Enrique Provencio

Moby Deepseek o la ballena china

El 27 de enero de 2025 Donald Trump perdió el protagonismo en la plática de su país, al menos por un día, cuando la más reciente plataforma de inteligencia artificial (IA) de la empresa china DeepSeek irrumpió como una opción viable frente a sus competidoras ya consolidadas de Estados Unidos.

Escribe: Enrique Provencio

Mucho puede pasar en este campo mientras se asientan las aguas, pero la nueva opción asiática simboliza el alcance que puede tener la confrontación tecnológica, comercial y cultural entre las dos grandes naciones que encabezan la innovación. Reafirma, además, lecciones relevantes para el desarrollo.

Días antes, el nuevo presidente estadounidense había anunciado una abultada iniciativa de 500 mil millones de dólares de inversión para consolidar la primacía mundial de su país en la IA, mientras daba marcha atrás con los programas de estímulo del gobierno anterior en energías renovables, infraestructura, electromovilidad y otras áreas estratégicas. Dicha iniciativa fue acordada con algunas de las principales corporaciones privadas líderes, en una alianza no solo económica sino también política, alineada con la aspiración del MAGA.

La opción proteccionista e incluso aislacionista en la política comercial y tecnológica estadounidense es la respuesta evidente ante la progresiva dominancia china en diversos sectores, que van desde bienes de consumo hasta productos intensivos en conocimiento, y en las tecnologías emergentes aplicables de formas versátiles en gamas muy amplias de propósitos.

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El episodio de DeepSeek en su momento ocurrió con los autos eléctricos y sus baterías, la red 5G, previamente con los páneles solares, los trenes de alta velocidad, con los satélites o los viajes espaciales tripulados, las firmas de ingeniería y así con otros pasos destacados de la creciente relevancia china. No siempre han sido avances tan sonados, y hay otros incluso silenciosos, pero todos apuntan en la misma dirección: la convergencia, el cierre de brechas con los países y empresas globales punteras, esa muestra esquiva del desarrollo económico.

Es una historia que, en aproximadamente 40 años ha pasado de la inversión extranjera convencional o la coinversión, la aceptación de alianzas y de la fabricación masiva de productos que inundaron el mundo entero. Al principio fue a partir de apoyos, bajos salarios y de la imitación tecnológica, pero luego empezó a ser con la adaptación y cada vez más la innovación, hasta acabar compitiendo exitosamente con las empresas que antes eran dominantes, o incluso superándolas.

Buena parte de la sorpresa generada por la irrupción pública de la plataforma china, residió al parecer en el hecho de que no se trataba de una imitación, sino de que entrara en el juego como innovadora, no como seguidora, según lo que resaltó el propio director y fundador de DeepSeek[i], y de que lo hiciera con un modelo de investigación autofinanciado y basado en una gestión del conocimiento independiente, con sistemas de código abierto compartibles y con investigadores locales muy calificados y bien remunerados[ii]. Ocurrió, además,  pesar de las restricciones y prohibiciones estadounidenses a la exportación de procesadores de última generación, impuestas para impedir que las empresas chinas se acercaran a las suyas.

Así que justo en los momentos en que se radicaliza el proteccionismo de Trump, aparece públicamente una opción china surgida en 2023 y que hasta el 27 de enero de 2025 solo era conocida fuera de su país por los expertos en IA. El caso puede ser indicativo de que las barreras arancelarias no bastan para frenar la competencia foránea cuando afuera hay innovación, soportada en una relación estrecha entre el emprendimiento, la ala calificación del trabajo, la vinculación con centros de investigación públicos y privados, el acceso al financiamiento y otros componentes propios de los ecosistemas sociales orientados a ese propósito innovador.

La imagen de DeepSeek es una ballena, por cierto, que a diferencia de Moby Dick, tiene una apariencia amigable. La primera edición de la gran novela tuvo por subtítulo, precisamente, La ballena. Pese a la obsesión por acabar con el cetáceo blanco, tras perseguirlo por todos los mares, el que termina perdiendo es el capitán Ahab, como bien se sabe, que arrastra en su aventura a toda una tripulación y al costo que sea. A saber si DeepSeek eligió su logo intencionadamente.


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