voz más bien despectivo— significa exactamente lo que elijo que signifique”. Lewis Carroll[*].
Se ha vuelto costumbre destacar varios datos de los cortes diarios sobre el desarrollo de la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 que difunden las autoridades sanitarias federales en México. Eso incluye contagios confirmados y decesos, lo que se ha complementado en algunos casos con los así denominados casos activos y recuperados, a pesar de que estas últimas categorías, a diferencia del cómputo y acumulación de casos positivos y de decesos, no corresponden a cantidades directamente observadas, sino a estimaciones que realiza el gobierno para fines informativos[1].
Ha corrido mucha tinta señalando las limitaciones que presenta el cómputo de los casos confirmados y fallecimientos, debido a la subestimación propiciada por las pruebas sin resultado y por el carácter parcial del acopio informativo que se realiza[2]. Pero prácticamente nada se ha dicho sobre la manera en que se calculan los casos activos y los recuperados de entre aquellas personas a quienes se les ha probado padecer COVID-19 en nuestro país.
En este artículo nos abocaremos a analizar este asunto, aclarando de entrada que resulta más importante la precisión del significado y alcance de la definición de “casos activos” por su relevancia, puesta en claro recientemente por la autoridad sanitaria federal[3], al ser una de las cifras que son presentadas ahora en la conferencia diaria y que se toma como indicador de evaluación del impacto de los contagios, junto con otras como la ocupación hospitalaria, para ser utilizados en la decisión sobre la reapertura en las entidades federativas del país.
Antes que nada, vale la pena recordar que hay tres tipos de conceptos científicos: los clasificatorios o taxonómicos, los comparativos y los cuantitativos o métricos[4]. Cuando uno clasifica, simplemente diferencia los elementos en grupos a partir de ciertos criterios, que pueden dar lugar a diferentes agrupamientos, pero que en todo caso debieran responder a principios básicos de cabal exhaustividad y mutua exclusión.
Cuando se trata de conceptos escalares una partición de este tipo no es la más apropiada, por lo que se recurre a esquemas comparativos para ordenar los objetos según el grado en que presentan una cierta propiedad. Pero cuando se puede asignarles un número se constituyen en métricas, alcanzado el máximo nivel de conceptualización posible.
Hay que recordar que para fines de vigilancia epidemiológica a nivel mundial del coronavirus SARS-Cov-2, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que debe considerarse como caso sospechoso de padecer COVID-19 a la persona de cualquier edad que recientemente haya presentado dos o más de varios signos o síntomas: tos, fiebre o dolor de cabeza, siendo un caso confirmado aquel que cuente con un diagnóstico positivo obtenido a través de algún método de detección viral realizado por un laboratorio, independientemente de los signos y síntomas clínicos que haya presentado[5]. Así que la categoría de caso confirmado es sumamente precisa.
La definición que da la propia OMS de lo que es un deceso por COVID-19 establece que “una muerte por COVID-19 se define para fines de vigilancia como una muerte resultante de una enfermedad clínicamente compatible, en un caso COVID-19 probable o confirmado, a menos que exista una causa alternativa de muerte que no pueda estar relacionada con la enfermedad COVID”, debiendo contarse los casos independientemente de posibles condiciones preexistentes, siempre que no haya habido un período de recuperación completa de COVID-19 previo a la muerte[6].
Es claro que estas definiciones buscan imponer una concepción naturalista sobre la condición de morbilidad de las personas[7] a partir de la constatación mediante el uso de pruebas rigurosas de laboratorio de la presencia o ausencia del agente patógeno generador de una infección, tratando de alcanzar una cabal objetividad en la diferenciación entre personas sanas y enfermas.
La división entre casos activos y cerrados, que es una diferenciación en dos taxones independientes que cubren todo el universo de posibilidades de los casos confirmados, no forma parte de la clasificación mundialmente estandarizada para fines de vigilancia y estadística epidemiológica, como sí lo hacen los conceptos de casos positivos o negativos y de casos sospechosos, que aún no están resueltos.
Respecto a la dicotomía activos-recuperados, la propia OMS establece la pertinencia de llevar adelante un seguimiento cotidiano de los contactos de casos confirmados con COVID-19 con un monitoreo con duración de dos semanas[8]. Se supone por demás que si en el momento de la primera notificación no se conoce el desenlace del paciente, se deberá proporcionar un listado actualizado en cuando se disponga de esa información[9], lo que aparentemente no está ocurriendo en el caso mexicano —o al menos no con la información públicamente disponible—, en que se registran los casos en una fecha de ingreso y no siempre se actualizan con posterioridad.
Dado que el rango estimado para el período de incubación del coronavirus SARS-CoV-2 se sitúa en una ventana de dos a diez días, o hasta un máximo de catorce días (con reportes de una mayor duración que la OMS considera pueden deberse a una doble exposición[10]), cuarentenas y seguimientos de contactos se han tendido a establecer durante un período reducido a esas dos semanas.
Es por ello que en espacios informativos internacionales se han incluido categorías adicionales que permiten diferenciar la población que se ha infectado con COVID-19 en dos grandes grupos: los casos activos y los casos cerrados.
Se consideran como casos cerrados los casos reportados como recuperados a partir de la ventana de incubación del virus indicada, más los casos de fallecimiento notificados. El remanente son casos que se consideran infectados activos.
