Este 5 de mayo la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que el Covid 19 está en una nueva etapa, y es ya “un problema de salud establecido y en curso”, aunque dejó de ser una emergencia de interés internacional. Esto no significa olvidarse del tema, pues hay mucho trabajo por delante en lo que el organismo llama la transición a la gestión de largo plazo de la pandemia.
Escrito por: Enrique Provencio D.
El plan que la OMS propone para la nueva etapa de gestión del Covid parte de reconocer que la enfermedad continúa y seguirá, y que cada semana se contagian o Reinfectan millones de personas en el mundo, cientos de miles ingresan a los hospitales y que se cuentan por cientos los fallecidos por el coronavirus actualmente, también cada semana, a pesar de la subestimación en que incurren los reportes. Están, además, los que tienen necesidad de atención por sus males persistentes, como los respiratorios y los cognitivos, o de fatiga crónica y dolores, y que se aproximan a cincuenta millones de afectados a escala global.
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El llamado central es a no bajar la guardia, a pesar de la fatiga pandémica, ese impulso por pasar la página y dar por hecho que ya no tenemos que adoptar medidas especiales. Lo que ya no hay es una emergencia de interés internacional, lo que sigue presente son los riesgos que deben ser atendidos, por varias razones. El virus sigue evolucionando mientras se pierde la inmunidad adquirida, sobre todo en los países más rezagados y en los grupos de población que no se vacunaron por decisión propia o no alcanzaron las vacunas suficientes.
Además, se observa que algunas de las medidas que se adoptaron a partir de 2020 se abandonan prematuramente, como el establecimiento de reservas especiales de oxígeno, de pruebas diagnósticas y de antivirales. La preocupación principal es que las capacidades de atención de los sistemas de salud, sobre todo en la infraestructura, el personal, los equipos y los insumos, no se escalaron para mejorar las respuestas a emergencias, sobre todo en los casos en que se retrasaron otros tratamientos o regresaron con fuerza enfermedades establecidas.
Entre los componentes y líneas de la estrategia que propone la OMS hay algunos que tienen relevancia especial para México, comenzando por la revisión del sistema de salud, de su diseño general, los mecanismos de coordinación y financiamiento. La crisis de la pandemia desnudó las insuficiencias y rezagos del conjunto de políticas e instituciones de prevención y atención, y no solo del Covid, sino en general de las motivaciones por las que enfermamos y morimos. Por eso adquirieron tanta relevancia las co-morbilidades, la desigualdad en el acceso a los servicios y la atención, la improvisación y centralización de decisiones, los extravíos en la comunicación pública.
Las medidas recientes de reforma dejan más o menos intacta la fragmentación de instituciones, que no alcanzan a conformar un sistema de salud propiamente dicho, prolongan la segmentación de la población y, de hecho, la exclusión de la población que no tiene un medio de aseguramiento público y privado, y concentran más la atención a la salud en las instituciones federales. No frenan la demanda creciente en los consultorios anexos a las farmacias, ni reducen el elevado gasto privado, o gasto de bolsillo, en la compra de medicamentos y pago de las consultas, y tampoco dan una salida al desabasto de medicinas. El presupuesto de salud se debilita: en 2021 y 2022 menos de la mitad que la inflación, y en lo que va de 2023 se redujo a precios constantes.
Ya más directamente en las grandes medidas para responder mejor a emergencias, la OMS insiste en fortalecer una vigilancia colaborativa, con “la investigación epidemiológica, el rastreo de contactos, el ajuste de las medidas sociales y de salud pública”, el escalamiento de las redes de laboratorios y diagnósticos, y otras áreas en las que México ya contaba con grandes fortalezas, que se están debilitando por falta de fondos presupuestales. También apunta a reforzar la investigación en vacunas, a asegurar el suministro de insumos esenciales y a desarrollar cadenas de abastecimiento que en las emergencias eviten los retrasos en la atención a los pacientes.
Así que el paso a una gestión a largo plazo de la pandemia del Covid remite por otras vías al replanteamiento de nuestro sistema de salud. Este fue el clamor que desató la emergencia de la pandemia en 2020, y es la urgencia que se fue desvaneciendo, mientras se dejaba morir al Instituto de Salud para el Bienestar y se creaba el IMSS – Bienestar, mientras se olvidaban los pésimos resultados de la gestión del Covid (una tasa de mortalidad en México tres veces mayor que la mundial, sin contar las muertes en exceso), mientras se dedicaban más esfuerzos a demostrar que todo estaba bajo control y se apostaba a que pasara el tiempo y la fatiga pandémica nos hiciera pasar la página.
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La declaración de la OMS del 5 de mayo de 2023, en: https://bit.ly/3LZxpcq
El plan estratégico 2023 – 2025 de la OMS sobre la gestión del Covid, en: https://www.who.int/publications/i/item/WHO-WHE-SPP-2023.1
Las estimaciones sobre los efectos persistentes del Covid, en: https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2797443
La información del presupuesto de salud, en: http://presto.hacienda.gob.mx/EstoporLayout/Layout.jsp (cuadro de Gasto Programable del Sector Público Presupuestario, Clasificación Funcional, del sistema de Estadísticas Oportunas de Finanzas Públicas).