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Contracción económica y desigualdad en el ingreso

Cada vez que el país atraviesa por una crisis económica, es frecuente que los pronósticos auguren aumentos en la pobreza y en la desigualdad en la distribución del ingreso.  Pareciera que esta predicción descansa en “un modelo” que supone vínculos férreos entre el ingreso, su distribución y la pobreza: implícitamente se presume una relación directa entre el nivel de actividad económica, que habitualmente se mide por el Producto Interno Bruto, con los ingresos de que disponen las familias para financiar su “gasto” de modo que caídas en el producto necesariamente conducen a reducciones en los recursos económicos en manos de los hogares, y que esta caída conduce ineluctablemente al aumento en los contingentes de hogares en situación de pobreza y a que crezcan las disparidades entre sus ingresos.

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Sin embargo, los vínculos entre ingreso, desigualdad y pobreza suelen ser mucho más complejos, y el resultado final de los efectos de las crisis económicas sobre la pobreza y la desigualdad dependerán de una serie de procesos intermedios que escapan al esquema simple de razonamiento ya reseñado. En efecto, las caídas drásticas en el producto deberían reflejarse en la merma de los recursos económicos de las familias, sin embargo, la acción de la política social puede amortiguar su efecto sobre los reducidos presupuestos de las familias pobres; tal fue el caso de los apoyos adicionales para la compra de alimentos y combustibles entregados por el Programa Oportunidades a raíz de la emergencia suscitada por la gran crisis de 2008/9; asimismo la política salarial adoptada a partir del año 2015 ha llevado al aumento sistemático en el salario mínimo real que sirvió como amortiguador de los efectos del paro económico del año 2020. Estos ejemplos, tomados de la experiencia mexicana, son útiles para destacar que no siempre un bache económico profundo repercute del mismo modo sobre la pobreza, pues la reducción de los ingresos desatada por la crisis económica puede ser contrarrestada por acciones estatales destinadas a proteger los sectores más vulnerables de la sociedad.

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Además, hay que considerar el hecho trivial, a menudo olvidado, de que las familias están formadas por personas que toman decisiones para remontar tiempos difíciles. La investigación realizada por antropólogos, demógrafos y socio demógrafos ha documentado que en las crisis los hogares que disponen de recursos económicos escasos no se quedan inermes, sino que las encaran recurriendo a una serie de acciones que les permiten eliminar o amortiguar los efectos sobre sus raquíticos presupuestos familiares. Se ha observado que durante las crisis económicas del pasado los sectores sociales de menores recursos han hecho uso de un vasto repertorio de medidas para capear los efectos sobre sus condiciones de vida, algunas de estas medidas hacen uso de sus recursos humanos, que a su vez dependen de la composición demográfica del hogar, de sus potencialidades económicas y de las condiciones de su entorno económico y social. Cuando recurren a su fuerza de trabajo pueden optar por aumentar la jornada laboral, usar la fuerza de trabajo infantil, enviar al mercado laboral a mujeres que en otras circunstancias se dedicarían a labores del hogar, o recurrir al trabajo de los adultos mayores. También han echado mano a vender los pocos activos que poseen y a endeudarse contratando préstamos a intereses usurarios, ante la imposibilidad de lograr créditos o préstamos en el sistema bancario formal. Otra vía ha sido agrupar dos o más hogares en una misma vivienda y compartir los presupuestos, de este modo no sólo se logra abatir costos fijos de la vivienda y de los enseres del hogar, sino también regularizar a lo largo del tiempo el número esperado de miembros perceptores de ingreso.

Los estudios han mostrado que ante crisis severas los sectores sociales medios han hecho uso de los ahorros, en los casos en que los haya, modificado la estructura del gasto, por ejemplo, en la compra de alimentos tienden a sustituir proteínas de alta calidad por otras de baja calidad, incluso carnes por vegetales. Dependiendo de la severidad y duración de la crisis se ven orillados a sacar a sus hijos en edad escolar de las escuelas privadas que cobran colegiaturas elevadas e inscribirlos en otras de precios más modestos, o bien inscribirlos en escuelas oficiales gratuitas. En general estos sectores sociales empobrecen, pero no todos se vuelven pobres, dependiendo de la profundidad y duración de la crisis.

Los comportamientos diferenciales de los sectores medios y populares ante la crisis modulan sus efectos sobre las condiciones de vida y los ingresos de la población. Las clases medias tienden a reaccionar ajustando los ahorros y el gasto, mientras que las clases de bajos niveles de ingreso reaccionan con acciones dirigidas a contrarrestar la caída de sus ingresos. De acuerdo con las enseñanzas de los estudios de las crisis vividas en el pasado reciente, los ingresos de las clases de menores recursos económicos deben experimentar menos reducciones que los sectores medios. A la fecha muy poco sabemos de lo que ocurre con los sectores altos, específicamente con los ingresos de los hogares del 10 por ciento (decil) superior de la distribución del ingreso.