En México se ha adoptado rigurosamente las definiciones internacionales para la determinación de los casos confirmados y los decesos con COVID-19. Así, en el cómputo cotidiano de casos, solamente se incluyen como confirmados aquellos que cuentan con prueba de laboratorio; pero se ha insistido en incluir en los certificados de defunción todos los decesos por una enfermedad clínicamente compatible con la COVID-19. Esto, aunque se trate de un caso no confirmado (aunque su inclusión en el acopio de datos sobre casos estudiados sea dudosa).
En el caso del empleo de esas categorías adicionales de casos activos y recuperados, para su estimación oficial se recurre a la base de datos abiertos de COVID-19 que se genera cotidianamente[11]. A partir de ella, se calculan los casos activos, considerando como tales “todos aquellos positivos a SARS-CoV-2 con fecha de inicio de síntomas en los últimos 14 días”, aclarando que “las defunciones de casos activos se consideran parte de los casos activos, porque, desde una perspectiva poblacional, contribuyeron a la transmisión del virus”[12]. Luego, “los casos recuperados son todos aquellos positivos a SARS-CoV-2 no hospitalizados, con fecha de inicio de síntomas con más de 14 días y sin fecha de defunción”.
De esta manera, arbitrariamente y al contrario del uso internacional, para las autoridades sanitarias mexicanas un muerto con COVID-19 es un caso activo y no uno cerrado.
Así que no importa lo que diga el resto del mundo, activo significa lo que se elija que signifique en este país de las maravillas.
[*] Traducción propia del original: ’When I use a word,’ Humpty Dumpty said in rather a scornful tone, ‘it means just what I choose it to mean—neither more nor less’. Lewis Carroll, Through the Looking-Glass and What Alice Found There, The Millennium Fulcrum Edition 1.7, chapter VI; disponible en: http://www.gutenberg.org/files/12/12-h/12-h.htm.
[1] Cfr.: https://coronavirus.gob.mx/datos/.
[2] Vgr.: Arturo Erdely, “Algunas dudas sobre la aritmética de la secretaría de Salud”, Nexos, 20 de abril de 2020; disponible en: https://www.nexos.com.mx/?p=47756. Ricardo de la Peña, “La macabra danza de los contagios”, en: etcétera, México, 22-04-2020: disponible en: https://www.etcetera.com.mx/opinion/macabra-danza-contagios-covid-mexico/ y; “La importancia de lo invisible”, México Social, 20-22 de mayo de 2020; disponible en: https://mexicosocial.org/la-importancia-de-lo-invisible/. Jorge Andrés Castañeda y Sebastián Garrido, “¿Cómo entender los datos de defunciones por COVID-19 en México?”, Nexos, 12 de mayo de 2020; disponible en: https://datos.nexos.com.mx/?p=1351. Mario Romero Zavala y Laurianne Despeghel, “¿Qué nos dicen las actas de defunción de la CDMX?”, Nexos, 25 de mayo de 2020; disponible en: https://datos.nexos.com.mx/?p=1388.
[3] Gobierno de México, Conferencia de prensa sobre COVID-19, 12 de julio de 2020; disponible en video en: https://www.youtube.com/watch?v=wI_tD1AUKUg.
[4] José Díez, “Los conceptos científicos”, Temas, núm. 100, segundo trimestre de 2020, pp. 12-13.
[5] World Health Organization, Global Epidemiological Surveillance Standards for Influenza, 2013; disponible en: https://www.who.int/influenza/resources/documents/WHO_Epidemiological_Influenza _Surveillance_Standards_2014.pdf..
[6] OPS-Oficina Regional de las Américas de la Organización Mundial de la Salud, Orientación internacional para la certificación y clasificación (codificación) del COVID-19 como causa de muerte. Basada en la CIE Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, WHO/HQ/DDI/DNA/CAT, 20 de abril de 2020; disponible en: https://www.who.int/classifications/icd/Guidelines_Cause_of_Death_COVID-19-20200423_ES.pdf.
[7] James G. Lennox, “Health as an Objective Value”, The Journal of Medicine and Philosophy: A Forum for Bioethics and Philosophy of Medicine, Vol. 20, Issue 5, October 1995, pp. 499–511; disponible en: https://doi.org/10.1093/jmp/20.5.499.
[8] World Health Organization, Contact tracing in the context of COVID-19: interim guidance, 10 May 2020; Disponible en: https://apps.who.int/iris/handle/10665/332049.
[9] Organización Mundial de la Salud, Vigilancia mundial de la COVID-19 causada por la infección
humana por el virus de la COVID-19. Orientaciones provisionales, 20 de marzo de 2020; disponible en: https://apps.who.int/iris/handle/10665/331740.
[10] World Health Organization, News conference on coronavirus outbreak, 10 de febrero de 2020; disponible en video en: https://www.youtube.com/watch?v=a0Nu5MURFe4.
[11] Disponibles en: https://www.gob.mx/salud/documentos/datos-abiertos-bases-historicas-direccion-general-de-epidemiologia.
[12] Secretaría de Salud, Covid-19 en México. Información general, Nota metodológica; disponible en: https://coronavirus.gob.mx/datos/,
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Frase clave: casos activos y recuperados de COVID19
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