por Mario Luis Fuentes
La desigualdad es uno de los principales obstáculos para el cumplimiento de los derechos humanos. Por ello importa destacara que, de acuerdo con el INEGI, 10% de la población con más altos ingresos del país percibe 50 veces más que el 10% más pobre; el ingreso promedio cayó poco más de 3% entre 2012 y 2014.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH, 2014), presentados el pasado 16 de julio por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), dan cuenta de la persistencia de la desigualdad económica y social en el país, pero también de una nueva caída en el monto de los ingresos promedio de las personas y sus familias.
Estamos ante un panorama que se hace cada vez más complejo, frente al cual el sistema institucional está reaccionando de manera casi siempre tardía e insuficiente. Tenemos prácticamente tres décadas de reproducción sistémica de la pobreza y la desigualdad, sin ser capaces todavía de generar un proceso sostenido de crecimiento con equidad.
Esta complejidad tiene distintas aristas que imponen agendas de urgente atención, pues de ello depende el poner en marcha un nuevo curso de desarrollo que considere como objetivo prioritario de todas las políticas públicas el cumplimiento universal e integral de los derechos humanos. Las más relevantes son:
1. El crecimiento y la estructura demográfica
Los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID; 2014), elaborada también por el INEGI, nos alertan respecto de que somos prácticamente 120 millones de personas habitando en el país. El dato es corroborado por la ENIGH y por otras encuestas nacionales levantadas por el INEGI en 2014.
Este dato nos ubica como uno de los 20 países más poblados del planeta, y con retos inmensos derivados de nuestra estructura demográfica. Tanto la ENADID como la ENIGH muestran que los hogares mexicanos están integrados, en promedio, por 3.9 personas; y que la edad promedio de los jefes de los hogares es bastante cercana a los 50 años; es decir, tenemos hogares cuyos principales aportantes se encuentran, sí en edad productiva, pero también entre la población que presenta las mayores problemáticas relativas a la “carga de enfermedad” que hay en el país, así como a la insuficiencia de servicios de seguridad social.
Además de la magnitud demográfica que tenemos, es de destacarse que la gran mayoría de la población habita en localidades consideradas como urbanas (2,500 y más habitantes): poco más de 92 millones viven en estas localidades, mientras que poco más de 27.8 millones lo hace en el ámbito rural.
Por otro lado, es importante señalar que la tasa de mortalidad infantil sigue siendo elevada: 14.3 defunciones por cada mil niñas y niños menores de un año de edad, lo cual implica una cifra absoluta de alrededor de 29 mil defunciones anuales de niñas y niños en el rango etario considerado.
La caída de los ingresos
De acuerdo con la ENIGH, los ingresos promedio de las personas cayeron, de manera trimestral y sin considerar las transferencias de recursos, de 9,136 pesos trimestrales en el año 2012, a una suma de 8,891 pesos trimestrales en 2014; es decir, una pérdida cercana al 3% considerando precios constantes de 2014.
Lo anterior significa que las personas perciben mensualmente, en promedio, 2,963 pesos, es decir, alrededor de 97 pesos diarios, lo cual significa que, como promedio, las personas en México perciben menos de dos salarios mínimos mensuales, una suma apenas significativamente superior al monto de la línea del bienestar calculada por el CONEVAL en enero, y la cual se ubicó en 2,543 pesos mensuales.
De acuerdo con los datos proporcionados por el INEGI a través del Módulo de Condiciones Socioeconómicas de la ENIGH (y con base en el cual se llevará a cabo el cálculo de la medición multidimensional de la pobreza, 2014), de los 32.14 millones de hogares que hay en México, en 1.39 millones se perciben ingresos por debajo de un salario mínimo trimestralmente.
En 1.68 millones de hogares los ingresos son de 1 a 1.5 salarios mínimos; y en 2.11 millones más los ingresos van de 1.5 a dos salarios mínimos; es decir, en el 16% de los hogares (5.18 millones), los ingresos son inferiores a dos salarios mínimos.
Por otra parte, en 4.7 millones de hogares los ingresos totales se ubican entre dos y tres salarios mínimos cada tres meses; en 4.25 millones más los ingresos oscilan entre tres y cuatro salarios mínimos; mientras que en 3.5 millones los ingresos van de cuatro a cinco salarios mínimos trimestrales. Lo anterior significa que en prácticamente 18 millones de hogares (más del 50%) los ingresos se ubican en un rango que tiene como límite superior los 3,800 pesos.
Destaca que únicamente 722 mil hogares obtienen ingresos por arriba de los ocho salarios mínimos, y en promedio obtienen alrededor de 9 mil pesos mensuales.
La desigualdad se mantiene
De acuerdo con la ENIGH, el coeficiente de Gini se mantuvo intacto entre los años de 2012 y 2014, pues en ambos se ubicó en un indicador de .481; sin embargo, este dato es relativo al ingreso de las personas, considerando lo que obtienen vía transferencias (tales como remesas o recursos provenientes de programas públicos).
Sin considerar tales transferencias, la desigualdad es aún mayor, pues se ubica en .511, indicador similar igualmente al registrado en 2012, pero superior al del año 2010, en el que se ubicó en .500; más aún, comparado con el de 2008 es apenas inferior, pues en ese año se ubicó en .519.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 21- Julio- 2015, p.26