México construyó un sistema electoral creíble, democrático, justo, (INE) que garantiza confiabilidad en las urnas, que nos da la certeza de que los votos son bien contados y que los resultados de las elecciones representan la voluntad de la ciudadanía. Es un avance fundamental, que mostró su fuerza no solo en 2018 sino en muchas otras elecciones a partir de los años finales del siglo pasado. Ese logro está ahora en peligro, estamos ante el riesgo de una regresión en nuestra historia política.
Escrito por: Enrique Provencio D.
Los objetivos sustantivos que enuncia la exposición de motivos de la iniciativa presidencial de reforma electoral ya están cumplidos: el sistema es seguro, legal, honrado y respeta el voto; permite tener autoridades electorales imparciales y honestas; garantiza la libertad política de la ciudadanía sin censura; y facilita que partidos y candidaturas independientes participen con libertad en la lucha por el poder político, entre otros de sus rasgos clave. Además, y sobre todo, el sistema y las instituciones electorales actuales dan cauce al pluralismo y a la diversidad política de la sociedad mexicana.
El sesgo electoral en beneficio del gobierno y de su partido, que era uno de los rasgos esenciales de la política mexicana antes de la transición democrática, puede regresar por sus fueros con la reforma que se está discutiendo. Quizá sea este el interés de fondo de la iniciativa principal que está en debate, junto con la introducción de cambios para minar o eliminar la autonomía del INE, centralizar el sistema electoral, debilitar su operación y propiciar que la mayoría de sus consejeros termine orbitando alrededor del partido del gobierno. Con todo esto se daría marcha atrás con lo conseguido durante décadas de reformas y luchas por la democracia, para lograr la competencia política y la limpieza electoral.
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¿Cómo es que se pretende deformar un sistema que opera bien y que permite los cambios de partidos en los poderes, que funciona adecuadamente para dar cabida a la expresión de la voluntad ciudadana? La única explicación a mano es la pretensión de controlar las instituciones y los procedimientos electorales, y en eso consistiría, precisamente, la regresión.
La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados recibió una carta firmada por más de 70 personas, que condensa el riesgo de esta contrarreforma: “volver a una era prodemocrática de libertades limitadas, desventajas estructurales para las oposiciones y elecciones a modo del gobierno” https://ietd.org.mx/la-reforma-electoral-del-gobierno-es-una-regresion-absoluta/ El INE ha dado muestras claras de que cumple a cabalidad con su mandato, y así se le reconoce, no solo por unas cuantas personas, sino por la notoria mayoría de la población.
Justo el día que se entregó dicha carta, una encuesta publicada por El Financiero https://bit.ly/3SCNghf mostró que el 68 por ciento aprueba su trabajo como organizador de las elecciones, que esa aprobación ha crecido notoriamente en los meses recientes, y que un 65 por ciento considera que el INE funciona bien o que, en todo caso, requiere cambios menores. Además, la aprobación es uniforme entre partidarios de Morena y de los partidos de oposición.
Este no es el único resultado que corrobora la aceptación del INE y de otras instituciones electorales. La más reciente Encuesta de Calidad e Impacto Gubernamental del INEGI https://bit.ly/3DEJgbN muestra que la percepción de confianza de la sociedad en los institutos electorales mejoró más de cinco puntos de 2019 a 2021, a pesar de las insidiosas campañas contra estos, del acoso al que han sido sometidos, del maltrato presupuestal, del asedio directo por parte del Presidente de la República y los dirigentes y legisladores de su partido. Y, por cierto, el INE le llevaba el año pasado casi 20 puntos de ventaja a las cámaras de diputados y senadores en la confianza social, 8 a los gobiernos estatales y 25 puntos a los partidos políticos.
No hay tal cosa como una demanda y menos un clamor popular para emprender una reforma electoral como la que se pretende, no hay un rechazo ni un reclamo contra el INE y menos un apuro por cambiarlo ante el proceso electoral de 2024. Lo que hay es una embestida desde el poder contra el INE, solo eso. El INE es un triunfo colectivo, que debe ser defendido como tal. Por ello, y retomando la carta mencionada, se debe “rechazar el contenido y espíritu anti pluralista de la reforma electoral propuesta”.
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