México vive una permanente crisis multifactorial y de tal magnitud de complejidad, que difícilmente alguien podría decir que tiene una comprensión relativamente completa de lo que está pasando en el País.
El más reciente evento de enorme gravedad, el atentado en contra de Ciro Gómez Leyva, a quien debe acompañar la solidaridad de todas y todos, coloca al país ante la obligación de plantearnos las preguntas esenciales. Por principio, ¿qué significa ese atentado? ¿Por qué alguien decide que este es el momento de perpetrar ese ataque y que es contra él a quien debe agredirse?
Escrito por: Mario Luis Fuentes
¿Qué significa que aún con el enorme despliegue territorial de las Fuerzas Armadas en todo el país, la violencia no disminuye de forma significativa y, por el contrario, pareciera que hay focos rojos de zonas que habían tenido meses de relativa disminución de la presencia del crimen organizado, ahora enfrentan, una vez más, matanzas, extorciones y balaceras constantes?
Lo anterior debe dimensionarse en el hecho de que la presencia territorial del Ejército no se encuentra sólo a través de la Guardia Nacional, sino en todas las actividades que desarrollan de manera cotidiana, que sin duda implican no sólo cuestiones operativas, sino tareas de investigación e inteligencia: construcciones, distribución de bienes y servicios, control y administración de aduanas y puertos, y todas las actividades que el Ejecutivo Federal les ha encomendado.
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¿Qué significa el asesinato de un General en un enfrentamiento directo con una célula del crimen organizado, en Zacatecas, que se ha convertido en la entidad con mayor tasa de homicidios dolosos en el país, en los últimos dos años, aún con la masiva presencia de fuerzas federales?
¿Qué significa que el “corazón industrial de México”, Guanajuato, donde se encuentra el mayor clúster automotriz de la región, siga siendo la entidad con mayor número absoluto de homicidios intencionales, lo cual convive además la realidad de ser, después de la Ciudad de México y Guadalajara, con dos de las ciudades que mayor número de turistas en destinos distintos a la playa, reciben cada año?
¿Cómo interpretar, explicar y, sobre todo, transformar la terrible realidad que enfrentan las familias que experimentan el hambre o la amenaza permanente de la pobreza, ante la inflación, el desempleo o el empleo precario, cuando además las expectativas de crecimiento económico se han reducido una vez más para el año 2023?
¿Cómo debe leerse el desenlace de la disputa en torno a la reforma político-electoral, en el cual todo parece indicar que el debate se trasladará hacia febrero de 2023, cuando la carrera por la sucesión presidencial se haya acelerado ya rumbo a la eminente designación de quién será la candidata o candidato presidencial de Morena, lo cual se espera que ocurra, por cómo se han dado los tiempos, a más tardar en noviembre del próximo año?
En medio de todo el caos que se observa, la pregunta que queda sin resolverse es ¿cuál es el orden detrás de ese caos? ¿Qué es lo que mantiene cierta cohesión social y política en el país, que da viabilidad mínima al gobierno y la administración en todos los niveles? ¿Qué es lo que sigue cohesionando, más allá del liderazgo carismático del Ejecutivo, a los grupos en disputa del partido gobernante? ¿Cuál es la racionalidad de la toma de decisiones presidenciales y cuál es el sentido que se les da desde el poder y cuál es el sentido que se debe interpretar desde fuera del poder respecto de ello?
El discurso oficial machaca una y otra vez que “el pueblo está contento”; sin embargo, quizá valdría más asumir que eso que llaman “el pueblo”, mantiene la esperanza de que algo habrá de ocurrir de último momento con esta presidencia que, de forma providencial, habrá de solucionar sus mayores problemas y sus más angustiantes situaciones. Así suele ocurrir con todos los liderazgos donde se asignan capacidades sobrehumanas a quien detenta el poder, aunque en la inmensa mayoría de los casos, la decepción social suele ser también abrumadora y derivar en severas crisis que, evidentemente, es deseable que no ocurran en nuestro país.
En ese sentido, uno de los enigmas que deberán descifrarse en los meses y años por venir, es el relativo a cómo logró el presidente de la República, siendo Jefe del Estado mexicano, aparecer públicamente durante su mandato -y puede asumirse que así seguirá siendo hasta el 2024, como el líder social que confronta al Estado que él representa, y a los poderes fácticos “que lo controlan”.
Como diría un poema de Bertolt Brecht, a tantas cuestiones, corresponden tantas preguntas. Y las aquí enunciadas apenas son unas cuantas de las que tenemos la responsabilidad de construir, para luego intentar dar respuestas que nos lleven a la reconstrucción del país; porque lo que es cierto es que, luego de seis años más de nulo crecimiento económico y empobrecimiento de millones de personas, si en serio se inicia un proceso de reconducción del destino nacional, nos tomará al menos 20 años cimentar un nuevo curso de desarrollo y condiciones de prosperidad y bienestar para la mayoría.
Enero de 2023 será, una vez más, un mes duro, difícil sobre todo para quienes menos tienen, quienes habrán de enfrentar, otra vez, la angustia de tener vender o empeñar parte o la totalidad del escaso patrimonio que tienen; enfrentar la enfermedad grave o la muerte de familiares debido a las decisiones, prácticas y hábitos de consumo que tenemos en el país durante las fiestas decembrinas; y enfrentar la realidad de que el México en que vivimos es el mismo, pero quizá un poco peor que el del año previo.
Ante este panorama no hay explicaciones ni sencillas ni lineales. Por eso necesitamos de cada vez más pensamiento crítico; de cada vez más libertad de expresión; de cada vez más canales de diálogo y generación de puntos de encuentro, porque la ruta de la polarización históricamente ha conducido a callejones sin salida, de los cuales, si bien se logra salir, generalmente es a costos que es menor siquiera no imaginar para México.
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Investigador del PUED-UNAM
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