Como epicentro de la tragedia, a Ciudad Juárez se le recuerda porque ha sido epicentro de diversos sucesos que simplemente no debieran ocurrir.

Escrito por:   Andrea Samaniego Sánchez

En la década de los noventa, en el marco de la firma del TLCAN y con el crecimiento del intercambio comercial con Estados Unidos se dieron a conocer diversas desapariciones y asesinatos de mujeres en la ciudad limítrofe con el país vecino del norte, después la sentencia “Caso González y otras (Campo Algodonero)” mostró que el Estado Mexicano fue culpable por negligencia, por no atender con prontitud los casos, por revictimizar a mujeres vulnerables así como a sus familias, a estos casos se les llamó de forma genérica “las Muertas de Juárez”, un título que jamás debió ser acuñado, pues estos actos nunca debieron perpetrarse, permitieron visibilizar la insensibilidad y abandono de las mujeres en esa región, así como un tipo de violencia estructural contra las mujeres, el feminicidio.

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Después en 2010 Ciudad Juárez volvió a ser protagonista de otro suceso, de esos que jamás debieron ocurrir, que ahora llevó el título de “Masacre de Villas de Salvárcar” en donde unos jóvenes disfrutaban de una fiesta y sicarios irrumpieron y dispararon matando a 15 de los asistentes.

Como si estas escenas no fueran propias de alguno de los círculos de Dante, en esta semana vimos con horror las escenas donde un incendio acabó con la vida de 39 migrantes quienes se encontraban en un albergue de esa ciudad. El desconcierto llevó a las interrogantes ¿qué hacían ahí y por qué estaban encerrados? ¿por qué si los guardias del recinto vieron el incendio no abrieron las puertas para que pudieran escapar?

Y como en los otros casos, queda palpable la vulnerabilidad de la población ante la que se cometen los crímenes: mujeres, jóvenes, migrantes. El sistema los ha olvidado, los ha relegado, los violenta una y otra vez.

En estos hechos en lo particular, las respuestas que brinda la autoridad no parecen suficientes, porque, ante todo, queda la percepción de que existe indolencia frente a los migrantes. Desde el plan migratorio que les impide transitar en búsqueda de un mejor futuro en Estados Unidos hasta la criminalización que se hace de ellos. En Ciudad Juárez los encerraron, sin que existiera un delito, porque estaban pidiendo dinero en la ciudad, una vez ingresados en el albergue, no tenían agua potable, por ello, protestaron y se desató la tragedia.

Ciudad Juárez parece una región donde la violencia campea, tal como la canción de José Alfredo Jiménez, parecería que la vida ahí no vale nada, los gobiernos antes y ahora han fallado. El abandono y deterioro es notable, las crisis de violencia son recurrentes, más allá de los discursos se requieren políticas de fondo para hacer frente a los problemas que enfrenta esta  y las demás regiones del país donde la violencia impera.

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