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Desigualdad territorial y migración interna en México

por Chiara Cazzuffi

La desigualdad entre territorios, sean éstos regiones, estados, zonas rurales o urbanas, es una de las dimensiones más relevantes de la desigualdad que caracterizan a México. Mientras que la desigualdad entre personas se ha reducido con el tiempo, aquélla existente entre territorios ha aumentado, sobre todo desde los años noventa. Por ejemplo, en 2010 el ingreso per cápita promedio en los 10 municipios más ricos era más de 50 veces superior al de los municipios más pobres.


La desigualdad entre territorios, sean éstos regiones, estados, zonas rurales o urbanas, es una de las dimensiones más relevantes de la desigualdad que caracterizan a México. Mientras que la desigualdad entre personas se ha reducido con el tiempo, aquélla existente entre territorios ha aumentado, sobre todo desde los años noventa. Por ejemplo, en 2010 el ingreso per cápita promedio en los 10 municipios más ricos era más de 50 veces superior al de los municipios más pobres.

Otra manifestación de la desigualdad territorial es la divergencia creciente en niveles de bienestar entre el norte y el sur-sureste; en los 30 años recientes, cinco estados (Veracruz, Chiapas, Guerrero, Puebla y Oaxaca) han mantenido tasas de pobreza significativamente más altas que el promedio nacional. Las diferencias entre territorios urbanos y rurales también han ido creciendo en el tiempo, con mejoras en la calidad de vida de las áreas urbanas y estancamiento o verdadero deterioro en las rurales.

En 2010 el ingreso per cápita promedio en los 10 municipios más ricos era más de 50 veces superior al de los municipios más pobres

La desigualdad territorial tiene efectos concretos en muchas dimensiones del bienestar y las oportunidades de las personas, sobre todo de quienes habitan en las zonas más pobres, pues influye, entre otras cosas, en la posibilidad de acceder a un empleo seguro, a una educación de calidad y a una buena atención de salud. Por ejemplo, la tasa de analfabetismo en las zonas rurales supera el 15%, mientras que en las urbanas es menor a 4%. En Mixtla de Altamirano (estado de Veracruz) 700 niños de cada mil nacidos vivos mueren antes del año de vida. El promedio nacional es de 17 de cada mil nacidos vivos. En definitiva, la desigualdad territorial influye en la capacidad de las personas para vivir la vida que ellas valoran y para concretar sus sueños y ambiciones.

Los problemas generados por la desigualdad territorial están reconocidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por las Naciones Unidas en septiembre de 2015. En particular, el Objetivo número 10 se enfoca en la reducción de la desigualdad en y entre los países. Dentro las metas que hay que alcanzar para cumplir con este Objetivo se encuentra “Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, entre otras cosas mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas”. Implícita en esta meta está la idea que, en el largo plazo, la migración va a contribuir a cerrar las brechas entre países y entre territorios dentro de un mismo país.

En efecto, hay una relación estrecha entre desigualdad territorial y migración. Por un lado, la disparidad en oportunidades y calidad de vida entre lugares es una de las razones principales que motivan a alguien a migrar. Por otro, la migración representa una oportunidad valiosa de mejorar el bienestar de las personas que migran, y también de sus familias y de los territorios de origen, por medio de las remesas y de transferencias de conocimientos.  

Hay una relación estrecha entre desigualdad territorial y migración: la disparidad en oportunidades y calidad de vida entre lugares es una de las razones principales que motivan a alguien a migrar

Una política migratoria bien gestionada y un conjunto de herramientas que faciliten y reduzcan el costo del envío de remesas son, sin duda, necesarias para que la migración contribuya a promover el desarrollo y el bienestar de las personas y de los territorios, pero la idea de que la migración por sí sola puede contribuir a cerrar las brechas entre personas, entre países y entre territorios dentro de un mismo país es más controvertida, y la evidencia teórica y empírica es ambigua. 

