Aunque las afectaciones al medio ambiente ya eran preocupantes antes de la llegada del COVID-19, la ONU ha lanzado una advertencia para prevenir retrocesos a causa de la pandemia. Esto, porque se ha observado un “relajamiento en ‘demasiados países’ del continente americano”, informó el organismo.
“La pandemia ha puesto de manifiesto el estado ya frágil de la protección del medio ambiente en muchos países americanos y ha exacerbado las pautas de desigualdad existentes”, advirtieron recientemente David Boyd y Soledad García Muñoz, relator especial de la ONU sobre los derechos humanos y el medio ambiente y la relatora especial de la CIDH.
Sin duda, nuestra salud está ligada a la de los ecosistemas, por lo que es necesario fortalecer su protección. Por ello Naciones Unidas advierte que la toma de decisiones políticas desfavorables para el medio ambiente puede dar lugar a su deterioro acelerado y tener repercusiones negativas en los derechos humanos.
“No es casualidad que las zonas con mayores niveles de contaminación ambiental y mayores tasas de mortalidad por COVID-19 sean las mismas en las que viven personas históricamente discriminadas”, señalaron Boyd y García.
Los expertos pidieron a los Estados de la región reforzar sus leyes, políticas, programas y reglamentos medioambientales para prevenir nuevos daños. Los países precisan reformar normas medioambientales que respeten los principios de derechos humanos, apuntaron.
La importancia de salvaguardar el medioambiente
“De las personas que viven en la pobreza extrema, más del 90% depende de los bosques para obtener alimentos silvestres, leña o una parte de su sustento. Esta cifra incluye a ocho millones en condiciones de extrema pobreza sólo en América Latina y el Caribe”, informa la FAO.
La subsistencia de millones de personas en todo el mundo depende de los bosques. Sin embargo, según el estudio “El estado de los boques del mundo”, de 1990 a la fecha se han perdido alrededor de 420 millones de hectáreas de bosque por conversión a otros usos de la tierra.
Según el documento, los bosques albergan la mayor parte de la biodiversidad terrestre: alrededor de 60 mil especies de árboles, 80% de las especies de anfibios, 75% de aves y al 68% de los mamíferos.
“La crisis provocada por el COVID-19 ha puesto de relieve la importancia de conservar y utilizar de manera sostenible los recursos naturales, reconociendo que la salud de las personas está vinculada a la salud de los ecosistemas”, advierte el organismo.
El cambio climático sigue ahí
Además, según el informe sobre el Estado del Clima Mundial de la Organización Meteorológica Mundial, en 2019 “el calentamiento global tuvo consecuencias sobre la salud, la comida y el hogar de millones de personas en el mundo y puso en riesgo la vida marina y una gran cantidad de ecosistemas”.
En este contexto, António Guterres, secretario general de la ONU, ha expresado su preocupación frente al riesgo de reducir los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático como consecuencia de la aparición del COVID-19
“El coronavirus es una enfermedad que esperamos que sea temporal, con impactos temporales, pero el cambio climático ha estado allí por muchos años y se mantendrá por muchas décadas, y requiere de acción continua”, afirmó Guterres recientemente.
“El calor del océano está en un nivel récord, con temperaturas que aumentan al equivalente de cinco bombas de Hiroshima por segundo. Contamos el costo en vidas. No tenemos tiempo que perder si queremos evitar una catástrofe climática”, advirtió.
Según el estudio, en 2019 la temperatura media mundial fue 1.1 °C mayor a los niveles preindustriales estimados.
“El virus tendrá un impacto económico a corto plazo, pero las pérdidas serán masivas si pensamos en el calentamiento global. Estamos hablando de un problema de mayor magnitud, con consecuencias en la salud de las personas y en nuestras sociedades mucho más graves”, declaró recientemente también el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, Petteri Talas.
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