En este texto, Verónica Espinosa explica el complejo escenario de comorbilidad entre Covid-19, diabetes e hipertensión: el cruce mortal en México.
A diferencia del porcentaje de casos graves por el coronavirus Covid-19 en otros países (del 4% o 5% de la población) la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elevado su predicción a un 7% para México una vez que se llegue a la fase 3 de la presencia de la pandemia, por los factores de obesidad y enfermedades relacionadas que presentan 96 millones de personas en el país.
Por: POPLab / Verónica Espinosa @veroespinosav
En declaraciones al diario El País, los representantes de la Organización Mundial de la Salud en México, Jean Marc Gabastou y Cristian Morales Fuhriman, hablaron sobre las decisiones que el gobierno mexicano ha tomado para ganar tiempo entre la fase 1 y las siguientes fases del Covid-19 y los escenarios previstos.
Pero con todo y el reconocimiento que en esa entrevista ambos representantes del organismo internacional hicieron con respecto a las medidas anticipadas que han aplazado la aparición de los casos de contagio comunitario, surgió un dato inquietante: en México se elevaría el porcentaje de casos graves entre la población contagiada “debido a la mayor incidencia en este país de la diabetes y la obesidad, debilidades en la lucha contra el virus”, citó El País.
Así, en un escenario de un 14 por ciento de pacientes infectados que ingresen a cuidados intensivos, la mitad de ellos podría fallecer, pues “aquí hay gente más joven, pero (México) es el segundo o tercer país en diabetes y obesidad, que son factores de riesgo”, según lo expresado por ambos representantes de la OMS.
Con este panorama, el presidente Andrés Manuel López Obrador habría soslayado o simplemente ignorado la petición expresa hecha el 17 de marzo por la Confederación Nacional de Cámaras Industriales, la Concamin, de aplazar por tres años la entrada en vigor del nuevo etiquetado de alimentos regulado por la Norma Oficial 051, que el mismo organismo empresarial había intentado frenar en una primera acción por la vía judicial casi un mes atrás con una demanda de amparo que fue negada por un Tribunal Colegiado de Circuito del Poder Judicial de la Federación.
Según la Concamin, “la industria mexicana fue la que recibió las primeras afectaciones ocasionadas por el coronavirus Covid-19”, por lo que presentó al gobierno federal una lista en la que enumeró los sectores afectados, además de otros que afrontan una “recesión industrial con 16 meses de caídas consecutivas”.
En esa lista, la Concamin incluyó al automotriz, productos químicos, industria farmacéutica, textil y otros, pero no a la industria alimentaria.
Sin embargo, al final de su lista de medidas propuestas, específicamente en materia de política fiscal, monetaria, inversión y de gasto público, el organismo anotó su propuesta de “posponer medidas como el etiquetado que se aplicará a alimentos y bebidas por lo menos tres años”.
La respuesta de López Obrador ni siquiera hizo referencia a esta última petición. “Reducción de impuestos no, pero sí garantizar que no va a haber aumentos de nada de impuestos, ni nuevos impuestos”, fueron las únicas palabras que dedicó al tema en la conferencia mañanera del jueves 19 de marzo.
Este sería el segundo intento de embestida contra el nuevo etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas procesadas aprobado por el Congreso de la Unión y reglamentado a través de la Norma Oficial 051 ya aprobada, cuya publicación quiso frenar la propia Concamin mediante un amparo que una jueza federal inicialmente había admitido con una suspensión provisional de la publicación, finalmente desechado por el Tribunal Colegiado del XXII Circuito de la Ciudad de México.
En entrevista telefónica, el infectólogo y ex comisionado nacional para la pandemia por influenza en el 2009 Alejandro Macías dijo no entender “por qué se deban mezclar las dos cosas (el coronavirus y el proceso del nuevo etiquetado de alimentos), pues son dos asuntos completamente diferentes”.
