A estas alturas, la población sabe que el uso de cubrebocas es recomendado por la OMS para la prevención del COVID-19. Pero ¿cuáles son las recomendaciones de los expertos para el uso del cubrebocas en los más pequeños del hogar?
Aunque la OMS aconseja seguir las prácticas recomendadas por las autoridades locales, un grupo de expertos llevó a cabo un análisis y emitió recomendaciones para su uso en la población infantil.
Como resultado de esta investigación, y tomando en cuenta las necesidades psicosociales y las etapas de desarrollo de los niños, las recomendaciones de la OMS y del Unicef fueron las siguientes:
Asimismo, en cuanto a los niños y adolescentes de 12 años en adelante, ambas organizaciones recomiendan que estos utilicen el cubrebocas de la misma forma que los adultos.
De acuerdo con la OMS, si gozan de buena salud, los niños pueden ponerse mascarillas higiénicas o de tela para evitar la transmisión del virus si el niño está infectado y no lo sabe.
“El adulto que facilite la mascarilla de tela debe asegurarse de que esta sea del tamaño correcto y cubra suficientemente la nariz, la boca y la barbilla del niño”, señala el organismo.
Sin embargo, los niños con problemas de salud deben cuidarse mucho más y llevar mascarillas médicas o quirúrgicas: “las mascarillas médicas reducen la propagación del virus y protegen al usuario y están recomendadas para cualquiera que tenga un mayor riesgo de enfermarse gravemente por la COVID-19”.
Los niños deben seguir los mismos principios que los adultos en cuanto al uso de mascarillas. Esto incluye limpiarse las manos antes de ponerse la mascarilla durante al menos 20 segundos si se utiliza un gel hidroalcohólico o al menos 40 segundos si se usa agua y jabón. Es preciso asegurarse de que la mascarilla es del tamaño adecuado para cubrir la nariz, la boca y la barbilla. Se debe enseñar a los niños a utilizar la mascarilla correctamente y, entre otras cosas, a no tocar la parte delantera de la mascarilla, a no tirar de ella hacia la barbilla ni a metérsela en la boca. Deben guardar la mascarilla en una bolsita o un sobre y no compartirla con nadie.
El uso de mascarillas en niños de cualquier edad con trastornos del desarrollo, discapacidad u otras condiciones de salud específicas no debe ser obligatorio y deben evaluarlo, caso por caso, los progenitores o tutores, los educadores o los proveedores de servicios médicos del niño. En todo caso, el uso de mascarillas no debe ser obligatorio para los niños con graves deficiencias cognitivas o respiratorias que tengan dificultades para tolerar una mascarilla.
Los niños con problemas de salud subyacentes, como fibrosis quística o cáncer, deben utilizar mascarillas médicas o quirúrgicas en consulta con sus profesionales de la salud. Las mascarillas médicas protegen a las personas que las llevan puestas e impiden la transmisión a los demás. Están recomendadas para cualquier persona que tenga afecciones de salud subyacentes que la pongan en mayor riesgo de padecer una enfermedad grave.
Todos los niños que tengan síntomas que sugieran la presencia de COVID‑19 deben llevar puesta una mascarilla médica durante todo el tiempo que puedan aguantarla. Se debe aislar al niño y solicitar asistencia médica tan pronto como empiece a sentirse mal, incluso si los síntomas son leves. Los familiares o cuidadores que se acerquen a menos de un metro del niño enfermo en el domicilio también deben llevar puesta una mascarilla.Todo miembro del hogar que esté enfermo o que haya dado positivo en una prueba de la COVID-19 debe aislarse de todos los demás, si es posible. Si el niño se acerca a menos de un metro de una persona enferma en el domicilio, tanto el adulto como el niño deben llevar una mascarilla médica puesta durante ese tiempo.
En las zonas de transmisión generalizada, todos los adultos menores de 60 años y que gozan de buena salud en general deben ponerse una mascarilla de tela cuando no puedan garantizar una distancia de al menos un metro de los demás. Esto es particularmente importante para los adultos que trabajan con niños y que pueden tener un contacto cercano con los niños y entre ellos.
Las personas de 60 años en adelante y las que tengan alguna afección subyacente, como una cardiopatía, diabetes o cáncer de pulmón, deben llevar una mascarilla médica o quirúrgica, dado que tienen un mayor riesgo de enfermarse gravemente por la COVID-19.
No es recomendable que los niños se pongan la mascarilla mientras practican deportes o actividades físicas, como correr, saltar o jugar en el patio de recreo, para que no les afecte a la respiración. Cuando se organice este tipo de actividades para los niños, es importante aplicar el resto de medidas de salud pública fundamentales: mantener una distancia mínima de un metro de los demás, limitar el número de niños que juegan juntos, facilitar el acceso a instalaciones para la higiene de las manos y fomentar su uso.
En el contexto de la COVID-19, es posible que algunos niños no puedan utilizar las mascarillas, bien por ciertas discapacidades o bien en situaciones específicas, como por ejemplo en las clases de logopedia, en las que el profesor necesita verles la boca. En estos casos, las caretas protectoras pueden considerarse una alternativa a las mascarillas, pero no proporcionan una protección equivalente para evitar transmitir el virus a otras personas.
Si se decide utilizar una careta, esta debe cubrir toda la cara, rodearla por ambos lados y extenderse hasta debajo de la barbilla. Además, hay que tener cuidado al usarlas para evitar que se rompan y causen lesiones en los ojos o la cara.
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