No debemos confundirnos. El carácter maldito de la pobreza de nuestros días (quizá de la de siempre) se encuentra vinculado al carácter especialmente maldito de la riqueza y, como todo en este mundo, pobreza y riqueza pueden ser vistas sólo como palabras. Sin embargo, en esa tesitura, lo que importa no es el nombre, sino la conexión que ese nombre designa, establece y recrea.
Del carácter maldito de la pobreza

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