Macías advirtió que el escenario por el coronavirus es complicado no sólo para la industria, sino para todos y en todos sentidos. “Esto va a afectar al país en lo económico, en lo político; no va a haber una sola área que quede sin afectaciones…pero sigo pensando, aunque no soy un experto, que lo del etiquetado no tendría qué mezclarse con la respuesta que se tiene que dar a la pandemia”, agregó, en relación al planteamiento de la Concamin.
Recordó que el nuevo etiquetado es parte de todo un paquete de acciones del gobierno e instituciones enfocado a graves problemas de salud como las enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad; “ni modo que se suspendan todas las acciones, no veo por qué hacerlo”, dijo.
E insistió en que el país “tiene un grave problema ahora” (la pandemia de Covid-19) y en este momento la prioridad es sacar el problema, pero no hay que olvidarnos de que México tiene un serio problema de salud pública. La jerarquía número uno no será ahorita, pero lo volverá a ser y tampoco la vamos a resolver el día de mañana”.
La otra pandemia
Ya desde fines de febrero, a partir de que se conoció la existencia del primer caso importado en México, Alejandro Macías, advertía sobre el riesgo mayor por la pandemia en personas con tabaquismo u otras adicciones, así como por condiciones como el sobrepeso.
“Está visto que quien está en malas condiciones físicas, quien tiene una enfermedad crónica, es muy probable que tenga una evolución muy mala y pueda fallecer”, decía el especialista con posgrados en Salud Pública y Biología Molecular por las universidades de California y Londres en un video de Youtube al hablar sobre el Covid-19. “Si tienes un enorme sobrepeso preocúpate, porque las personas con sobrepeso tienen problemas muy severos cuando desarrollan enfermedades respiratorias”.
En los hechos, México vive su propia pandemia por la diabetes. De manera formal, desde mediados de noviembre de 2016 autoridades federales declararon una Emergencia epidemiológica para todo el territorio nacional (la EE-4-2016) por la incidencia de la diabetes mellitus, a través del Subcomité de Enfermedades Emergentes y el Comité Nacional de Seguridad en Salud, durante la gestión de José Narro Robles como Secretario de Salud.
En ese entonces, Narro Robles advertía que el sobrepeso, la obesidad y la diabetes se presentaban como problemas ya muy serios de salud en la población mexicana, por lo que se tendría qué catalogar como de alta prioridad, darle visibilidad, trabajar en coordinación con todas las instancias y niveles de gobierno y asegurar los insumos para la detección oportuna temprana.
Los datos del 2016, cuando se declaró la Emergencia epidemiológica por diabetes, referían que mientras en 1980 habían muerto unas 14 mil personas por diabetes mellitus, en ese último año habían muerto más de 98 mil 500.
“Se requiere regresar a patrones más sanos en la alimentación y la activación física”, dijo el entonces Secretario de Salud.
Las autoridades federales tenían ese año la referencia de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2012, que había arrojado un 71.2 % de la población adulta del país (alrededor de 55.3 millones de personas) con sobrepeso u obesidad, mientras que el 9.2 % (7.1 millones) padecían de diabetes.
Pero las medidas que entonces se anunciaron como acciones por la Emergencia fueron enfocadas a campañas de difusión, fortalecimiento de los sistemas de información y estadística, medición de la calidad de atención a pacientes diabéticos, capacitación y adquisición de insumos.
Es decir, estuvieron orientadas fundamentalmente al tratamiento de pacientes.
Tres años después de aquella declaratoria de Emergencia por diabetes mellitus, se logró la aprobación por el Congreso de la Unión del nuevo etiquetado de alimentos y bebidas procesadas, frente a las conclusiones que científicos, organizaciones nacionales e internacionales e instancias como el Instituto Nacional de Salud Pública han documentado y presentado sobre el avance de ésta, la otra pandemia.