La crisis económica derivada de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 quedó reflejada en los ingresos recabados por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del año 2020. En efecto, la información del ingreso recibido por los miembros de los hogares durante los seis meses anteriores a la fecha de las entrevistas, que se realizaron principalmente entre agosto y noviembre del año 2020, registraron los ingresos obtenidos entre febrero y octubre del año 2020, por lo que esa información registra el efecto que tuvo el paro económico sobre el ingreso de los hogares.

La crisis económica derivada de la pandemia de COVID, en consonancia con los estudios que han examinado la relación paro económico-desigualdad, trajo como consecuencia una reducción en la inequidad. Así lo muestra el índice de Gini que se redujo de 0.488 a 0.466 (ver cuadro), información que se complementa con la relación entre el ingreso per cápita del décimo con respecto al primer decil: en 2018 se necesitaba reunir el ingreso de alrededor de 21 hogares del primer decil para alcanzar el ingreso per cápita de un hogar del décimo, mientras que en 2018 dicha relación bajó a casi 19 hogares.

Fuente: cálculos propios basados en las ENIGH de 2018 y 2020

Estas medidas agregadas se complementan con la comparación de las distribuciones del ingreso per cápita en 2020 y 2018 sintetizadas en la gráfica 1, en ella se muestra la variación anual en el ingreso per cápita de cada uno de los 10 deciles de ingreso.

Gráfica 1

Fuente: construcción propia basada en las ENIGH de 2018 y 2020

En términos generales la gráfica 1 muestra que la crisis sanitaria redujo los ingresos de todos los hogares del país, pero en términos relativos los más afectados fueron los del décimo decil. Por otra parte, la caída no fue pareja, fue menor al 2% anual desde el primer al noveno deciles y fue de 4% en el décimo.

Como ya se ha señalado el conocimiento acumulado permite darles sentido a estos resultados en lo que se refiere a las clases populares y los sectores medios, sin embargo, no tenemos conocimiento sistemático con respecto a qué ocurre en las crisis con los hogares del décimo decil, hasta ahora la única evidencia es que, en las crisis ocurridas desde 1982 en adelante, sus ingresos se han reducido proporcionalmente más que el resto y también ocurrió en esta ocasión.

Afortunadamente, a partir de la ENIGH 2016 es posible analizar, con validez estadística, la distribución del ingreso según centiles de hogares, es decir, una vez que se ordenan los hogares según ingreso (ingreso per cápita en este caso) se dividen en cien grupos de igual tamaño, que responden al nombre genérico de centiles.

Con el propósito de hacer una primera inmersión en el interior del décimo decil se construyó la curva de incidencia de los centiles 91 al 100, que se presenta en la gráfica 2.

Gráfica 2

Fuente: construcción propia basada en las ENIGH de 2018 y 2020

Si bien en términos generales todos los centiles del décimo decil experimentaron pérdidas en sus ingresos per cápita, desde el 91 al 96 fueron menores al 2 por ciento anual, sin embargo, a partir del 96 la reducción se acelera desde más del 2 por ciento al 4 por ciento en el centil 99, y llega a un poco más de 8 por ciento en el centésimo.

La gráfica enseña que la caída pronunciada que sufrió el ingreso del décimo decil, responsable en parte de la disminución de la desigualdad, se debió en gran medida a la fuerte merma en los ingresos del centil que cobija a los hogares más favorecidos del país[1].

En síntesis, el paro económico del año 2020 provocado por la emergencia sanitaria, abatió la desigualdad en la distribución del ingreso, tal como se ha registrado en todas las crisis que ha vivido el país desde la década de los ochenta, fecha a partir de la cual disponemos de información comparable. Este resultado se ha explicado en virtud de los recursos que emplean los hogares de las clases populares y de los sectores medios para capear el temporal económico, pero poco sabemos de los hogares del décimo decil, la información que entrega este escrito sólo permite asomarnos a ese mundo y constatar que no todos los hogares del decil compuesto por los hogares más ricos del país viven las crisis de igual manera.


[1] Todas las cifras de este artículo provienen directamente de los microdatos de las ENIGH 2018 y 2020. Es sabido que esa información adolece de sub declaración y truncamiento, lo que quiere decir que los entrevistados reportan menos ingreso que el efectivamente percibido (sub declaración) y que otros sectores sociales, particularmente los muy ricos o los muy pobres no están representados en la muestra (truncamiento). En estos análisis cobra particular relevancia el truncamiento por la derecha (el de los ricos) pues si ese fuera el caso quedaría fuera del radar saber cómo viven y responden ante las crisis una parte del espectro social; no sería posible pasar más allá de la clase media alta.  

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[1] Todas las cifras de este artículo provienen directamente de los micro datos de las ENIGH 2018 y 2020. Es sabido que esa información adolece de sub declaración y truncamiento, lo que quiere decir que los entrevistados reportan menos ingreso que el efectivamente percibido (sub declaración) y que otros sectores sociales, particularmente los muy ricos o los muy pobres no están representados en la muestra (truncamiento). En estos análisis cobra particular relevancia el truncamiento por la derecha (el de los ricos) pues si ese fuera el caso quedaría fuera del radar saber cómo viven y responden ante las crisis una parte del espectro social; no sería posible pasar más allá de la clase media alta.  

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