por Alejandro Jaidar
Población y territorio son dos variables esenciales para comprender la complejidad de la política social y resolver, o al menos aminorar, la vulnerabilidad y la marginación social
Por ello la necesidad de superar la autonomización y la fragmentación (I), hacia una dimensión intersectorial referida a la población, al espacio geográfico o funcional (II), y al tiempo (III) de los problemas en las realidades locales y tejidos sociales, que consideren a los beneficiados y perjudicados, en un sistema que separa prácticas y bienes (IV), diferenciados y diferenciantes.
En la vulnerabilidad social (V) (pobreza y marginación) la privación coloca en riesgo físico y político a las personas, que se ubican en una dimensión límite (VI), extrema y no pocas veces desesperada. El marginado está al margen (VII), está fuera de una determinada realidad o proceso social, el marginado social lo es a la fuerza. La pobreza (VIII) es la privación de capacidades básicas y no meramente la falta de ingresos, las privaciones son intrínsecamente importantes y la renta baja es sólo instrumentalmente importante.
La medición de la pobreza (IX) en 2010 identifica 11.7 millones de pobres extremos que representaban el 10.4% de la población, 40.3 millones de pobres moderados con el 35.8%; 32.3 millones de vulnerables por carencia social con 28.7%; 6.5 millones de vulnerables por ingreso con 5.8%; y la población no pobre y no vulnerable 21.8 millones con el 19.3%.
Las proyecciones (X) demográficas para mediados de 2015 a 2019, son de 121,005,815; 122,273,473; 123,518,270; 124,737,789; 125,929,439; respectivamente; para 2015 y 2016 las mujeres serán mayoría en 2,912,142 y 2,984,857.
En 2011, el 38% de la población (XI) tenía menos de 19 años con mayoría de hombres, pero a partir de los 20 años las mujeres aumentan. El 18.4% tenía entre 0 a 9 años, se incrementó al 19.8% de los 10 a los 19 años, que es el rango más alto, y disminuyó paulatinamente al 16% de 20 y 29 años; al 14.5% de 30 a 39 años; al 12.1% de 40 a 49 años, al 9% de 50 a 59 años, y tuvo una ligera ampliación al 9.9% para más de 60 años.
Mortalidad
La disminución de hombres se debe principalmente a los accidentes, entre los que se encuentran suicidios y homicidios, y agresiones, constantes a partir de los 15 años y hasta más de 65 años. A partir de los 45 años se agravan las enfermedades de corazón e isquémicas de corazón, diabetes mellitus, tumores, enfermedades del hígado, cerebrovasculares y pulmonares. En los hombres de más de 65 años se elevan las muertes en prácticamente todas las causas mencionadas, con excepción de los accidentes y agresiones, que disminuyen, así como las enfermedades de hígado.
Para el caso de las mujeres se agravan todas las enfermedades a partir de los 45 años, pero con mayor persistencia la diabetes y los tumores malignos; las cerebrovasculares se elevan en un 500%; y aparecen de manera estrepitosa las pulmonares obstructivas crónicas a partir de los 65 años.
Población indígena
La población indígena (XII) en 2011 se componía por 7,114,803 hombres y 7,137,440 mujeres, en total 14,252,243, concentrados en su mayoría en Oaxaca; Chiapas; Veracruz; Yucatán; Puebla; Hidalgo; Guerrero; Quintana Roo; San Luis Potosí; Michoacán; y Campeche. Había menos mujeres y más hombres indígenas de entre 0 y 24 años, pero a partir de los 25 años se invierte la tendencia. Entre 2000 y 2010 se observa una disminución de la población de 0 a 14 años en ambos géneros. No existe diferencia significativa entre mujeres y hombres de los 25 a 44 años. Las mujeres indígenas son más longevas que los hombres.
Personas con discapacidad
Existen 5,516,980 personas con alguna limitación (XIII), de los cuales el 49.54% son hombres y el 50.45% mujeres, la mayor frecuencia es para caminar o moverse con el 44%; las y los invidentes 23.4%; los sordos 9%; la limitación mental 8%; las y los mudos 7.3%; las personas con limitaciones para atender su cuidado personal 4.1%; y con limitaciones poner atención o aprender 3.8%. Existen 656,562 personas con más de una limitación.