El reciente proyecto de investigación de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural llamado “Migración Interna y Desigualdad Territorial” ha analizado la relación entre migración interna y desigualdad territorial en México, y encontró dos resultados principales:

Primero, vivir en un territorio rezagado no sólo reduce el bienestar de las personas, sino también su posibilidad de emigrar. El estudio de Rimisp “Internal migration and the role of the place of origin” muestra que la migración interna en México no es una opción al alcance de todos. Las personas que emigran son las que tienen más recursos y más años de escolaridad, y las que han tenido acceso a una educación de mejor calidad. 

Vivir en lugares aislados, prevalentemente agrícolas y sin servicios públicos básicos reduce de forma significativa las posibilidades de emigrar

Por otro lado, las características del lugar donde una persona vive también influyen sobre su posibilidad de emigrar. En particular, vivir en lugares aislados, prevalentemente agrícolas y sin servicios públicos básicos, como las escuelas primarias, reduce de forma significativa las posibilidades de emigrar, independiente del nivel de recursos materiales y capital humano de los que disponen las personas. Los territorios más pobres entonces se pueden convertir en una trampa que impida a las personas salir de la pobreza quedándose en el territorio; y también les impida salir del territorio para salir de la pobreza.

Segundo, para las personas que logran emigrar, haber nacido y crecido en un territorio rezagado les sigue penalizando en su nuevo hogar. Existen numerosos estudios sobre el impacto negativo que vivir en un lugar pobre tiene sobre muchas dimensiones del bienestar de las personas, y estos hallazgos han justificado políticas de relocalización de las familias hacia barrios con menores niveles de pobreza, como, por ejemplo, el programa Moving to Opportunity, en Estados Unidos.

El estudio de Rimisp “Place of origin and the earnings of internal migrants in Mexico” muestra que, para el caso de la migración interna, haber emigrado no reduce la desventaja en la que se encuentran las personas que han crecido en un lugar pobre: los ingresos de un migrante adulto que nació y creció en un lugar pobre son menores que los de un migrante con características similares pero que nació y creció en un lugar rico.

Para el caso de la migración interna, haber emigrado no reduce la desventaja en la que se encuentran las personas que han crecido en un lugar pobre

Esto significa que nacer y crecer en un lugar rezagado es un castigo que las personas llevan consigo a lo largo de su vida incluso si logran salir de ese lugar, porque genera una desigualdad de oportunidades que persiste en el tiempo y que la migración, por sí sola, no logra corregir. 

Esta desigualdad de oportunidades radica en parte en las brechas territoriales del dinamismo económico y acceso a educación y salud de calidad, pero también parece estar relacionada con las dimensiones institucionales y relacionales del territorio. Por ejemplo, hay evidencia creciente sobre cómo el entorno físico y social del lugar donde una persona crece moldea sus aspiraciones y sus habilidades no cognitivas, como capacidad de agencia, autoestima y autoeficacia, que, a la vez, influyen críticamente en las decisiones de las personas y en sus niveles de bienestar material.

Las políticas de inversión en las personas, que ignoren su contexto territorial, así como las políticas que faciliten su movilidad para que busquen un futuro mejor en otro lugar, no son suficientes por sí solas para cerrar estas brechas; necesitan ser complementadas por políticas de desarrollo territorial que garanticen una mayor equidad de oportunidades entre territorios y logren movilizar las potencialidades de crecimiento e innovación locales.

La migración y las políticas de desarrollo territorial son retratadas a menudo como dos alternativas opuestas para alcanzar el desarrollo, cuando en realidad deberían ser estrategias complementarias que se refuerzan mutuamente, para que las personas puedan vivir la vida que más valoran, independientemente del lugar donde nacen, crecen y viven.

CHIARA CAZZUFFI es investigadora de Rimisp-Centro  Latinoamericano para el                                                             Desarrollo Rural www.rimisp.org
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