Cifras del anexo estadístico del Primer Informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador correspondientes al cuadro de las principales causas de muerte en la población mexicana en general, indican que mientras en el año 2000 se registraron 46,614 muertes derivadas de la diabetes mellitus, la proyección del 2019 fue de 116,929 defunciones.
Nuevo etiquetado, medida de Emergencia
En el 2016, año en que José Narro declaró la Emergencia por diabetes mellitus, en el país se conocieron 105,572 muertes relacionadas con esta enfermedad. Al 2019 se sumaron más de 11 mil nuevos fallecimientos.
La Encuesta Nacional en Salud y Nutrición (ESANUT) aplicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) también en el 2019, reflejó que 15.2 millones de mexicanos fueron diagnosticados con hipertensión y 8.6 millones con diabetes.
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En la edición de la Revista internacional de obesidad correspondiente a diciembre de 2019, investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) fueron más precisos para apuntar a las causas: más de 40 mil personas mueren en México por enfermedades relacionadas con el consumo de bebidas azucaradas, entre ellas refrescos, jugos y agua de sabor industrializada.
Sustentada en un análisis de los datos de la propia Encuesta Nacional en Salud y Nutrición realizada por el INEGI, la publicación confirmó también que un porcentaje de los fallecimientos vinculados con bebidas azucaradas corresponde a personas diabéticas; otro a afecciones cardiovasculares y también a obesidad causante de cáncer.
A principios de este mes de marzo, durante un foro por el Día de la Salud organizado por la secretaría del ramo, si algo quedó en claro por parte de los expertos fue que, antes de la aparición del coronavirus, México vive una epidemia más extendida y mortal, que es la obesidad, que causa unas 300 mil muertes al año por enfermedades derivadas de la misma.
“Nos asusta el coronavirus, pero no nos asustan las enfermedades ligadas al sobrepeso y la obesidad”, dijo en este foro el director del Instituto Nacional de Salud Pública, Juan Rivera Dommarco.
De ahí que propuestas como la que hizo la Concamin ante la pandemia de coronavirus Covid-19 haya despertado el rechazo de expertos y organizaciones como la Alianza por la Salud Alimentaria, que pidió al organismo “no sacar provecho de la emergencia” con su petición de aplazar por 3 años el nuevo etiquetado de alimentos y bebidas procesadas.
En su comunicado tras conocer la propuesta de la cámara de industriales, la Alianza advirtió que la pandemia de Covid-19 “llega a México frente a una población altamente vulnerable por las consecuencias, principalmente, de una mala alimentación, que se traduce en que más del 73 % de la población sufre sobrepeso u obesidad, más del 10 por ciento de la población adulta padece diabetes y más de la mitad hipertensión”.
Además, la Alianza evidenció a la Concamin por actuar “bajo instrucciones de la gran industria de bebidas y comida chatarra con el fin de bloquear las políticas que están dirigidas a mejorar la alimentación de la población en un país que presenta el mayor consumo de estos productos ultraprocesados en América Latina y que la propia Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, relaciona con la epidemia de obesidad y diabetes que vivimos”.
El nuevo etiquetado es parte de una política urgente para enfrentar las epidemias de obesidad y diabetes en el país, planteó la Alianza. “No se puede retrasar la entrada en vigor del etiquetado de advertencia…la población mexicana tiene un alto riesgo frente al COVID-19”.
Por lo demás, la propia Alianza ha presentado recomendaciones sobre alimentación que se sumarían al distanciamiento social: preparar los alimentos en casa, evitar los productos ultraprocesados (galletas, cereales azucarados, sopas envasadas, embutidos, botanas y dulces); comprar a los comercios vecinos al domicilio para apoyar su economía, evitar las compras de pánico, consumir una alta cantidad de frutas y verduras y moderar el consumo de carnes, optar por antojos saludables como frutas picadas, evitar las bebidas azucaradas y limitar el consumo de azúcar a niñas y niños.
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