México ha carecido históricamente de una política integral de salud mental; sin duda, uno de los componentes que debería incluir es el de un sistema de diagnóstico oportuno, que permitiera identificar tendencias, situaciones críticas y, sobre todo, estrategias y programas de atención específicos para las diferentes aristas que deben atenderse en ese ámbito de la salud de las personas.
Escrito por: Saúl Arellano
Una de las pocas fuentes de que se dispone en el país para dimensionar la magnitud de la problemática que hay en el país es el de los Anuarios de Morbilidad, los cuales, a pesar de su relevancia, carecen de información más allá de lo que se atiende directamente en el sistema de salud, y predominantemente, en el sector público.
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En efecto, una de las categorías que se incluyen en este instrumento es el de la Depresión, enfermedad respecto de la cual se tiene una estimación de una incidencia muy baja, sobre todo si se comparan los datos con otros instrumentos de captación de información, como algunas encuestas del INEGI, donde el reporte de personas que manifiestan haber tenido cuadros depresivos es infinitamente mayor que lo reportado por la Secretaría de Salud.
En ese contexto, es interesante observar que, en el año 2018, los mencionados Anuarios reportan una incidencia de 96.59 casos de depresión por cada 100 mil habitantes. Esto quiere decir que, con una población de alrededor de 126 millones de personas contabilizadas en el Censo del 2020, habría en México 121,704 personas con cuadros depresivos. Una cifra que contrasta con los millones que se han estimado en instrumentos como la Encuesta Nacional de Hogares o la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, en distintas ediciones.
Destaca que los Anuarios de Morbilidad desagregan por grupos de edad. Es de subrayarse que la población que en mayor medida reporta depresión es la de las personas adultas mayores. En efecto, frente a la tasa nacional, entre el grupo de 60 a 64 años, en el 2018, la tasa de incidencia fue de 265.98 casos por cada 100 mil en el grupo de edad; y de 226.75 entre quienes tenían 65 años y más.
La tasa general de incidencia de depresión en 2019 creció a 99.73 casos por cada 100 mil habitantes. Mientras que el reporte para el año 2020, el año en que llegó a México la pandemia de la COVID19, el indicador fue de 66.96 casos por cada 100 mil habitantes. Este dato revela la deficiencia de tener solo información en registros administrativos pues, en medio de la crisis económica y de la inmensa sobre mortalidad que hubo en el país, no es creíble que haya descendido el número de personas deprimidas. Por el contrario, lo que se revela es sobre todo la fragilidad de nuestros sistemas de ´registro y diagnóstico inicial de las problemáticas del país.
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Para el año 2021 el registro de la tasa general de incidencia de depresión fue de 81.46 casos por cada 100 mil habitantes. Para el año 2022 fue de 102.46; mientras que para el año 2023 el indicador tuvo un muy importante incremento, llegando a una cifra récord, de 118.72 casos, lo cual, en un país ya con 130 millones de habitantes, representaría una cifra absoluta aproximada de 154,336 casos.
Preocupa, y mucho, que los grupos de edad en que mayor crecimiento se dio en la incidencia sean los de menor edad. En efecto, entre los menores de 1 año, la tasa de depresión creció de 097 por cada 100 mil en 2018 a 2.64 en el 2023. En el grupo de 1 a 4 años el crecimiento fue de 1.21 a 2.63 en el mismo periodo; en el de 5 a 9 años, de 9.94 a 15.17; en el de 10 a 14 años paso de 39.6 a 97.82; mientras que en el de 15 a 19 años el crecimiento fue de 66.85 a 143.08.
Con base en esos datos, el incremento en los casos de depresión atendidos por el Sector Salud sería de 26.8% en sólo cinco años. Es de la mayor relevancia subrayar que, según otros instrumentos, menos del 90% de las personas con depresión han sido diagnosticadas oportunamente; y un porcentaje aún menor ha recibido tratamientos apropiados.
En el marco de la discusión de la reforma a la Ley General de Salud, en materia de Salud Mental, publicada en el DOF el 16 de mayo del 2022, algunos documentos de análisis estimaron en 5 mil el número de psiquiatras existentes en el país, destacando que menos de 400 de ellos y ellas serían, por ejemplo, paidopsiquiatras, es decir, especialistas en atención psiquiátrica infantil.
Esto significaría que en el país habría 3.9 psiquiatras por cada 100 mil habitantes. Asimismo, con base en el Observatorio Laboral del Gobierno de la República, habría 413,152 profesionales de la psicología, una cifra que, a pesar de su magnitud, sigue siendo insuficiente para atender la problemática del país.
El doctor David Kershenobich Stalnikowitz, titular de la Secretaría de Salud, es uno de los científicos de mayor prestigio en nuestro país, y seguramente tiene claridad de la relevancia de esta agenda. La cuestión es si contará con los recursos, humanos, materiales y financieros, para sentar las bases para una nueva política de salud mental en México, pues de acuerdo con el artículo 72 de la Ley General de Salud, la atención de la salud mental y la prevención de las adicciones tienen un carácter prioritario.
Investigador del PUED-UNAM
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