Escrito por 12:00 am Cultura, Sin categoría

¿Cómo transformar a nuestra sociedad?

Es indudable el progreso en los órdenes científicos y tecnológicos en todo el planeta. Desafortunadamente, los problemas sociales han aumentado, abarcan a todos los países y el nuestro no es la excepción, la mayoría como consecuencia del desarrollo


En México existen una gran variedad de culturas, esto se remonta siglos anteriores a la conquista. Somos mestizos culturales, lo que se refleja en la forma de vivir y convivir, generándose grandes contrastes en lo que llamamos la mexicanidad.

Estas diferencias no parecen vincularse solamente a razones económicas, sino más bien a la injusta distribución del ingreso, así como al territorio, calidad y cantidad de alimentos, como lo hemos señalado en artículos anteriores.

Otra peculiaridad que obstruye el desarrollo, son las organizaciones y procesos históricos sin terminar, que tratan de alcanzar la modernidad, sin lograrlo.  

Para mejorar estas diferencias ideológicas, conceptuales y socioeconómicas, necesitamos apertura, confrontación civilizada de posiciones y visiones, tolerancia, respeto, una reconciliación inicial por parte de todos los mexicanos, objetivo del Pacto por México iniciado en el presente sexenio. 

La complejidad de los problemas que deben resolver las autoridades municipales, estatales y nacionales implica conocer datos, cifras y estudios a detalle en la toma de decisiones

En México esta labor ha estado siendo desarrollada desde tiempo atrás por CEIDAS, organización que nos mantiene informados y ofreciendo opciones para intentar disminuirlos y, si es posible, evitarlos.

Actualmente tenemos cuatro problemas sociales prioritarios que influyen en la salud pública y nuestra prospectiva, pendientes de resolver:

  1. Pérdida de valores morales

  2. Pobreza y desigualdad

  3. Deterioro del medio ambiente

  4. Incremento de la población   

¿Cómo empezar?

Todas las sociedades tienen cualidades a las que se les llama “tipismo” o “estilo”, pero estos términos son ambiguos, por lo que es preferible llamarlos “invariantes”. 

Llamamos “invariante” a un rasgo diferencial que caracteriza al grupo que la detenta. El concepto de “invariante” debe someterse a tres condiciones:

-Exclusiva, cuando es privativa del grupo étnico que estudiamos.

-Permanente, cuando se mantiene a través del tiempo

-Omnipresente, cuando “florece” en todos los niveles.

En nuestro país la ilegalidad es una invariante del mexicano; éste prefiere el privilegio a la ley. Privilegio quiere decir «privado de la ley».

La ley no aplica para el privilegiado; la ilegalidad se manifiesta rutinariamente en la vida diaria de nuestra sociedad, desde no respetar el Reglamento de Tránsito hasta ilícitos en las actividades sociales, económicas y políticas.

El primer reto que debemos enfrentar y superar para transformar nuestra sociedad es eliminar la ilegalidad. ¿Cómo? Educando a los mexicanos, enseñándoles a respetar las leyes

Es imperativo el establecimiento de un modelo educativo adecuado a cada época y circunstancia. El 25 de febrero de 2013 se promulgó la Reforma Educativa (modificando dos artículos de nuestra Constitución) y desde esa fecha se ha trabajado intensamente.

La expansión del sistema capitalista se relaciona con el estudio de las capacidades sociales para acompañar el proceso de cambio; un eje de este proceso de innovación permanente es la educación, la cual se muestra indispensable por los nexos que se generan entre capital, trabajo, ciencia y técnica.Si existe la desigualdad genética, nutricional, educativa y ambiental, nunca alcanzaremos la igualdad social, y nuestra meta es reducir la desigualdad.

La educación es aprender a conocer, a hacer y a vivir juntos. La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.  La educación es un instrumento fundamental para construir una sociedad y un país más abierto y menos desigual

El secretario de Educación presentó un Nuevo Modelo Educativo para el ciclo 2018-2019 con el fin de que México tenga una educación de calidad y sea un país exitoso en el Siglo XXI, pero no debemos confundir la instrucción con la educación (ver el artículo ¿Quién educa a quién nos cura?, publicado en mayo de 2016).

Los valores morales siempre han existido, no se han perdido, han cambiado. Tradicionalmente se llaman «costumbres», y están adecuados al tiempo, lugar y circunstancia (Zeitgeist); son más aparentes en la fase de adolescencia —etapa del desarrollo humano que es la causa del conflicto generacional con el adulto— y están documentados desde hace más de 4,000 años.

El cambio en los valores actualmente está agudizado por los cambios en el medio social, el conocimiento ampliado del usuario (internet y redes sociales), el consumismo (la publicidad comercial), cambios en el lenguaje popular, la tecnificación (deshumanización), nuevas legislaciones, medios masivos de comunicación, etcétera.

Toffler le llamó «la enfermedad del cambio». Los cambios de todo orden que se producen incesantemente en todo el mundo generan constantes crisis que nos afectan a todos; estamos en el medio más cambiante con que jamás se ha enfrentado el hombre.

La pregunta es: ¿a quién corresponde enfrentar la pérdida de nuestros valores morales? Definitivamente es un compromiso de todos: autoridades, organizaciones políticas, sociales, educativas, padres y maestros, en forma prioritaria, empezando por nosotros mismos. 

Los problemas de la desigualdad y la pobreza y del deterioro del medio ambiente son enfrentados por nuestras autoridades en todo el país, y destaca el valioso apoyo de las organizaciones civiles que en forma espontánea y gratuita funcionan prácticamente en todo nuestro territorio (¡éstas son las organizaciones que nos urgen en México!; mi sincero reconocimiento para ellas). 

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En relación con el incremento de la población, las proyecciones de Conapo nos indican que seguiremos creciendo, aunque a un ritmo menor que el de fines del siglo pasado.

En 1960 tuvimos 38.17 millones de habitantes; en 1970 la política oficial era «Gobernar es poblar». En 1974 se decretó la Ley General de Población, creándose el Consejo Nacional de Población (CONAPO). En esas fechas la Academia Nacional de Medicina ya hablaba de planificación familiar. En cuatro años se había decidido que siempre no era necesario poblar el país.

El 28 de octubre de 1977 entró en vigor el Plan Nacional de Planificación Familiar, con el cual se logró reducir la tasa de crecimiento demográfico de 3.4% en 1970 a 2.5 % en 1982. La educación sexual y la salud reproductiva han logrado reducir la elevada tasa de crecimiento demográfico, así como las infecciones de transmisión sexual.

Manuel Campa ESPECIALISTA RECERTIFICADO “INTEMPORE” POR EL CONSEJO MEXICANO DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA JUBILADO POR LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA COMO PROFESOR DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA DE LA FAC, DE MED. DE VERACRUZ EL 1º. DE FEBRERO DE 2016 POR 50 AÑOS DE SERVICIO. COMISIONADO DE ARBITRAJE MÉDICO DE VERACRUZ 1999-2008
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