Las transgresiones a los derechos de las mujeres son una realidad en todo el mundo, cada día 137 mujeres son asesinadas por un miembro de su familia, el equivalente al 58% de las mujeres que en 2017 fueron víctimas de homicidio. Adicionalmente, en uno de cada cinco países las niñas no tienen los mismos derechos de sucesión que los niños, y actualmente, en 19 Estados, por ley, las mujeres están obligadas a obedecer a sus esposos.
Estas son cifras que reveló el estudio “El progreso de las mujeres en el mundo 2019–2020: Familias en un mundo cambiante” de ONU Mujeres, el cual se encargó de evaluar la realidad actual de las familias en un contexto de profundos cambios económicos, demográficos, políticos y sociales, así como cuestiones que rigen a las familias en cada país.
Este estudio señala que si bien se registran avances como el incremento de la edad promedio para el matrimonio y la disminución de las tasas de natalidad, así como un aumento general de la independencia económica de las mujeres, la desigualdad de género y las violaciones a los derechos de las mujeres aún son parte de la realidad de millones de personas en todo el mundo.
De acuerdo con la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, las familias y su diversidad pueden ser factores que determinen la igualdad de género si los tomadores de decisiones aplican políticas que estén arraigadas a la forma de vida de las familias, anteponiendo los derechos humanos en el núcleo.
Sin embargo, las familias también pueden ser un terreno donde prevalecen los conflictos, la desigualdad, y con demasiada frecuencia la violencia.
La secretaria ejecutiva de ONU Mujeres señaló que, en todo el mundo, se han presenciado “esfuerzos coordinados para negar la voluntad de las mujeres y el derecho a tomar sus propias decisiones en nombre de proteger los valores familiares”.
Esta situación deja en una completa vulnerabilidad a millones de mujeres. Por ejemplo, de acuerdo con el mencionado informe de la ONU, cerca de tres mil millones de mujeres viven en países donde la violación dentro del matrimonio no es un crimen.
Otras formas de violencia dentro de la familia que transgreden los derechos de las mujeres es la inequidad de los derechos de sucesión en un quinto de los países del mundo y, el marco legal que obliga a las mujeres a obedecer a sus esposos.
Adicionalmente la violencia también toma otras formas, por ejemplo, en los países en desarrollo, cerca de un tercio las mujeres casadas deciden no opinar sobre su atención médica.
En todo el mundo se observa una disminución de la tasa de participación en el mercado laboral cuando las mujeres contraen matrimonio, por el contrario, en los hombres, el matrimonio hace que incremente su tasa de participación, por lo que existe un efecto diferenciado del matrimonio sobre la tasa de participación laboral por sexo.
Únicamente la mitad de las mujeres casadas de entre 25 y 54 años forman parte de la fuerza laboral. En contraparte, esta misa proporción en hombres asciende al 96% y en mujeres solteras casi al 67 por ciento.
La región más afectada en el mundo es Asia Central y Meridional, en donde la participación laboral de las mujeres desciende de 51 a 29% cuando se casan. Otra región en la cual la participación femenina en el mercado laboral cae significativamente con el matrimonio es en América Latina, donde su participación pasa de 88 a 61 por ciento.
Llama la atención lo que sucede en África Subsahariana, la única región de todo el mundo donde la participación femenina en el mercado laboral tiene un repunte tras el matrimonio al pasar de 64 al 73% de las mujeres.
Adicionalmente, las mujeres continúan realizando la mayor parte de los quehaceres domésticos y de los cuidados infantiles no remunerados. Este es un factor de desigualdad de género que es más común en los países en desarrollo.
El estudio “El progreso de las mujeres en el mundo 2019–2020: Familias en un mundo cambiante” explica que, cuando no existe la disponibilidad de servicios dedicados a los cuidados profesionales de niños y adultos mayores, se espera que las mujeres y las niñas cubran ese vacío.
Derivado de ello, el tiempo que las mujeres tienen disponible para integrarse al campo laboral o al estudio se reduce, lo cual afecta su independencia económica, su integración social, así como su salud física y mental.
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