Uno de los grandes problemas de nuestra economía se encuentra en la incapacidad que se ha tenido para hacerla crecer de manera sostenida en las últimas décadas; adicionalmente, lo que se logra generar se concentra mayoritariamente en unas cuantas manos, provocando no sólo que los pobres sigan careciendo de casi todo, sino que la desigualdad se mantenga intacta
De acuerdo con Oxfam Internacional, en el documento Premiar el trabajo, no la riqueza, “el año pasado, el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares alcanzó su máximo histórico, con un nuevo milmillonario cada dos días, además, su riqueza aumentó en 762 mil millones de dólares, incremento con el cual se podría haber terminado con la pobreza extrema en el mundo hasta siete veces”.
Asimismo, esta organización ha denunciado que la crisis de desigualdad se está agravando, pues mientras que el 1% más rico de la población mundial concentra 82% de la riqueza global, el 50% más pobre no acrecentó su riqueza ni en lo más mínimo.
Sin duda, el modelo económico vigente ha acrecentado la brecha entre ricos y pobres. En México “vive el hombre más rico de América Latina junto con más de 50 millones de personas pobres” y –según el documento México justo: propuestas de políticas públicas para combatir la desigualdad – las 10 personas mexicanas más ricas tienen la misma riqueza que el 50% más pobre del país.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha advertido que en nuestro país la distribución es todavía más desigual en los activos financieros, ya que el 80% de éstos es propiedad del 10% más rico.
Al respecto, el organismo documenta que “en 2015 había en el país tan sólo 211 mil contratos de mexicanos celebrados en casas de bolsa, con una inversión total por 16 billones de pesos, el 22% de la riqueza nacional. El 11% de los contratos tienen un monto de inversión mayor a 500 millones de pesos y suman el 79.5% del total de la inversión. Es decir, hay 23 mil personas (si asumimos un contrato por persona), que tienen el 80% de la inversión de la Bolsa Mexicana de Valores”.
Adicionalmente, la CEPAL afirma que la disparidad entre el ritmo de aumento del producto interno bruto y el de la riqueza ha provocado en nuestro país una mayor desigualdad. En efecto, México duplicó el monto de su riqueza entre 2004 y 2014, pues en ese periodo, ésta aumentó a una tasa promedio anual de 7.9%, en términos reales; mientras que el producto interno bruto tuvo un crecimiento promedio anual de 2.6%.
Frente a este panorama, si algo debe asumir con seriedad el nuevo gobierno es que la desigualdad conlleva grandes costos para el desarrollo, y que la justicia, el bienestar y la dignidad humana son las metas irrenunciables para cualquier nación democrática.
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