En todo el país cerca de 56 millones de personas pertenecen a la población económicamente activa, es decir, se encuentran trabajando o en búsqueda de un empleo, de acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del cuarto trimestre de 2018.
De este total, 54.1 millones tenían empleo, es decir, realizaron alguna a actividad económica durante la semana en que se levantó la encuesta. Por el contrario, 1.8 millones de trabajadores declararon que no tenían empleo y que se encontraban buscando uno, lo cual representó una tasa de desempleo de 3.3 por ciento.
Haciendo una diferenciación por zonas en las que reside la población, el 51% de los trabajadores ocupados residen en las zonas urbanas del país, mientras que un 15 en zonas urbanas medias; otro 14% en zonas urbano bajas, y el restante 20% en zonas rurales.
La diferencia de actividades entre las zonas urbanas y rurales (si se toma en cuenta los extremos poblacionales de las localidades) también entraña profundas diferencias en las condiciones de trabajo.
En las localidades urbanas la gran mayoría de la población trabaja en el sector comercio, sector en el cual trabajan 5.7 millones de personas, mientras que, el segundo sector que concentra más trabajadores es la manufactura.
En tercer lugar se encuentran los servicios profesionales, financieros y corporativos con 2.9 millones de trabajadores, mientras que, en el sector de los servicios diversos, que pertenecen al sector terciario, concentra poco más de tres millones de trabajadores.
En conjunto, en estos cuatro sectores se concentra el 60% de los trabajadores de las zonas urbanas.
En las zonas rurales al cierre de 2018, un total de 4.9 millones de trabajadores se encontraban ocupados en actividades como la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y la pesca, cifra que representa el 45% de los trabajadores.
En los entornos rurales, la manufactura y el comercio son también altamente relevantes dentro de las actividades económicas, ya que entre estas dos actividades se concentra el 24% de los empleados (12% para cada actividad).
Si bien los precios en las zonas rurales son consistentemente más bajos que en las zonas urbanas, la diferencia de ingresos puede se abismal y mucho más grande que la diferencia de precios promedio.
Como referencia, se puede utilizar el precio de la canasta alimentaria que calcula Coneval: con datos de marzo de 2019, esta canasta en las zonas urbanas costaba mil 563 pesos, 452 pesos más que en las zonas rurales donde su costo ascendió a mil 110 pesos, es decir una diferencia del 29 por ciento.
En cuanto a los ingresos de los trabajadores, en las zonas urbanas el 11% de la población ocupada ganaba hasta un salario mínimo, mientras que en las zonas rurales esta misma proporción ascendió al 27 por ciento.
En el rango de dos salarios mínimos se localiza un 26% de la población urbana, en tanto que, en las zonas rurales esta proporción es del 28%, sin embargo, en el rango de tres salarios mínimos se ubica el 20% de la población urbana, comparado con el 13% de los trabajadores rurales.
Conforme incrementan los salarios las brechas cada vez se hacen más abismales: en las zonas urbanas el 16% de la población trabajadora gana entre tres y cuatro salarios mínimos, mientras que en las zonas rurales esta proporción es de sólo el 6 por ciento.
Lo mismo sucede con el rango de más de cinco salarios mínimos, en el cual se encuentra el 6% de la población ocupada de las zonas urbanas y sólo el 1% en las zonas rurales.
El trabajo no remunerado es mucho más frecuente en las zonas rurales, ya que el 15% de la población trabajadora no recibe ingresos, en tanto que, en los entornos urbanos sólo el 3% de los trabajadores se encuentran en esta situación.
En conjunto, el 71% de la población rural tiene ingresos de dos o menos salarios mínimos, mientras que, en los entornos rurales, esta misma cifra es de 39 por ciento: ambas situaciones son preocupantes, pero en los entornos rurales es aún peor.
Otro factor que destaca de las condiciones de trabajo, es el acceso a los servicios de salud: ya sea público o privado se debe de derivar del trabajo.
En general, la inmensa mayoría de los trabajadores no cuenta con esta prestación laboral, ya que a nivel nacional el 62% de la población ocupada carece de ello.
Sin embargo, en una distinción entre lo urbano y lo rural, la mitad de los trabajadores de las zonas más pobladas no tienen acceso al seguro medico por su trabajo, mientras que, en las zonas rurales el porcentaje es del 84%: una diferencia de 34 puntos porcentuales.
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