En México, la inmensa mayoría de las poblaciones urbanas son ciudades insufribles. Aún cuando muchas de ellas tienen espacios fantásticos, en realidad estos son privilegio de muy pocos, y constituyen la excepción ante una condición generalizada de desorden, suciedad, violencia, infraestructura insuficiente, envejecida o de plano inservible, así como una pésima calidad de servicios públicos.
A nivel municipal, las alternancias de gobierno son ya incontables; partidos van y vienen de las administraciones municipales, y las cosas poco cambian. No son pocos igualmente los casos en que alcaldes o alcaldesas de metrópolis se convierten en gobernadores o gobernadoras, cargo en el que replican su patente y constante incapacidad de gobierno. En no pocas ocasiones no se contentan con el daño hecho, y consiguen escalar al Congreso o a Secretarías de Estado, donde las consecuencias son evidentemente funestas para las y los ciudadanos.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) construyó, a partir del levantamiento del Censo del 2020, un conjunto de datos en el marco de lo que se denominó como “Características del Entorno Urbano”; se trata de información referente a las localidades de 2,500 habitantes o más, que permite dimensionar la magnitud del caos urbano.
Ciudades insufribles
Quizá alguien piense que es exagerado plantearlo de esa manera. Sin embargo, basta con mencionar algunos de los datos de del instrumento señalado, para acreditar lo dicho: que las localidades urbanas de México son simplemente impresentables y, en esa medida, insufribles.
En primer lugar, destaca que en México hay 1.48 millones de manzanas urbanas. De ellas, en 253,823 no se dispone de recubrimiento en ninguna de sus calles, cifra que representa al 17.11% del total; mientras que en 451,733 al menos una de las calles carece de pavimento; es decir, 30.46% del total nacional que carecen de piso distinto a la tierra.
En evidencia, lo primero que debe cuestionarse es si todas las calles deberían tener la mala calidad de recubrimiento que las caracteriza; y debería pensarse con seriedad en utilizar materiales ecológicamente sostenibles; amén de la urgente construcción de drenajes pluviales y mejoramiento de los servicios de drenaje y alcantarillado, que en todo el país son también una calamidad.
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Urge una perspectiva de inclusión
Desde la década de los 90 se ha insistido en diferentes espacios en la necesidad de construir calles y banquetas o guarniciones que no constituyan barreras físicas para las personas con alguna discapacidad, pero también para personas con alguna limitación de movilidad. En efecto, se cuenta desde hace al menos 25 años, con normas técnicas para la construcción de banquetas y guarniciones accesibles. Pero lo que tenemos es que hay 1.17 millones de calles donde ninguna de sus vialidades tiene rampas de acceso, es decir, el 79% de las manzanas urbanas tiene esa característica; más un total de 214,255 manzanas donde en al menos en una de sus calles, se carece de rampas; es decir, el 14.4%.
Tenemos, por si fuera poco, 1,1787,622 manzanas (80% del total), donde no existen pasos peatonales, así como 166,076 más donde en al menos una de sus calles se carece de este indispensable recurso urbano de protección y consideración mínima a los peatones.
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Ni siquiera hay banquetas
Sigue la lista: en 420,459 manzanas se carece de baquetas en todas sus vialidades; y en 510,454 al menos en alguna de sus calles las banquetas son inexistentes. En conjunto suman más de 930 mil manzanas, es decir, el 63% o bien, prácticamente dos de cada tres manzanas urbanas con estas características.
Se insiste en la importancia de que la gente utilice bicicletas u otros aparatos para desplazamiento urbano, como patines o scooters (me gusta más el término de “patín del diablo). Sin embargo, en 1,467,835 de las manzanas urbanas del país se carecía, en el 2020, de ciclovías, es decir, 98.8% del total.
Otro dato que no deja de asombrar es la tremenda insuficiencia del alumbrado público: en 268,962 manzanas no se tiene este servicio en ninguna de sus calles; el dato es equivalente al 18.3% del total (casi una de cada cinco); pero también, en 1,012,240, en alguna de sus calles no se tiene alumbrado, es decir, 68.26%. En conjunto, puede afirmarse que hay al menos 87% de las manzanas del país que tienen problemas serios de alumbrado.
Sin semáforos para las personas
Adicionalmente, en 1,46 millones de las manzanas urbanas no se tiene en ninguna de sus calles, semáforo para peatones; es decir, 98.3% del total. En estas calles, las y los peatones están siempre expuestos a la decisión de la o el conductor, de cederles el paso o de hacerles ver su suerte, como ocurre todos los días, debido a la pésima cultura vial que nos caracteriza.
El último dato que presento para caracterizar a este reprobable estado de cosas es el relativo a que en 1.097 millones de manzanas del país, no se tiene drenaje pluvial; cifra que equivale a prácticamente el 74% (tres de cada cuatro), del total del país; lo cual, a estas alturas del cambio climático y del calentamiento global, debería ser considerado como un crimen.
Faltaría analizar la calidad de los servicios público y el estado de la infraestructura donde se reporta que sí la hay. Así que, ante tal evidencia, sería difícil concluir algo distinto a que nuestras localidades urbanas son insufribles; que los gobiernos municipales constituyen un monumental fracaso en su diseño institucional y capacidades operativas; y que, para colmo, se apuesta cada vez más por un modelo centralizador del gasto y las responsabilidades, que en poco o nada abona a mejorar esta impresentable situación.
Investigador del PUED-UNAM
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