Marginación
Las localidades de alta y muy alta marginación más representativas son: Chiapas con 10,490 localidades y una población de 3,171,892; Guanajuato, con 4,645 localidades con 1,319,592 habitantes; Guerrero, con 5,220 localidades con 2,019,500; el Estado de México, con 3,167 localidades con 2,152,879; Michoacán, con 5,170 localidades con 1,339,133; Oaxaca, con 7,652 localidades con 2,464,202; Puebla, con 4,656 localidades con 2,670,035; Veracruz, con 10,639 con una población de 3,110,515.
Para dimensionar la complejidad, por ejemplo, Chiapas y Veracruz tienen 10,490 y 10,639 localidades de muy alta y alta marginación, con 3,171,892 y 3,110,515 habitantes, respectivamente, esto es, 6,282,407 de habitantes marginados se encuentran en 21,129 localidades, el promedio de habitantes por localidad es de 297 personas. Lo anterior demuestra una baja densidad poblacional marginada en muchas localidades dispersas en dos entidades federativas, una hacia el Golfo de México y la otra hacia el Océano Pacífico. Esta población está con acceso restringido o nulo a la educación, agua potable, vivienda, drenaje, alimentación, salud. Si a ello incorporamos personas indígenas y personas con discapacidad, la vulnerabilidad y marginación se potencializa al ser de los grupos con mayor discriminación.
La heterogeneidad y dispersión de la población marginada en polos opuestos del territorio dificulta la distribución de bienes y servicios públicos, aunada a una baja inversión y productividad en las localidades y regiones, con importaciones incrementales de alimentos. Las condiciones de tierra, agua y energía están sujetas al conocimiento especializado interdisciplinario; se hace necesario incorporarlos a las estrategias de transversalidad de las políticas y programas sociales.
Referencias:
I. Prates Junqueira, L.A. (1998) “Descentralización, intersectorialidad y red en la gestión de la ciudad”. Caracas. Revista del CLAD Reforma y Democracia, No. 12.
II. Guy B.P. (1995) “Modelos alternativos del proceso de la política pública: de abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo”, revista de gestión y política pública, vol. IV, núm. 2, México, segundo semestre 1995. CIDE.
III. Thoenig, J.C. (1997) “Política pública y acción colectiva”, en revista de gestión y política pública, vol.VI, núm. 1, México, primer trimestre. CIDE.
IV. Bourdieu, Pierre (1997) “Capital cultural, escuela y espacio público”. México, ed. Siglo XXI.
V. Arzate Salgado en Mota Díaz L. y David Cattani A. (2004) (Coordinadores) “Desigualdad, Pobreza, Exclusión y Vulnerabilidad en América Latina”. México, ed. UAEM, Centro de Estudios sobre Marginación y Pobreza del Estado de México, Universidad Federal do Rio Grande do Sul, Asociación Latinoamericana de Sociología.
VI. Fuentes M.L. (2012) “La asistencia social en México. Historia y perspectivas”. México, Editorial Paideia, S.A. de C.V.
VII. Alonso, Torréns J. (1989) Pobreza, Marginación y Estado de Bienestar en España en, Muñoz de Bustillo, R. (Compilador). “Crisis y futuro del estado de bienestar”. Madrid, ed. Alianza Editorial.
VIII. Sen A. (2000) “Desarrollo y libertad”. Barcelona, ed. Planeta. 2000
IX. CONEVAL (2011) Informe de evaluación de la política de desarrollo social en México. Resumen ejecutivo.
X. http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Proyecciones_Datos. 22 marzo 2015
XI. INEGI (2011) Encuesta Nacional sobre dinámica de las relaciones en los hogares 2011. Tabulados básicos.
XII. CONAPO. El día mundial de los pueblos indígenas. 15 mayo 2012. A fin de tener un conteo más preciso de la población indígena en nuestro país, CONAPO diseñó una metodología que considera a los hogares como unidad de análisis y no sólo al individuo, bajo el supuesto de que los miembros de una misma unidad doméstica comparten códigos y prácticas culturales que crean pertinencia e identidad. Así, un hogar indígena se considera como tal cuando al menos un integrante habla o se considera indígena, excluyendo a los hogares donde los únicos que hablan o pertenecen a grupos indígenas son los trabajadores domésticos.
XIII. INEGI (2010) Censo de población y vivienda.
Alejandro Jaidar Maestro y Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública y candidato a Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM; realiza la investigación sobre modelos de gestión social, y ha sido profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y en el Instituto Nacional de Administración Pública. Ha colaborado en diversas instituciones como Sedesol e Indesol, INAH y CENART, y la SCT. |
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